El Sistema Central antes de las glaciaciones

Quien haya recorrido caminando el Sistema Central y sus extensos pinares probablemente se habrá hecho en algún momento la misma pregunta que me obsesiona desde hace un tiempo: ¿ cómo era el Sistema central antes de las glaciaciones ? El aspecto actual de su vegetación es el legado de dos fenómenos que prácticamente se han sucedido en el tiempo: las glaciaciones y el impacto del hombre sobre los ecosistemas. El resultado es que hasta hace poco tiempo, el Sistema Central estaba prácticamente desprovisto de vegetación arbórea, víctima del sobrepastoreo y de la intensa explotación maderera a la que se veía sometido. Prácticas como el carboneo redujeron los bosques de melojos a un estado arbustivo del que nunca se recuperaban y la explotación maderera hizo desaparecer los pinos de amplias zonas en las que hasta se llegó a pensar que nunca hubo cobertura arbórea (Gredos). La buena salud de los bosques actuales mucho tiene que ver con los esfuerzos de repoblación que se llevaron a cabo a partir de los pocos pinares que se mantuvieron, protegidos por el status particular del que gozaban (Valsaín, Hoyocasero).

Vista del pinar de Hoyocasero, una auténtica reliquia en la Sierra de Gredos / FOTO: Wikiloc


Que se haya repoblado buena parte del Sistema Central con pinos no significa, sin embargo (contrariamente a lo que mucha gente puede pensar), que ese no sea el lugar del pino. Se han llevado a cabo muchos estudios palinológicos sobre sedimentos post-glaciales y conocemos hoy bastante bien cual fue la evolución de la vegetación tras el último periodo glaciar. La principal conclusión de estos estudios es muy clara: los pinos (el pino albar mayoritariamente) reconquistaron el Sistema Central tras la última glaciación y su presencia es por lo tanto absolutamente natural. Lo que sorprende sobre todo en el Sistema Central es el poco desarrollo que alcanzaron muchas especies de frondosas. Especies como el haya y el castaño ocupan áreas muy poco extensas. Otras especies tienen una presencia casi testimonial. Sin embargo, sí que parece que en los períodos más húmedos del Holoceno, pudieron alcanzar estas especies una extensión algo mayor. El impacto de las actividades humanas parecen sin embargo haber cortado de raíz esta incipiente recolonización. Tal como demuestran repoblaciones como la del Monte Abantos (El Escorial), especies como el haya hubiesen podido establecerse en otros muchos lugares.

Hayas en las faldas del Monte Abantos (Madrid) / FOTO: Miguel Varona


Otra de las sorpresas mayores que ha reservado el estudio de los sedimentos post glaciales en la Sierra de Gredos (4) es la existencia local de una población de cedros que desaparecieron hace pocos milenios, al mismo tiempo que los pinos, cuando esta sierra fue arrasada por la explotación humana. Aunque algunos autores afirman que puede tratarse de aportes eólicos, la abundancia de polen de cedro en un depósito particular y su total ausencia en otros no muy lejanos no cuadra en absoluto con un aporte eólico. De tener un origen africano ese polen, se tuviese que haber encontrado de forma dispersa en todos los depósitos de la zona, cosa que no ha ocurrido. Esa presencia tan tardía del cedro en el Sistema Central y en la Península Ibérica nos lleva naturalmente a enlazar con la que era la pregunta inicial de este artículo: ¿ qué hubo antes de las glaciaciones ? Las cosas aquí se complican un poco, ya que son muy escasos los yacimientos datados del Pleistoceno Inferior o del Plioceno en todo el centro de la Península. Y en la mayoría de ellos se han estudiado más bien las faunas antes que su vegetación. Son mucho más abundantes los depósitos del Mioceno en la cuenca de Madrid, que nos dan una pequeña e indirecta idea de cómo pudo ser la vegetación del Sistema Central antes de que las glaciaciones vinieran a cambiar por completo el panorama existente.

El cedro de la francesa en Béjar, en una región en la que esta especie sobrevivió hasta hace escasos milenios / FOTO: Javier Elcuaz del Arco


En el Mioceno Medio, el clima era más cálido que el actual y los estudios llevados a cabo sobre los micromamíferos demuestran que la vegetación de la Cuenca de Madrid era de tipo abierto y xérica (2). Los pocos estudios palinológicos y de macrofósiles nos muestran una cuenca en la que existía un fuerte contraste entre las zonas más secas (abanicos aluviales), las zonas aluviales, y las zonas montañosas. Este es el aspecto que tenía la flora en el Mioceno en la Cuenca de Madrid, tal como se desprende del análisis palinológico de los sedimentos de aquella época (1):







Este tipo de vegetación se mantuvo probablemente hasta el Pleistoceno Inferior, época tras la cual desaparecen buena parte de las especies más sensibles al frío. En el Pleistoceno Medio, las especies presentes en esta misma cuenca corresponden ya todas a especies actuales (3).

En la meseta norte, los estudios palinológicos llevados a cabo sobre depósitos del Mioceno o del Plioceno son tan escasos como en la meseta sur. Los pocos estudios disponibles muestran en la meseta norte un claro predominio de las Gimnospermas, fundamentalmente de pinos y Taxodiáceas pero también, en menor medida, Tsuga (proveniente de los relieves cercanos), Sciadopitys, Sequoia y Ginkgo. Las Angiospermas mejor representadas parecen ser las Palmáceas, las Fagáceas (Quercus y Fagus) y las Moráceas aunque también están representadas otras familias como las Betuláceas (Alnus, Corylus), Canabáceas (Celtis) , Ulmáceas (Ulmus, Zelkova), Juglandáceas (Juglans, Pterocarya, Carya es localmente muy frecuente), Oleáceas (Fraxinus, Phyllirea, Ligustrum) y Salicáceas (Populus, Salix). La imagen que nos transmiten estos estudio es la de una meseta norte menos árida que la meseta sur, con una mayor diversidad de especies arbóreas y una menor frecuencia de especies xerófilas.

Más hacia el oeste, en el valle del Miño (depósitos de San Pedro de la Torre, Portugal), la imagen es bastante parecida (5), aunque aparecen allá taxones más termófilos como Engelhardia (Juglandaceae), Symplocos, Myrica o Cathaya (Pinaceae), que se mantendrían en la Península Ibérica hasta comienzos del Pleistoceno. Cabe destacar la abundancia en esa región de taxones como Liquidambar y Pterocarya, que probablemente formaban vastos bosques aluviales junto con otros taxones como Taxodium, Glyptrostobus y Nyssa.

Great Dismal Swamp (EE.UU.)


En las zonas montañosas el clima era lógicamente más “fresquito”, probablemente de tipo submediterráneo y con cambios estacionales menos marcados en la vertiente norte. La flora de estos pisos debía parecerse bastante a la que se puede observar hoy en día en algunas zonas del Cáucaso o del norte de Irán, con bosques dominados por Zelkova, Quercus, Castanea, Fagus y Parrotia en las alturas intermedias, Pinus, Cedrus, Tsuga, Abies y Picea en cuotas más altas. Lo cierto es que no disponemos de depósitos sedimentarios de esa edad en el corazón mismo del Sistema Central y que nos toca imaginar cual pudo ser su flora a partir de los análisis realizados en otras zonas. Ojalá algún análisis inesperado nos ayude a arrojar algo más de luz. Por ahora, todo son conjeturas. Imaginar cómo pudo ser la vegetación que cubría entonces el Sistema Central al menos nos sirve para entender cómo es posible que algunas especies exóticas logren prosperar en un sistema montañoso en el que parece que el pino es la única especie posible...

Tal vez tuviera este aspecto el Sistema Central en el Mioceno y el Plioceno (Kelardasht, Provincia de Mazandaran, Irán)...


(1) Fernández Marrón, M. T., Fonollá Ocete, J. F., Sesé Benito, C. y Jiménez Rodrigo, J. C. 2004. Estudio paleoambiental de nuevos yacimientos de plantas y vertebrados de la “Unidad Intermedia” del Mioceno Medio de la cuenca de Madrid. [Palaeoenvironmental study of new plants and vertebrate sites of the “Unidad Intermedia” from Middle Miocene of Madrid basin.] Revista Española de Paleontología, 19 (2), 199-213
(2) Sesé C. & Jiménez Rodrigo J.C. (2014) / El Aragoniense Medio y Superior en el Suroeste de Madrid: Los nuevos yacimientos de Micromamíferos del Mioceno Medio de Villaviciosa de Odón y Leganés. / Estudios Geológicos, Vol. 70(1), pp. 1-25
(3) Ruiz Zapata1 B., Gil García M.J., Panera J. , Rubio-Jara S., Pérez-González A. (2017) / Paisaje vegetal y clima durante el Pleistoceno Medio en la cuenca media (Valdocarros) y alta (Redueña) del río Jarama (Madrid), a través del análisis polínico / Geogaceta, Vol. 61, pp. 35-38
(4) Ruiz-Zapata1 M.B. et al. (2011) / Dinámica de la vegetación durante el Holoceno en la Sierra de Gredos (Sistema Central Español) / Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. Sec. Geol., Vol. 105 (1-4), pp. 109-123
(5) Valle Hernández M.F. & Salvador de Luna J.V. (1985) / Palinología del Neógeno de la Cuenca del Duero. Castrillo del Val (Burgos) / Estudios geol., Vol. 41, pp. 237-241
(6) Vieira M., Poças E., Pais J. & Pereira D. (2011) / Pliocene flora from S. Pedro da Torre deposits (Minho, NW Portugal). / Geodiversitas, Vol. 33 (1), pp. 71-85.



6 comentarios

  1. Un artículo bien entretenido. Vivo en Gredos y como dices aquí los vecinos piensan que el pino no es autóctono, y que en las sierras nunca ha habido árboles "de toda la vida". Un pensamiento lamentablemente muy arraigado y que cuesta cambiar (yo lo veo imposible). Espero que gracias a artículos como este sea un poco más fácil cambiar esta mentalidad.

    Saludos!

    PD: un día vi un cedro en el margen de una cuneta que tenía toda la pinta de ser regeneración natural. Ahora me pica el gusanillo de buscar algún cedro más por esa zona.

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    1. Entones te debería interesar este artículo (si no lo conoces ya):

      http://www2.montes.upm.es/Dptos/dsrn/Botanica/archivos/papers/Rubiales%20et%20al%202009-%20Las%20troncas%20como%20testimonios%20f%F3siles%20de%20los%20%FAltimos%20milenios.pdf

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    2. Muy interesante, no lo conocía. Gracias por compartirlo.

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  2. Enhorabuena por el post. Sólo una precisión: no es "reducieron", sino "redujeron"

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  3. Artigo fantastico! Super interesante, gracias una vez mas.

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