
El uro no ha desaparecido: el bisonte europeo tiene un 10% de genes de uro
El híbrido al que me refiero es un pequeño arbusto resultado del cruce de las dos especies de robles que crecen en la región atlántica de la Península: el roble albar (Quercus petraea) y el roble pedunculado (Quercus robur). El híbrido entre esas especies se ha denominado Quercus x rosea y aparece espontáneamente allá donde conviven ambas especies, cosa que habrá ocurrido miles de veces en la larga historia de estas dos especies. Por lo general, estos híbridos se acaban cruzando de nuevo con alguno de sus progenitores y se acaban desdibujando los caracteres del híbrido. Tales episodios de hibridación y de retro-hibridación contribuyen a que los genes viajen de una especie a otra en un fenómeno que se ha llamado “introgresión”, mucho más común de lo que solemos pensar. El descubrimiento de genes neandertales en nuestro propio genoma es un claro ejemplo de ello...

Un ejemplar de roble orocantábrico en su hábitat natural
Pero algo inesperado ocurrió en el caso del roble “orocantábrico”. El cruce entre los dos robles más “nobles” de nuestra flora dio como resultado un arbusto que cualquier jardinero hubiese calificado desdeñósamente de “raquítico” y eliminado sin pensárselo ni un minuto. Pero ese híbrido resultó ser muy resistente y particularmente bien adaptado a las condiciones de la alta montaña, donde prospera hoy en día entre 1665 y 2000 metros de altitud, en el límite del bosque, en zonas en las que sus progenitores no llegarían a sobrevivir. Es muy probable que el cruce entre esas dos especies ocurriera en zonas mucho más bajas y que luego el azar de los cambios climáticos del Cuaternario permitieran a esta especie asentarse en las zonas que ocupa hoy en día, algunas muy alejadas de las poblaciones de roble albar y pedunculado.

Hoja del roble orocantábrico (Jardín Botánico de Gijón) / Paseos por la naturaleza
El azar de un cruce y las circunstancias climáticas permitieron pues que esas poblaciones híbridas se “independizaran” por completo de sus progenitores. Como bien dijimos, a la naturaleza no le importó que el resultado de ese cruce fuese un arbusto o pequeño árbol que nada tenía que ver con sus progenitores. El azar quiso que tuviera éxito y hoy en día es simplemente otra especie más del género Quercus en la Península Ibérica. No hay fronteras en la naturaleza y no existe esa pureza que los naturalistas pretendemos defender al luchar contra las especies invasoras. Al hacerlo y al evitar cualquier tipo de “contaminación”, puede en realidad que estemos impidiendo que nazcan las especies del futuro. La evolución debe mucho al azar y al mover especies con tanta facilidad de un lado para otro, lo que ha hecho el hombre es aumentar las posibilidades de que encuentros imprevistos ocurran, que sin la intervención humana hubiesen sido imposibles. Muchas especies aparecerán en el futuro a consecuencia de ello. Algunas desaparecerán pero otras podrían tener éxito y convertirse en especies comunes en el futuro. ¿ Tiene algún sentido querer evitarlo a toda costa ?

El gorrión italiano es un híbrido del gorrión común y del gorrión moruno
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