Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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Echando la vista atrás tan solo un par de años, sorprende la velocidad y la intensidad con la que algunos fenómenos climáticos o muy ligados a la climatología nos han impactado estos últimos dos años. De los incendios en Australia a las DANAs a repetición que han azotado el litoral mediterráneo, no pasa un mes sin que algún fenómeno inédito nos sorprenda. En Suiza, país en el que nací, no se estaba dejando aún notar demasiado el cambio climático y esto es lo que afirmaba a comienzos de 2018 Peter Brang, director del programa de investigación sobre el bosque y el cambio climático acerca del haya (Fagus sylvatica), especie emblemática de los bosques suizos (Face au réchauffement, les hêtres se réfugient en altitude):

«En la ausencia de canículas extremas, el haya no debería conocer problemas mayores de aquí a finales del siglo XXI, pero su nicho ecológico ira poco a poco desplazándose en altitud.»

Una afirmación tranquilizadora que el propio año 2018 iba a encargarse de desmentir por completo...



El río Doubs convertido en camino entre Pontarlier y Morteau (Francia), Agosto de 2018



Tan solo un año más tarde, tras una canícula y una sequía nunca vista en buena parte de Europa, la situación del haya ha cambiado por completo. Os traduzco aquí algunos párrafos clave de otro artículo publicado el año pasado (Les forêts soleuroises et du pied du Jura souffrent de la sécheresse):

«Las consecuencias de la sequía sobre las hayas del norte del cantón de Solothurn y en los abetos al pie del Jura son "graves", dijo el viernes la cancillería cantonal y la asociación cantonal de burgueses y propietarios de bosques.»

«En el cantón de Jura, las hayas se están extinguiendo en masa. Más de 100.000 m3 de esta especie están secos o moribundos en los bosques de Ajoie, dijeron las autoridades a principios de julio.»

«Según Marc Ballmer, colaborador científico de la Oficina de Medio Ambiente del Cantón del Jura, Basilea y Argovia también están afectadas. Los cantones de Berna y Neuchâtel tampoco se salvan.»

¿ Y a nosotros que nos cuentas, me diréis ? ¿ Qué nos importa lo que ocurre en Suiza ? Pues mucho más de lo que parece porque el tipo de discurso tranquilizador que os daba como ejemplo al principio es el que se suele escuchar constantemente aquí en España y nos impide tomar medidas urgentes para intentar evitar que catástrofes como la de la Sierra de Baza vuelvan a ocurrir en los próximos años.



Pinares de la Sierra de Baza afectados por las plagas / Asociación Proyecto Sierra de Baza



Vuelvo una vez más a preguntar lo mismo: ¿Tenemos un plan b para nuestros pinsapos? ¿Qué ocurriría mañana si un mal año provocara la muerte masiva de nuestros pinsapos? ¿Tiene algún sentido, viendo lo que ocurre en otras regiones, apostarlo todo por "conservar" el pinsapo tan solo en su actual área de distribución? A pesar de la aparentemente buena salud de sus poblaciones, nada permite descartar que tarde o temprano un año o una serie de malos años provoquen la casi total desaparición de esas poblaciones.

La imagen que nos hacemos del cambio climático ha cambiado mucho estos últimos años. Durante muchos años hemos creído que el cambio climático era un fenómeno progresivo, lineal, y que eso nos permitiría reaccionar a tiempo pero lo que nos muestra la repetición de catástrofes es todo lo contrario: la naturaleza da saltos de un estado de equilibrio a otro y es probable que la peores sorpresas aún están por llegar. No descarto, personalmente, que las temperaturas puedan aún dar un gran salto casi del día a la mañana, tal como lo hicieron a finales de la última glaciación. Imaginaos que la temperatura media en nuestra país de repente subiera 3 o 4 grados en apenas un año...

Lo que ha ocurrido en Suiza ya ocurrió en España hace tiempo y podría perfectamente volver a ocurrir en el futuro. Buscando información acerca del haya en la Península Ibérica, encontré algunas páginas que se referían a la presencia en el pasado en la región del que es hoy el Parque Nacional de Cabañeros. Por lo visto, el haya alcanzó los Montes de Toledo en el Holoceno y sobrevivió en algunos enclaves frescos y húmedos hasta que una gran sequía acabó con todos en el siglo XIX. No he logrado encontrar la referencia original, pero esa información cuadra bastante con la mayor extensión que tenía el haya en todo el Oeste del Sistema Central en el Holoceno, perfectamente documentada por los estudios palinológicos. El caso es que una repetición de malos años aniquiló por completo esas poblaciones y el futuro de otras muchas poblaciones de hayas en la Península depende mucho de que tales episodios vuelvan a suceder en el futuro. Lo más probable, viendo el ritmo frenéico al que batimos récords de temperatura, es que la cosa vaya empeorando y que la presencia del haya acabe restringiéndose a los más altos macizos del norte de la Península (Cordillera Cantábrica y Pirineos).

¿Seguimos confiando en la mítica "resiliencia" de nuestros bosques autóctonos y esperamos a ver qué pasa? Yo, por si las moscas, ya voy plantando algunos árboles capaces de aguantar el subidón de temperatura calculado por los modelos del IPPC...
Ya comentamos, al describir otros géneros de la misma familia, que las Juglandáceas desempeñaron un papel muy importante en los bosques neógenos de Europa. La rica diversidad de géneros y de especies que aún se observa hoy en día en el SE de Asia también se observa en el registro fósil del continente europeo. Existen evidencias de la presencia en Europa de prácticamente todos los géneros hoy en día presentes en Asia: Engelhardia (s.l.), Platycarya, Carya, Juglans, Cyclocarya, Pterocarya. Para cada uno de estos géneros, parece además que hubo varias especies presentes. Estamos pues probablemente hablando de una de las familias de árboles más diversas de nuestra paleoflora, de la que tan solo 2 géneros / especies lograron sobrevivir en zonas marginales del continente: Juglans regia en los refugios meridionales de la región mediterránea y Pterocarya fraxinifolia en la región del Cáucaso y el N de Irán.



Frutos de Engelhardia spicata, India, efloraofindia



La subfamilia de las Engelhardioideae, que examinamos hoy, atrae inmediatamente la atención por dos caracteres que le diferencian a primera vista de los demás géneros de esta familia con los que convive. El primero son sus hojas, mayoritariamente paripinnadas. El segundo son sus frutos, unas pequeñas nuececillas dispuestas en largas infrutescencias y subtendidas por una bráctea más o menos profundamente trilobada. La subfamilia está constituituida por 2 géneros en América Central (Oreomunneo y Alfaroa) y otros dos en Asia (Engelhardia y Alfaropsis), que todos podrían haber estado presentes en Europa en un momento u otro. No está muy claro, en efecto, en qué momento ni donde se diferenciaron unos de otros los distintos géneros de esta subfamilia. En los análisis palinológicos llevados a cabo, los pólenes descubiertos han sido casi siempre atribuidos al género Engelhardia pero lo más prudente, a falta de disponer de información más precisa, es quedarse a nivel de la subfamilia.




Infrutescencia de Engelhardia spicata, Laos



Desde un punto de vista ecológico, las especies de esta subfamilia son más termófilas que las de la subfamilia de las Juglandoideae, siendo la mayoría de las especies de esta subfamilia propias de bosques de hojas anchas o perennifolios. Todas ellas crecen en climas tropicales o subtropicales cálidos, con frecuencia en bosques de mediana montaña. Ese carácter termófilo explica que este género tuviese su mayor representación en Europa en el Mioceno y comienzos del Plioceno, haciéndose luego mucho más raro y sobreviviendo a principios del Cuaternario tan solo en la región mediterránea y la región del Cáucaso y del Mar Caspio, a cuyas orillas parece haber sobrevivido hasta el Pleistoceno Superior. La aridificación intervenida en los últimos milenios y la subida del nivel del Mar Caspio acabaron con ese último refugio de plantas de carácter marcadamente oriental. La coexistencia en aquella época con taxones propios de zonas templadas deja pensar, sin embargo, que esta subfamilia estuvo representada en el pasado por especies mejor adaptadas al frío.




Distribución de las Engelhardoidea en Europa en el Neógeno.



Tras realizar una búsqueda exhaustiva de su posible presencia en España o en Portugal, no he encontrado ningún indicio de que ninguna especie perteneciente a esta subfamilia se cultive en algún lugar de la Península. El carácter marcadamente tropical de estas especies hace que hasta ahora su cultivo no haya sido posible en la Península. La única región en la que se pudiera eventualmente cultivar son las Islas Canarias, donde no he encontrado ningún indicio de su presencia como ornamental.
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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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