Capitalismo y liberalismo. Dos palabras que reflejan una misma realidad. La primera hace referencia a un modelo de producción que es el que se ha establecido en gran parte del mundo en los últimos dos siglos y ha llevado el mundo a la situación en la que nos encontramos actualmente. La segunda es su derivada política, siendo el liberalismo, como su propio nombre indica, la ideología que defiende la explotación sin control de los recursos de la tierra por una minoría de personas a las que se les garantiza por la fuerza una total impunidad y un máximo de ganancias en reconocimiento del risego que han asumido. Todos conocemos tales historias de éxito empresarial y de grandes empresas que han forjado su éxito sobre la explotación de recursos naturales gratuitos, que parecían estar esperando desde siempre que los explotáramos. Subyace aquí esa idea tan bíblica de un mundo infinito que cabía a los creyentes explotar y poner en valor. Creced y multiplicaos. Esta frase del Génesis lo resume todo y es la clara demostración de que durante milenios el hombre ha considerado que la tierra era una fuente de recursos ilimitada que se podía expoliar sin miramientos, sin preocuparse por una Naturaleza salvaje que nuestras élites han despreciado desde los comenzos de la Neolitización y sin preocuparse, sobre todo, por los pueblos asentados en esas regiones, que corrieron la misma suerte que la Naturaleza en la que vivían y de la que no tenían ningún título de propiedad. Los últimos milenios han visto la asimilación forazada o la aniquilación de muchos pueblos cuyo modo de vida era mucho más respetuoso de una naturaleza que se ha venido abajo definitivamente en los últimos dos siglos.

Mina de oro ilegal en la región del Homoxi en la Tierra Indigena Yanomami. (Foto: Bruno Kelly/Amazônia Real).
Con el calentamiento global y el desplome de la biodiversidad, de repente mucha gente se ha dado cuenta que el modelo de sociedad que se ha impuesto sobre la tierra durante los últimos dos siglos realmente es una gran estafa que no ha afectado a todos por igual. Los que impulsaron este modelo de sociedad y lo vendieron a los demás como una oportunidad única de progresar y de enriquecerse viven hoy tranquilos en sus vastas mansiones alejadas del bullicio y de la contaminación. Los demás, la inmensa mayoría de la población, vivimos en grandes urbes, ahogados por las deudas y ganando unos salarios que apenas nos permiten seguir soñando con que las cosas algún día mejoren. En este mundo de pantallas que hemos creado para olvidarnos de la realidad, éstas actuán como una venda que no nos permite ver más allá de las pantallas y nos mantiene presos de sueños irrealizables para una inmensa mayoría de personas. Las diferencias sociales no han dejado de acentuarse durante las últimas décadas. La diferencia entre ricos y pobres es hoy en día abismal. Pero lo más grave actualmente es la diferencia entre generaciones, siendo los jóvenes hoy en día los más perjudicados por la mala repartición de la riqueza. Muchos "viejos" lograron alcanzar un nivel de riqueza nunca visto antes y no sueltan prenda, acaparando las viviendas y los buenos puestos de trabajo, a los que los más jóvenes tan solo acceden con muchísima dificultad. A los jóvenes y a los recién llegados (inmigrantes) no les queda otra que compartir piso para "independizarse" y aceptar los trabajos más penosos y peores pagados para salir adelante. ¿Lograrán salir adelante y coger algún día el famoso "ascensor social"?

Evolución observada y prevista de la producción de petróleo en el mundo.
Se avecinan tiempos terribles en los que nos tocará pagar con creces los errores cometidos por las generaciones anteriores, que se tragaron ese cuento del mundo infinito y del crecimiento sin límite. Pero esto está a punto de acabarse. La producción de petróleo ya ha pasado por su máximo y la necesidad de parar el cambio climático nos va a obligar a cerrar el grifo de las explotaciones de hidrocarburos si pretendemos evitar una catástrofe climática global. Esto significa el fin de la energía abundante y barata y pone en tela de juicio todas la inversiones y decisiones tomadas cuando el petróleo no valía casi nada. Imaginaos que hace 20 años os comprasteis una casa fuera de la gran ciudad, en plena naturaleza, totalmente dependiente del coche par ir a trabajar y a comprar. ¿Seguirá siendo posible si el precio del petróleo se multiplica por diez? Qué exagerado estaréis pensando. Pero si el precio del petróleo es capaz de casi duplicarse debido a la política, sin que la producción varíe sustancialmente, qué creéis que pasará el día en que la producción caiga en picado? Se convertirá en un producto de lujo reservado para uso militar o para la elaboración de productos derivados del petróleo que tienen difícil sustitución. ¿Viajar en avión? Una vez más me parece a mí que los único aviones que veremos volar en nuestros cielos dentro de 50 años serán los jets de los millonarios y los transportes de muerte de los militares...

Los jets privados probablemente sean los únicos vuelos comerciales viables a largo plazo... Fotografía: Juergen Lehle / Licencia: CC BY
Es evidente que ha llegado el momento de cambiar nuestro modelo de sociedad si queremos que el cambio climático no nos afecte de pleno. Todos somos conscientes, en mayor o menor medida, de que tenemos que actuar. Yo el primero, que llevo años advirtiendo de lo que se nos viene encima. Pero mi propio ejemplo no invita al optimismo. Ahogado por las deudas, víctima de unos okupas que han dejado de pagarme el alquiler y me han dejado sin ninguna capacidad de reacción financiera (una manera elegante de decir que soy oficialmente pobre), llevo años sin ni tan siquiera poder salir de Madrid, preso de este monstruo de ciudad en el que estoy condenado a desperdiciar mis mejores años. El día en que la cosa mejore, tal vez ya no esté yo ya para muchos trotes. Esa es mi situación particular. Pero millones de personas podrían contar historias similares y pedir a esas personas que de repente cambien su modo de vida y hagan un sacrificio que no pueden costearse es irrealista. Lo más que podemos hacer es pegar cuatro gritos, con el peligro de que luego nos llamen extremistas o antisistemas. Lo que sería toda una paradoja, ya que somos precisamente nosotros los que estamos presos de este sistema del que no hay manera de escapar y en el que participan activamente los bancos, la justicia, los empresarios, etc. La otra manera es negar simple y llanamente que existe el problema y dejarse seducir por las sirenas de una extrema derecha que lanza mensajes muy fáciles de entender, auque basados en mentiras difíciles de contrarestar cuando tu mente anda ocupada por problemas del día a día mucho más acuciantes que unas cuantas décimas más de calentamiento global.

En fin, para no cerrar este post con un mensaje demasiado negativo y pesismista, quisiera insistir en la idea de que solo entre todos lograremos cambiar esta sociedad y "redimensionarla" de acorde a las posibilidades de este mundo. Algo similar me pasa a escala personal: solo lograré salvarme renunciando a la herencia de mis padres, vendiendo el piso que compraron ahorrando toda su vida. Un destino que probablemente comparto con muchos millenials, que deberán el no caer en la pobreza a lo que hereden de sus padres. El próximo que me diga que "España va bien" se habra merecido el sopapo que millones de personas en este país le podrían soltar...