La espada de Damocles (5): El Sistema Central

Imaginar la futura evolución de la vegetación en zonas de relieves es relativamente más sencillo, conceptualmente, que en otras regiones. Todos sabemos que en respuesta al calentamiento global sufrido por la atmósfera, las especies y los ecosistemas tienen tendencia a migrar hacia el norte o a ganar altitud en las zonas de relieve. Sabiendo más o menos cual va a ser localmente la subida de las temperaturas medias anuales, podemos calcular aproximadamente de cuantos metros van a subir los pisos de vegetación sabiendo que la temperatura desciende entre 1 (atmósfera seca) y 0,55 (atmósfera húmeda) grado cada 100 metros.



Otoño en la Cara Norte de la Sierra de Guadarrama, Noviembre-2017. La repartición altitudinal de los pisos de vegetación se verá modificada por la subida de las temperaturas. / Fotografía: Javier Civantos.

Eso he intentado imaginar en la figura más abajo, suponiendo que de aquí a 2100 los pisos de vegetación podrían subir aproximadamente unos 800 metros (se trata de un valor medio). El resultado de ese pequeño ejercicio mental ya nos permite sacar algunas conclusiones muy generales acerca del aspecto que podría tener, potencialmente, el Sistema Central a finales de siglo y más adelante si logramos estabilizar el calentamiento en un punto que no sea letal para nuestras sociedades. A nadie le importará todo esto en el futuro, claro está, si la temperatura media global sube 10 grados...



Vegetación de la Sierra de Guadarrama hoy y en 2100, asumiendo una subida de 800 metros de los pisos de vegetación.

La primera consecuencia previsible de la subida de las temperaturas y de los pisos de vegetación será la considerable reducción de la superficie ocupada por los pinares. El piso oromediterráneo tan solo se mantendría en los relieves más elevados y de forma bastante relictual. Lo mismo cabría decir de la vegetación arbustiva y herbácea que caracteriza hoy en día muchas de las cumbres de nuestras montañas. A esas altitudes, importarán más las condiciones locales (microclimas) para que sobrevivan este tipo de formaciones vegetales. Aún así, es previsible que muchas especies relictuales hoy en día acaben por desaparecer de nuestras cumbres. Seamos sinceros, será una auténtica escabechina que nadie podrá evitar. Conservar sus semillas en bancos de semillas ultraprotegidos no evitará su desaparición a no ser que planeemos sembrarlas en latitudes mucho más norteñas, si es que se dan las condiciones para ello...



Vista del pinar de Hoyocasero, una auténtica reliquia en la Sierra de Gredos. Los pinares verán probablemente su área de distribución potencial muy reducida. / FOTO: Wikiloc

Los pinares, a su vez, serán sustituidos por bosques de frondosas. En realidad fundamentalmente por el melojo (Quercus pyrenaica), puesto que es la única especie presente por debajo de los pinares, aunque muy localmente también estén presentes otras especies más exigentes que el melojo que bien podrían aprovecharse de una mayor humedad a mayores altitudes si se mantiene el actual nivel de precipitaciones. Las precipitaciones son, en realidad, la gran incógnita. De cómo evolucionarán en el futuro en los principales sistemas montañosos de la Península dependerá en gran medida el tipo de vegetación que los cubrirá. En caso de mantenerse, no podemos excluir que especies como el roble , el haya. los arces o los tilos se vean favorecidas por el cambio climático, aunque el problema de estas especies sería el mismo que han tenido hasta ahora: ¡cómo llegar!



Hayas en las faldas del Monte Abantos (Madrid). Su presencia antes de las glaciaciones está atestiguada por los estudios polínicos y podría ser una de las especies que se vea beneficiada por la subida de las temperaturas en zonas de altitud con mayores precipitaciones. / FOTO: Miguel Varona

Que el nivel de humedad en el Sistema Central pueda mantenerse en un futuro 2-3 grados más caliente que el actual lo podemos intuir sabiendo el tipo de vegetación que estuvo presente en el pasado, cuando reinaban en el centro de la Península condiciones de aridez muy similares a las del SE (ver el tercer artículo de esta serie dedicado a Catilla-La Mancha). Los estudios palinológicos sugieren que en los relieves del Mioceno crecían árboles pertenecientes a los géneros Pinus, Tsuga, Fagus y Zelkova. Una flora bien diferente de la actual pero claramente asociada a niveles de humedad mucho mayores que en las planicies circundantes. No me parece pues descabellado pensar que en el futuro, nuestras sierras podrían albergar una biodiversidad arbórea mayor que la actual.




Representación en un perfil esquemático de los distintos paleoambientes y sus paleoasociaciones vegetales en la Sierra de Guadarrama y su piedemonte. Fernández Marrón et al. (2004)

Bajando hacia el pie de la sierra, nos iríamos encontrando con una creciente aridez, que en la vertiente sur del Sistema Central permitiría a la vegetación típicamente mediterránea alcanzar prácticamente la línea de cresta en las zonas menos elevadas. Vamos, que encinas en la línea divisoria entre ambas Castillas. Nada que ver con los pinares que estamos acostumbrados a ver. Y cuanto más bajemos hacia las llanuras, más resistente a la sequía y al calor la vegetación que nos encontraremos.



Región de Marrakesh, Maruecos. Situaciones tan contrastadas como esta probablemente serán frecuentes en la España del futuro... Autor desconocido.

Una de las sorpresas mayores que ha reservado el estudio de los sedimentos post glaciales en la Sierra de Gredos es la existencia local de una población de cedros que desaparecieron hace pocos milenios, al mismo tiempo que los pinos, cuando esta sierra fue arrasada por la explotación humana. Aunque algunos autores afirman que puede tratarse de aportes eólicos, la abundancia de polen de cedro en un depósito aislado y su total ausencia en otros no muy lejanos no cuadra en absoluto con un aporte eólico. De tener un origen africano ese polen, se tuviese que haber encontrado de forma dispersa en todos los depósitos de la zona, cosa que no se ha observado. En la perspectiva de un aumento de las temperaturas y de la aridez en las altitudes intermedias, el cedro sería un buen candidato para sustituir los pinos y formar bosques mixtos con el melojo.



El cedro de la francesa en Béjar, en una región en la que esta especie sobrevivió hasta hace escasos milenios / FOTO: Javier Elcuaz del Arco

La evolución a grandes rasgos de la vegetación del Sistema Central está pues bastante clara, traduciéndose la subida de las temperaturas por una progresiva elevación de los pisos de vegetación. La evolución de las precipitaciones en este sistema montañoso es la gran incógnita, que determinará si otras especies hoy en día ausentes o muy poco representadas llegarán a desmpeñar un papel mucho más importante que el actual.



Ruiz-Zapata1 M.B. et al. (2011) / Dinámica de la vegetación durante el Holoceno en la Sierra de Gredos (Sistema Central Español) / Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. Sec. Geol., Vol. 105 (1-4), pp. 109-123
Fernández Marrón, M. T., Fonollá Ocete, J. F., Sesé Benito, C. y Jiménez Rodrigo, J. C. 2004. Estudio paleoambiental de nuevos yacimientos de plantas y vertebrados de la “Unidad Intermedia” del Mioceno Medio de la cuenca de Madrid. [Palaeoenvironmental study of new plants and vertebrate sites of the “Unidad Intermedia” from Middle Miocene of Madrid basin.] Revista Española de Paleontología, 19 (2), 199-213


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