Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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Muchos de los géneros y especies que hemos tratado hasta ahora en esta serie de artículos dedicada a las paleoautóctonas son táxones más bien exigentes en agua y serían los que se podían observar durante el Neógeno (Mioceno y Plioceno) principalmente en la mitad norte de la Península Ibérica o en las zonas de relieves. En el sur de la Península, en cambio, con frecuencia prevalecía la aridez y los paisajes estaban dominados por una vegetación abierta o semi-abierta en la que predominaban especies muy resistentes a la sequía que hoy en día tan solo están presentes en África y Asia.




Inflorescencia de Prosopis pallida / Fotografía: Dick Culbert.



El género Prosopis que examinamos hoy consta de aproximadamente 45 especies distribuidas por las zonas secas de las regiones tropicales y subtropicales de ambos hemisferios y desempeña un extraordinario papel ecológico en todas esas zonas. Teniendo, además, los árboles que pertenecen a este género un sinfín de usos, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que se trata de unas especies de una extraordinaria importancia para las poblaciones asentada en esas zonas. Los principales usos de las distintas especies de Prosopis vienen resumidas en la siguiente figura (1):





Tal como han demostrado los estudios filogenéticos llevados a cabo sobre este género (2) y a pesar de que el género presente un máximo de diversidad en el continente americano, el origen del mismo ha de buscarse en el Viejo Mundo, siendo Prosopis cineraria, una especie que se encuentra en estado natural desde Medio Oriente hasta el norte de la India, la especie más "primitiva". O mejor dicho, la que se separa más pronto del tronco común. Del Viejo Mundo, este género pasó a América donde se diferenció rápidamente debido a la progresiva aridificación del mismo. La diversificación que se observa en América es relativamente reciente y buena parte de esas especies se hibridan fácilmente.



Distribución de las principales especies del género Prosopis.



Estando tan cercanas las poblaciones más alejadas de Prosopis (Mediterráneo oriental), no resulta demasiado sorprendente su presencia en el Mediterráneo occidental antes de las glaciaciones, durante los periodos mas secos y más cálidos. Es casi segura la presencia de Prosopis farcta o de su antecesor directo, al que se han atribuido los pólenes encontrados y no es descartable que también estuviese presente alguna otra especie como Prosopis cineraria, cuya área de distribución alcanza el Mar Rojo por el oeste.


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Teniendo en cuenta la total ausencia de ese género en la Península Ibérica y la práctica total ausencia de especies arbóreas adaptadas a las condiciones de sequía que aguantan las especies de este género (el araar - Tetraclinis articulata - es una de las pocas especies autóctonas que aguanta ese tipo de condiciones), la incorporación de alguna especie de este género a nuestra flora me parecería una muy buena noticia si pretendemos evitar que la mitad sur de la Península se convierta en un vasto desierto sin árboles. Los estudios de paleobotánica nos describen paisajes de sabanas y de bosques secos en los que este género y otros tipos de árboles como las acacias desempeñaron un papel muy importante. Estas especies desaparecieron por completo de la Península Ibérica y está en nuestras manos el permitir que regresen. La alternativa sería un paisaje totalmente desarbolado que ya se puede observar en amplias zonas del SE y que a pesar de su originalidad florística no es suficiente para frenar los procesos de desertificación que sufrimos.




Bosques dominados por Prosopis pallida (Algarrobo), en el Santuario Forestal de Pomac, Región de Lambayeque, norte del Perú. / Fotografía: The Huarango and Algarrobo forests of coastal Peru: rays of hope



A menudo me dicen, en los foros en los que me muevo, que estoy obsesionado con plantar árboles y que si el cambio climático llegara a hacer desaparecer las especies que crecen actualmente en el sur de la Península, deberíamos aceptar la idea de no tener árboles antes que aceptar la instalación de especies exóticas. Este argumento muestra claramente los límites de la ideología conservacionista: ante un cambio tan importante como el que está ocurriendo, los conservacionistas prefieren que se instale el desierto antes que aceptar la idea de que especies mejor adaptadas a las nuevas condiciones se instalen y tomen el relevo de la actual vegetación. Ya me los imagino explicando a la gente del campo, en Andalucía y en Extremadura, que esto no tiene remedio sabiendo que existen especies tan resistentes a la sequía como los "algarrobos" (ese es el nombre que se da popularmente en América Latina a las especies del género prosopis), con una multitud de usos que podrían en gran parte compensar la desaparición de una especie como la encina...




El algarrobo de Pueyrredón (Argentina), cuya edad ronda los 350 años / Fotografía: Patricio Pidal (La Nación)



Hasta el momento de escribir este artículo, “Prosopis” tan solo era para mí el nombre de un género que había llegado a leer en algunos artículos de paleobotánica. Hoy me doy cuenta que se trata de un grupo de árboles que desempeña un papel extraordinariamente importante en las zonas secas tropicales y subtropicales. Ignorar ese potencial y no hacer caso del pasado sería, creo yo, un monumental error. Intentaré, en las próximas semanas, conseguir semillas de alguna especie que se adapte bien al clima mediterráneo y es probable que acabaré plantando algunos ejemplares en el pequeño descampado en el que experimento. No me cabe la menor duda de que a los conejos les va a encantar...


ProsopisFamilia: FabaceaeOrden: Fabales

Árboles o arbustos inermes o espinosos, espinas axilares o estípulas espinosas. Hojas bipinnadas, pinnas 1-2 pares, foliolos pocos o numerosos por pares; estípulas pequeñas o ausentes. Glándulas peciolares o yugales pequeñas o inconspicuas. Inflorescencia axilar, en espigas cilíndricas o cabezuelas globosas. Flores 5-meras. Cáliz cortamente dentado. Pétalos soldados por debajo de la mitad. Estambres 10, libres, anteras con o sin glándula caduca. Ovario sésil o estipitado, óvulos numerosos. Fruto linear, grueso y comprimido, recto o falcado, indehiscente, mesocarpio esponjoso. Semillas ovadas, comprimidas.

Descripción:  Flora of Pakistan




Aunque lo más lógico, desde un punto de vista filogenético, sería recurrir a las especies más próximas a las que pudieron vivir en la Península, el caso es que los ensayos realizados (1) han mostrado que algunas especies tienen una muy pobre supervivencia y crecimiento fuera de sus respectivas áreas de distribución nativas (caso de P. africana, P. cineraria, P. pubescens y P. tamarugo). Afortunadamente, parece que se llevaron a cabo ensayos con distintas especies de árboles adaptados a la sequía en la provincia de Almería a finales de los 80 y esos ensayos mostraron que especies como P. chilensis y P. velutina no solamente eran capaces de sobrevivir, sino que tenían potencial para naturalizarse. Lamentablemente, esa misma constatación parece que llevó más tarde los instigadores del ensayo a eliminar por completo los ejemplares plantados, cediendo a las advertencias de los biólogos invasionistas (3). Lo más probable, pues, es que recurra a alguna de esas especies o a Prosopis alba, que tiene una vasta área de distribución en Sudamérica y es en teoría capaz de aguantar el clima del centro de la Península.



(1) Pasiecznik N.M., Harris P.J.C. & Smith S.J. (2004) / Identifying Tropical Prosopis Species: A Field Guide / HDRA, Coventry, UK
(2) Catalano S.A. et al. (2008) / Molecular phylogeny and diversification history of Prosopis (Fabaceae: Mimosoideae) / Biological Journal of the Linnean Society, Vol. 93, pp. 621–640
(3) Pasiecznik N. & Eugenio Peñalvo L. (2016) / 25 year results o a dryland tree trial, and an invasive risk assessment of introduced species / Zonas Áridas, Vol. 16(1), pp. 52-71



El anuncio por parte del ayuntamiento de Madrid de un plan de erradicación de la cotorra argentina ha sido ampliamente difundido por la prensa durante los últimos días (Madrid eliminará la mayoría de las 12.000 cotorras invasoras que amenazan el ecosistema de la ciudad). Ese plan surge en respuesta al aumento de las poblaciones de esta ave, que ha encontrado en el ámbito urbano unas óptimas condiciones de supervivencia. Al tratarse de un ave bastante ruidosa, el ayuntamiento responde sobre todo a las quejas de algunos vecinos, molestos por la presencia de ruidosas colonias a proximidad de sus casas. Si se hubiese tratado de una especie autóctona protegida o poco frecuente, el ayuntamiento hubiese tenido que tomar costosas medidas de traslado pero, al tratarse de una especie exótica, la solución era mucho más sencilla: se podía erradicar sin ningún tipo de justificación si quedaba demostrado que se trata de una especie exótica invasora.



La cotorra argentina es el único psitácido que construye nidos.



Considerar que una especie exótica es "invasora" no es tan fácil como parece. Por definición, se considera que una especie exótica es invasora si sus poblaciones aumentan de forma incontrolada y, sobre todo, si su presencia pone en peligro la supervivencia de alguna especie autóctona. Este tipo de definición encierra un peligro: a menudo el carácter invasor de una especie se establece en base a suposiciones o a afirmaciones no demostradas, mentiras piadosas que se van propagando de publicación en publicación, no fundamentadas en ningún tipo de estudio científico. Vale la pena, creo yo, examinar qué argumentos se esgrimen en contra de la cotorra argentina y compararlos con lo que se sabe de la biología de este ave muy mal conocida en realidad. Tras buscar información en internet acerca de los que sabemos de las cotorras, me he encontrado con que la información más fehaciente y contrastada es la que aporta el informe realizado por el ayuntamiento de Zaragoza (1) para llevar a cabo su propio programa de exterminio de las cotorras argentinas (aniquiladas en esa ciudad). Veamos a continuación de qué se acusa a las cotorras...

Acusación 1: se comen el alimento de otras especies

Este argumento a mí siempre me ha parecido muy poco convincente, sobre todo tras observar cómo las cotorras son capaces de sacar provecho de recursos totalmente ignorados por otras especies. Es época de castañas de Indias en el parque del Retiro y si decidiérais daros un paseo por este parque, es muy probable que observéis la misma escena que tuve la oportunidad de fotografiar hace unos años: las cotorras comiéndose las castañas, haciendo uso de las extraordinarias herramientas que son sus patas y su pico, que les permiten hacer lo que ninguna otra especie presente en nuestro país es capaz de hacer. Del mismo modo, tuve la suerte de poder presenciar como las cotorras de mi barrio abrían los conos de las tuyas orientales para comerse sus semillas. Una escena que se repite año tras año, para gozo y disfrute de las palomas torcaces y de los gorriones, que cuando eso ocurre buscan en la hierba al pie de los árboles las semillas que se les escapan a las cotorras. Veamos qué dice el informe zaragozano acerca de su alimentación:

"La alimentación de esta especie es básicamente granívora. Come principalmente semillas diversas que encuentra tanto en espacios urbanos como en zonas periféricas, donde abundan cultivos y especies silvestres. Completa su dieta con flores, brotes tiernos y frutos diversos. Su gran adaptabilidad a todo tipo de alimento, en las distintas estaciones del año, es uno de sus principales aliados para su expansión. En Zaragoza son los gálbulos de ciprés los más codiciados, junto con el fruto de la melia (Melia azedarach). Frutos de palmera, flores de olmo, flores de arbustos urbanos, rastrojos de maíz, flores en praderas de césped, etc., conforman el sustento suficiente para este pequeño loro."

Leyendo esto esto dan ganas de decir que la cotorra argentina es una especie exótica que se alimenta fundamentalmente de plantas exóticas. O sea, que desde un punto de vista esencialmente trófico, podemos afirmar que por ahora la cotorra argentina ocupa un nicho vacío en nuestros "ecosistemas", si es que se pueden considerar realmente como ecosistemas nuestros parques, jardines y avenidas. En realidad, no mentiría diciendo que nuestras ciudades están diseñadas para un ave como la cotorra.




Los dedos prensiles de los loros les confiere una clara ventaja a la hora de comer frutos como las castañas de Indias, muy abundantes en el Parque del Retiro. Parque del Retiro Madrid.



Acusación 2: expulsan a las demás especies

Se acusa a menudo a las cotorras de ser agresivas y mucho más fuertes que los "pobres" gorriones, que supuestamente estarían contribuyendo a extinguir. Ese argumento es realmente endemoniado, al intentar los que lo hacen relacionar dos hechos independientes que nada tienen que ver el uno con el otro. Uno es la expansión de la cotorra, que como hemos visto en el punto anterior, tiene a disposición unos recursos casi infinitos en nuestras ciudades. El otro es la desaparición de los gorriones, que se está observando en casi toda Europa, en zonas en las que no hay cotorras, y cuya explicación mucho tiene que ver con el carácter aséptico de nuestras ciudades y con la alta contaminación de las mismas. Los gorriones ya no encuentran en nuestras ciudades el alimento que les permitía convivir con nosotros en el pasado. Al contrario, nuestros parques y jardines son un auténtico vergel para las cotorras. Esa es la única relación que veo yo entre ambas cosas. En cuanto a la convivencia con las demás especies, me parece interesante lo que cuenta el informe:

" Durante las tareas de gestión, en estos once años no hemos observado enfrentamientos directos con otras aves, salvo pequeñas peleas con urracas y grajillas por la ocupación de los nidos."

"En el caso de las urracas, es la cotorra argentina quien le roba el nido una vez abandonado, y en el caso de la grajilla son éstas quienes persiguen a las cotorras allí donde instalen una nueva colonia, para ocupar algunas de las cámaras de nidificación construidas por los loros. No es difícil ver un nido con varias cámaras utilizadas por grajillas y cotorras en armonía (cada especie en una cámara). La ocupación de los nidos de cotorra por paloma bravía (Columba livia), paloma torcaz (Palumbus columbus), o tórtola turca (Streptopelia decaocto) también ha sido observada, si bien de forma muy escasa o casi testimonial, lo que permite suponer que ocupan de forma oportunista alguna cámara carente de interés para la colonia."

"La ocupación de las paredes de los nidos de cigüeña común se salda con una tolerancia absoluta por parte de la cigüeña blanca. En este tipo de nidos, similares a los que construyen las cotorras en las palmeras, se observa la presencia como dormidero y nidificación de un elevado número de gorriones comunes (Passer domésticus)."

"La alimentación conjunta sobre las praderas de césped se torna pacífica entre diferentes especies. Estorninos (Turdus sp.), tórtolas turcas, palomas, y otras aves comparten el mismo espacio sin problemas."

La utilización de los nidos de cotorra argentina por otras especies no es un hecho aislado. En un estudio reciente (2) se realizaron diferentes campañas de muestreo en zonas rurales y urbanas de siete países entre 2013 y 2020 y del total de 2.595 nidos de cotorra argentina que se monitorizaron, se registraron 2.690 nidos de 42 especies inquilinas diferentes (en su mayoría aves que nidifican en cavidade). Nos preocupa que desaparezcan los gorriones y lo mejor que se nos ocurre hacer para ayudarle es destruir los nidos que utiliza como dormitorio y aniquilar la especie que construye esos nidos...

Acusación 3: transmiten enfermedades a las demás aves y al hombre

Seamos sinceros: ¿ os parece este un argumento de recibo ? Como si las cotorras fuesen las únicas aves susceptibles de sufrir y de transmitir algún tipo de enfermedad. Este argumento, francamente, me parece bochornoso y me recuerda demasiado algunos argumentos que se esgrimían en un pasado no muy lejano en contra de algunas minorías a las que se acusó sin pruebas de haber traído la peste y otras enfermedades terribles. Además, no veo yo que ningún tipo de estadística venga a refrendar esta acusación. hasta tal punto que en el informe zaragozano, se ven obligados a hacer uso del condicional a la hora de hablar de ello:

"Otro potencial riesgo para la población sería la transmisión de alguna enfermedad contagiosa, como es la psitacosis. Zaragoza, en el año 2008, mantuvo en cuarentena una tienda especializada en la venta de animales de un centro comercial por un brote de esta enfermedad."

El único caso del que hay constancia es el de una tienda de animales. Sobra cualquier tipo de comentario, creo yo...




No han hecho falta miles de años de "coevolución" para que la cotorra argentina (Myopsitta monachus), originaria del S de Sudamérica, entendiera que los conos de la tuya oriental (Platycladus orientalis), originaria de Asia, encierran unas ricas semillas...



Pues bien, tras este pequeño repaso de las acusaciones vertidas en contra de las cotorras argentinas, y tras considerar las observaciones hechas tanto en Zaragoza (informe) como aquí en Madrid (observaciones personales), os repito la pregunta: ¿ es la cotorra argentina una especie exótica invasora ? Cualquier persona decente se vería obligada a decir que no, creo yo. La cotorra argentina es una especie exótica en plena expansión que por ahora no ha demostrado tener un carácter invasor. Su erradicación y control, por lo tanto, responden a criterios puramente subjetivos cuya valoración no me corresponde a mí llevar a cabo. No tengo nada en contra de que se controlen las poblaciones de cotorras por razones como el ruido que provocan o el peligro que pueden suponer sus enormes nidos pero acusar a esa especie de ser invasora sin ninguna base creíble para justificar su aniquilación es una auténtica vergüenza para cualquier naturalista que se precie. Yo, en todo caso, no me subiré a ese tren...



(1) Alberto Esteban (2016) / Control de la especie cotorra argentina (Myiopsitta monachus) en Zaragoza. Periodo 2006-2016. / Informe de la Unidad de Agentes de Medio Ambiente de Zaragoza. Descargar aquí.
(2) Hernández-Brito, D.; Carrete, M.; Blanco, G.; Romero-Vidal, P.; Senar, J.C.; Mori, E.; White, T.H., Jr.; Luna, Á.; Tella, J.L. The Role of Monk Parakeets as Nest-Site Facilitators in Their Native and Invaded Areas. Biology 2021, 10, 683. https://doi.org/10.3390/biology10070683.



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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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