Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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Es probable que la mayoría de ustedes nunca haya oído hablar de mí, del bosque de Bialowieza o, incluso, de lo que es un un bosque primigenio, ni haya tenido nunca la oportunidad de estar en uno de ellos. Me llamo João Ferro, nací en Lisboa, Portugal, en 1971 y soy guía de naturaleza y rastreador de animales en la reserva de la biosfera de Bialowieza en Polonia y Bielorusia. Seguramente os estaréis preguntando qué hace un lisboeta en un lugar perdido situado en los confines de Europa, tan lejos de su patria, y la respuesta es que vivo mi gran pasión: mi vida son mis pasiones y mis pasiones son... mi vida y el poder aprender de y sobre la vida.



Toda mi vida he sentido la enorme necesidad de estar en contacto con la naturaleza y de aprender sobre los secretos de la vida, ya sea ésta la del Hombre o de la naturaleza salvaje. Cuando era niño y adolescente, me influenciaron mucho algunas personas maravillosas que por su capacidad de comunicación y gran visión me ayudaron a profundizar mi concepto de la vida y a abrir horizontes. Entre los más importantes podríamos citar a Félix Rodríguez de la Fuente, David Atenborough, Jacques Cousteau, Gonçalo Ribeiro Telles y Bill Mollison. En última instancia, probablemente sea por culpa de estas influencias si hoy vivo y trabajo en la Reserva de la Biosfera de Bialowieza.

Para todos aquellos que no sepan qué es Bialowieza, podríamos resumirlo de la siguiente manera:

•Bialowieza es un complejo forestal con distintos niveles de protección en el que se pueden encontrar algunos de los bosques templados de llanura mejor preservados de Europa, preservando en algunas partes bosques que se consideran primigenios.
•Algunas partes del bosque de Bialowieza han sido erigidas en Reserva de la Biosfera desde 1977 y Patrimonio de la Humanidad desde 1979
•El bosque de Bialowieza alberga los árboles nativos más altos de Europa y es único en cuanto a la cantidad y edad de árboles monumentales.
•Bialowieza alberga algunos de los últimos paisajes y ecosistemas funcionales de Europa, con una gran biodiversidad. Se trata de un lugar único para entender y estudiar ciclos naturales que han estado funcionando de manera ininterrumpida desde tiempos inmemoriales (ciclo del agua, ciclos vitales, ciclos de descomposición).
•Bialowieza es también el lugar en el que se logró salvar de la extinción al bisonte europeo y en el que vive una de las mayores poblaciones de esta especie.




Bisontes en la Reserva de la Biosfera de Bialowieza. / Fotografía: Frank Vassen / Licencia: Creative Commons.



Entender el concepto de paisaje o de ecosistema funcional al que hemos aludido más arriba es un auténtico reto para la mayoría de las personas que guío a través de la reserva. Resumiendo podría decir que un ecosistema/paisaje funcional es, desde un punto de vista puramente mecanístico, un sistema en el que los ciclos naturales, la evolución de las especies y las interacciones entre individuos y especies con su medio se mantienen en equilibrio. Independientemente de cual sea nuestra orientación cultural, ideológica, religiosa, política, filosófica, personal o pedagógica, la mecanística de la naturaleza es inmutable y universal, sin importar el continente, el clima, la geografía o el tiempo.

En nuestra cultura actual, los medios de comunicación, los políticos, las ONGs, los activistas, los ideólogos y las personas nos dicen que la naturaleza está en peligro. Nada más lejos de la realidad. No es la naturaleza la que está en peligro, sino nuestra cultura y nuestro modo de vida y, tal vez, nuestra propia especie ya que estamos constantemente perturbando esa tendencia que tiene la propia naturaleza a alcanzar un pleno equilibrio. Por supuesto, muchas especies corren un grave riesgo de extinción y probablemente se extinguirán en un futuro no muy lejano, pero eso no significa que la naturaleza corre peligro. La VIDA es muy, muy resiliente y el planeta lleva eones desarrollando nuevas especies que desempeñan su propio papel en los ciclos de la naturaleza, con o sin nosotros.




Son escasísimos hoy en día los bosques del continente europeo en los que llegan a completarse todos los ciclos naturales y en los que el bosque logra alcanzar un estado de equilibrio tan perfecto como el que se puede observar en el bosque de Bialowieza / Fotografía: Jacek Karczmarz / Licencia: Creative Commons



Para entender el funcionamiento básico de la naturaleza, necesitamos conocer primero cuales son sus principios principales:

•La naturaleza es plástica: evoluciona, cambia, se reconfigura, aparece y desaparece dependiendo de las condiciones presentes.
•La naturaleza está en constante evolución: dependiendo de todas las interacciones e influencias a las que se ven sometidos los organismos que viven en ella, que pueden evolucionar o desaparecer.
•La naturaleza no es linear: contrariamente a lo que se suele enseñar en las escuelas o afirmar en los principales medios de comunicación, la naturaleza no evoluciona o mueve de un punto A a un punto B, su evolución es más bien comparable a la de una internet compleja, constituida por las infinitesimales relaciones de acciones y reacciones entre todos sus participantes.
•Todas las especies son importantes y a la vez tienen sus límites: el Hombre, por ejemplo, es parte de la naturaleza, se quiera o no se quiera, tan solo somos una especie más ni más ni menos importante que todas las demás en un planeta cuyos límites están definidos por las mismas reglas que influencian a los demás organismos, ellos mismos influenciados por los demás y limitados por las condiciones presentes.
•La naturaleza siempre evoluciona hacia la homeostasia; esto significa que si se les deja el tiempo todos los ciclos de la naturaleza alcanzarán un equilibrio.
•La naturaleza siempre evoluciona en la misma dirección hasta alcanzar su climax potencial: ese climax se alcanza dejando tiempo para la evolución, la disponibilidad, diversificación e integración dependiendo de las condiciones locales y posibilidades.
•La naturaleza no tiene moral ni ideología: en la naturaleza todos los organismos tienen su sitio siempre y cuando son integrados y siempre y cuando sean funcionales tanto como individuos y colectividad. Una especie que no es funcional y que no se integra tarde o temprano cambiará o se extinguirá. Todas las especies tratarán de VIVIR y de tener éxito, independientemente de nuestros juicios morales, culturales o ideológicos.
•La naturaleza tiene sus límites: el consumo no puede superar la capacidad de producción , ya sea ese consumo el de un sencillo organismo o el de todo un ecosistema.
•En la naturaleza, la producción y el consumo deben estar en equilibrio y éste equilibrio se regula mediante diferentes tipos de interacciones como la predación, el parasitismo, la competición, la simbiosis, el mutualismo y el comensalismo.

Todo lo que acabamos de mencionar está determinado e influenciado por los numerosos factores que actúan conjuntamente en la naturaleza:

Tiempo, Clima, Astronomía, Geología; Atmósfera; Agua, Energía, Vida, Muerte, Nutrientes, Toxinas, Equilibrios

Teniendo en mente todo lo que acabamos de enumerar, que por supuesto podría ser mucho más detallado, uno puede preguntarse qué le estamos haciendo a la naturaleza y porqué nos encontramos hoy en un momento tan controvertido de la evolución de la Humanidad. Asumiendo el riesgo de simplificar demasiado las cosas para no extenderme demasiado podría decir que el error fundamental que está cometiendo nuestra civilización, a pesar de estar asesorada por científicos o ideologías de corte ecologista, es el de no entender la mecánica básica de la naturaleza con neutralidad y por ello ser incapaz de respetar, en lo fundamental, esa mecánica de la naturaleza a la que tantas veces nos referimos como "sostenibilidad".



Al permitir la tala de árboles y la extracción de madera en las zonas del bosque de Bialowieza teóricamente incluidas en la red de espacios protegidos Natura 2000, el hombre interfiere directamente en los grandes ciclos de la naturaleza, que se habían mantenido más o menos inalterados en buena parte de este bosque.



La sostenibilidad en la naturaleza, contrariamente a lo que afirma la ideología económica establecida, depende de algunos factores básicos que todos deberíamos haber aprendido en la escuela:

•El consumo y el número de consumidores no puede nunca superar la capacidad de producción, por razones obvias para todos.
•Lo que se extrae del ciclo de nutrientes debe ser devuelto siempre, de lo contrario vamos hacia un empobrecimiento del ecosistema y, posiblemente, un colapso del mismo.
•EL aporte de toxinas no puede superar la capacidad que tiene el ecosistema de neutralizarlas.
•Los constituyentes esenciales del sistema planetario no se pueden modificar sensiblemente, ya sea en la atmósfera o en la hidrosfera.
•El ciclo del agua es de mayor importancia y un cuidado especial se tiene que poner en no perturbarlo. Lo que se consume tiene que ser devuelto en la misma cantidad y en el mismo sitio.
•Nuestro consumo de alimentos, ya sea animal o vegetal, no debe alterar los grandes ciclos y debe integrarse en la capacidad de producción del lugar.


Entonces, ¿ cómo me influenció Bialowieza y me llevó hasta al punto en el que me encuentro hoy ? Bialowieza me influenció por ser uno de los pocos ecosistemas funcionales en Europa y en el mundo, ofreciéndome una perspectiva que ningún libro de texto ofrece. Gracias a que he podido observar, sentir y aprender en vivo en un lugar que ha sufrido una mínima influencia humana en el pasado y una mínima intervención en el presente, las lecciones más importantes las recibí y las seguiré recibiendo mientras permanezca cerca de esa naturaleza, que es una infinita fuente de información sobre la vida y un ejemplo para nosotros humanos, tanto individualmente como colectivamente. Todo lo que he mencionado antes es fruto de la observación directa de la funcionalidad de la naturaleza.


Una representación de las interacciones entre componentes funcionales dentro de un ecosistema en equilibrio.



Volvemos aquí a encontrarnos con este concepto de funcionalidad, que es similar al de homeostasia (ndlr: capacidad de un sistema para conservar su medio interno en equilibrio), término utilizado en biología para explicar la función de los organismos pero también utilizado para describir la funcionalidad de un macro-organismo como la tierra (prácticamente similar al concepto de Gaia). El concepto es escalable y puede servir para describir un sistema vivo a diversas escalas. A propósito de esa idea de funcionalidad, cuando se alcanza el "climax" la mecánica del sistema tiende a alcanzar un perfecto equilibrio sintrópico y ese es un concepto importantísimo al ser precisamente el que los humanos no respetamos y que nos está llevando al Armageddon, sin entender el sentido de esa palabra y sin respetar ese principio estamos condenando los ecosistemas a ser disfuncionales y, en última instancia, al colapso, al vivir en un sistema de valores cultural que tiende a la entropía en vez de tender a la sintropía, que es hacia donde la naturaleza nos lleva naturalmente. Todo lo que no sea capaz de vivir siguiendo ese principio es reorganizado, lo que en otras palabras significa que muere para poder ser puesto a disposición para la renovación o la reorganización.

En un sistema plenamente funcional las pequeñas perturbaciones conducirán siempre a una rápida reorganización del sistema y a una nueva homeostasia en cuanto que mayores perturbaciones, ya sean de origen humano o no, necesitarán más tiempo para que el sistema se reajuste, ofreciendo una mayor oportunidad al sistema para que evolucione y se reorganice. Uno debe guardar siempre en mente que no hay nada pasivo en la naturaleza, siempre hay algún tipo de cambio, la evolución es permanente sea cual sea su dirección, conduciendo a una complexificación del sistema. Se puede simplificar examinando un sistema tan solo en un momento dado en el tiempo pero lo cierto es que todos los sistemas tienden a una constante complexificación. Al ejercer de guía, siempre doy como ejemplo una imagen que todo el mundo entiende: imaginad el césped de un parque, si nadie "cuida" de ese césped con el tiempo actuará la ley natural de sucesión y ese mismo césped, tras unos años, se transformará en un matorral dominado por arbustos y algunos árboles. Esperad más tiempo y se transformará en un joven bosque dominado por especies de árboles pioneras y tras unos 150 años aproximadamente, acabará transformándose en un bosque maduro. El problema con este concepto es que muchas personas tienden a olvidarse de ello o a actuar en contra de ello, pensando que el paisaje ideal es un paisaje estable desde un punto de vista absolutamente personal, sea ese paisaje un aburrido césped, un campo de patatas o el jardín de flores de su abuela, realizando un enorme esfuerzo en contrarrestar la que es una de las mayores reglas de la naturaleza: el cambio constante.




La mayor parte de nuestras actuaciones en los paisajes que nos rodean son en realidad un eniorme e inútil esfuerzo que realizamos para contrarrestarla la que es una de las reglas más importantes de la naturaleza: todo cambia constantemente.



Teniendo claro ese concepto, la idea de que puedan existir especies invasoras o malezas nocivas resulta absurdo. Se puede estar de acuerdo con que al principio puede haber un cierto grado de perturbación, pero con el tiempo todo tiende al equilibrio y eso ocurre de manera particularmente rápida en un ecosistema que ofrece muchas posibilidades o que se encuentra ya en equilibrio. ¿ Porqué entonces se promociona tanto ese concepto de invasividad ? Se trata de una red compleja de ideas y de intereses que, simplificando, está basada en un concepto equivocado de la vida en este planeta y cuyos cimientos son el miedo y la exclusión. Otro concepto que he aprendido viviendo aquí en Bialowieza es que no hay exclusiones en la naturaleza, cualquier organismo nuevo en un sistema acabará extinguiéndose o incluyéndose en ese sistema. Algunas especies muy específicas puede que saquen provecho de alguna perturbación y dominen durante cierto tiempo (que puede ser equivalente al de una corta vida humana) pero tarde o temprano el sistema natural acabará equilibrando la composición específica. Podríamos dar aquí un ejemplo fácilmente comprensible: imaginemos una plantación exótica de pinos en Francia, en la que no hubiera intervención humana. Con el tiempo, diferentes especies presentes en esa región acabarían por instalarse en la plantación de pinos y al cabo de 200 o 300 años, ya poco tendría que ver con la plantación de pinos. Es probable que algunos pinos se mantengan pero lo más seguro es que acabe habiendo un complejo mosaico de diferentes especies constituyendo un bosque mixto.




En una antigua plantación de eucaliptos en la reserva de Kalakad-Mundanthurai, en el sur de la India, abandonada desde hace unos 40 años, los investigadores han puesto de manifiesto que el número de especies arbóreas aumentó a partir de 2005, siendo ahora similar al de los bosques primarios adyacentes. Muchas de las especies que se han instalado, sin embargo, no son las que dominan en los bosques primarios colindantes, que probablemente tardarán mucho más tiempo en reaparecer, hasta mitigarse mucho más los efectos de una perturbación que hace sentir sus efectos durante un tiempo que supera con creces el de una vida humana. / Fotografía: Abandoned plantations in forested areas may not recover fully: Study



Muchas personas no se dan cuenta, también, de que muchos ciclos en la naturaleza son muy largos, superando con creces la esperanza de vida de un ser humano. El tiempo que se necesita para alcanzar el pleno desarrollo de un ecosistema desde el momento en que sufre algún tipo de perturbación y se ve reducido a algo tan sencillo como un césped hasta que se convierte en un bosque primigenio en el que ya no se nota la influencia del hombre puede fácilmente superar el milenio.

Para acabar, qué mejor que recordar uno de los conceptos más importantes: la vida sigue su curso en perpetuo cambio, sin importar nuestros puntos de vista personales y creencias, porque no existe nada más allá de la VIDA, en permanente evolución y complexificación.


Autor: João Ferro
Traducción: Adrián Rodríguez




Cuando llega el invierno en los parques de mi barrio, llama inevitablemente la atención un pequeño arbusto de hojas perennes cuyos frutos, globosos, se abren y liberan unas llamativas semillas anaranjadas que aparecen cubiertas por una sustancia pegajosa, resinosa, que probablemente permite que se adhieran al pico de las aves y sean transportadas aunque no sean consumidas. Esta característica, que comparten muchas especies de este género, fue la que le valió su nombre genérico: Pittosporum, que deriva del idioma griego πίττα (por πίσσα) 'resina' y σπόρος, 'semilla, simiente', o sea 'simientes pegajosas'. Integrado por unas 150 especies principalmente distribuidas por el SE Asiático y Australasia, el género Pittosporum también está presente en África (5 especies) y alcanza, hacia el oeste, la isla de Madeira donde crece el único representante europeo de este género (Pittosporum coriaceum).




Mapa de distribución actual de la familia de las Pittosporaceae, que corresponde grosso modo al del género Pittosporum, que constituye la mayor parte de esta familia.



Como era de esperar, este género también estuvo presente en Europa antes de las glaciaciones. No se trata, sin embargo, de un género que haya dejado una gran impronta en el registro fósil. Los únicos restos de este género son macrorestos (frutos y hojas), no habiendo rastro de este género en los registros polínicos, tal como ocurre con otras muchas plantas entomófilas. De hecho, para lo que es el Plioceno, época inmediatamente anterior al Cuaternario, tan solo se han descubierto restos de este género en Portugal, en los depósitos de Rio Maior (1). Más antiguos, se conocen fósiles del Mioceno en Austria (2), Hungría (3) y Grecia (4). Los restos encontrados en Portugal y descritos bajo el nombre de Pittosporum tavaresi se parecen mucho a la actual Pittosporum tobira, que es, circunstancialmente, la especie de este género más comúnmente cultivada en Europa.




Este género es hoy muy conocido en la región mediterránea por el cultivo como ornamentales de varias especies. La más frecuente, con diferencia, es el pitósporo del Japón (Pittosporum tobira) que, como su nombre indica, es originario de Japón, S de Corea y Taiwan. Se trata de un arbusto que puede alcanzar el tamaño de un pequeño árbol (6 m) si se le deja crecer, ya que se trata de una especie que se poda con frecuencia. En la actualidad, se ha naturalizado en distintas zonas costeras de la Península. Ya vimos en un artículo de este blog (El pitósporo y el bonetero del Japón a la conquista del Levante) cómo se está naturalizando en los naranjales abandonados de Moncofar (Castellón) y no sería nada extraño viendo la facilidad con la que se propaga, que esta especie se vaya extendiendo poco a poco por todas las zonas que le son favorables.




Flor de Pittosporum tobira, un parbusto muy comúnmente cultivado en nuestros parques y jardines.



Otra especie que se cultiva con frecuencia en la Península Ibérica es el pitósporo de bayas anaranjadas (Pittosporum undulatum), una especie originaria del S y E de Australia que alcanza el tamaño de un pequeño árbol (15 m) que ha expandido considerablemente su área de distribución. Se ha naturalizado con notable éxito en el W de Portugal, en particular la región de Lisboa donde cubre casi todas las pequeñas colinas húmedas. También está muy presente en las Azores y en la isla de Madeira, donde ocupa más o menos el nicho que ocupaba Myrica faya. Esto le ha valido, lógicamente, ser incluida en el listado nacional de plantas invasoras de Portugal.




Hojas y frutos de Pittosporum undulatum. / Fotografía: Jardim Botânico UTAD



Más anecdótica es por ahora la presencia de Pittosporum crassifolium, que tan solo se ha citado como naturalizada en la región de Cabo Raso (Cascais), en comunidades de Juniperus turbinata (5). Esta especie tiene cierto parecido con Pittosporum tobira pero sus hojas son más gruesas y coriáceas, además de pubescentes, y sus flores tienen un color púrpura oscuro.



Hojas y flor de Pittosporum crassifolium.



Caso aparte es el pitósporo de Madeira, especie endémica del norte de la isla considerada en peligro crítico de extinción del que tan solo quedan unos 40-50 individuos maduros muy dispersos (IUCN). Esta especie aparentemente también estuvo presente en las Islas Canarias (Tenerife) y se llegó a plantearse su reintroducción en zonas de monteverde pero no tengo constancia de que tal proyecto finalmente se haya llevado a cabo.



(1) Teixeira, C. 1973-74. Sur la présence de Pittosporum dans le Pliocène du Portugal. Revista da Faculdade de Ciências de Lisboa, 2ª série, C, 11, 599-601.
(2) Kovar-Eder J., Kvacek Z. & Stròbitzer-Hermann M. (1997) / The Miocene Flora of Parschlug (Styria, Austria) – Revision and Synthesis / Ann. Naturhist. Mus. Wien, Vol. 105 A, pp. 45–159
(3) Erdei B. & Kvazek Z. (1997) / A newly recovered collection of the Earl y Miocene flora of Kymi (Greece) previously misinterpreted as the Upper Miocene flora of Tállya (NE Hungary) / ANNALE S HISTORICO-NATURALES MUSEI NATIONALI S HUNGARICI, Vol. 89, pp. 5-10
(4) Hably L. (1985) / EARLY MIOCENE PLANT FOSSILS FROM IPOLYTARNÓC, N HUNGARY / Geologica Hungarica. Series paleontologica - Fasc. 44-46.
(5) Silva V., Saraiva S. & Correia I. (20012) / Adições corológicas de espécies não indígenas naturalizadas na Estremadura portuguesa / Acta Botanica Malacitana, Vol. 37, pp. 185–186,




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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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