Paleoautóctonas (43): Sequoia

Ya comentaba en otro artículo de este blog la existencia de algunas pequeñas repoblaciones experimentales de secuoyas rojas (Sequoia sempervivrens) en el norte de España. Estas repoblaciones no han pasado de ser meros ensayos aunque, curiosamente, el éxito rotundo de estos ensayos acabara conviertiéndolas en toda una atracción turística, despertando la curiosidad de mucha gente la presencia de tan emblemáticos árboles. No cabe decir lo mismo de los ingenieros forestales, ya que salvo estos ensayos, su uso no se ha popularizado en nuestro país. Una de estas plantaciones (Poio), de hecho, no fue ni tan siquiera un ensayo, sino que fue un regalo del gobierno americano para conmemorar el 500 aniversario del descubrimiento de América por Colón. Sea como fuere, estos ensayos demostraron al menos dos cosas: primeramente que el clima de la vertiente atlántica de la Península era ideal para la secuoya roja y, segundamente, que las secuoyas poseían una extraordinaria capacidad de rebrote tras los incendios, habiendo sobrevivido una de esas plantaciones (secuoyas de Buchabade) a una ola de incendios que llevó a considerarla desaparecida durante muchos años.




Bosque costero de secuoyas rojas en el Redwood National Park, California. Nótese la importancia en estos bosques de las nieblas. / Autor: Michael Schweppe / Licencia: CC BY-SA


El término "secuoya" se utliliza en español para designar varias especies pertenecientes a géneros muy próximos (Sequoia, Sequoiadendron & Metasequoia). Nos limitaremos a hablar aquí del género Sequoia, cuya única especie vive hoy en los bósques húmedos y templados de la costa pacífica de América del Norte. La secuoya roja alcanza su mayor desarrollo en las llanuras aluviales de la Cadena Costera del Pacífico, principalmente en California, en un clima mediterráneo con veranos cálidos en el que se producen nieblas estivales. El género es pues bastante exigente en humedad, aunque requiere de suelos bien drenados y de calor estival para desarrollarse plenamente. En la actualidad, son relativamente pocas las zonas que reúnen tales características: fundamentalmente las fachadas occidentales de las dos grandes masas continentales del Hemisferio Norte y las zonas más lluviosas de otras regiones de clima templado o templado-cálido.





Osvald Heer fue el primero en asignar correctamente al género Sequoia los fósiles de este género encontrados en los sedimentos Miocenos de Suiza. Flora Helvetiae, 1855.


La identificación de los distintos géneros de Sequoioideae en base al material fósil es árduo y requiere del estudio tanto de las ramillas como de los frutos. El único estudio de las ramillas y mucho menos de restos fragmentarios, no permite muchas veces determinar la identidad de los restos fósiles ni tan siquiera a nivel genérico. La culpa de ello la tiene la gran variabilidad en la forma de las hojas que puede haber en una misma especie. Tal como se muestra en la figura a continuación, en Sequoia sempervirens pueden ser claramente aciculares (condiciones de humedad favorables) o escuamiformes y aleznadas (condiciones de sequía) similares a las de Sequoiadendron. El simple hecho de que los botánicos hayan tardado 85 años en separar ambos géneros actuales uno de otro da una clara idea de la dificultad que puede presentar el ejercicio de identificar los distintos géneros estudiando restos fósiles. Muchas de las observaciones reportadas en el mapa que reproducimos más abajo podrían en realidad no corresponder necesariamente al género Sequoia.






El género Sequoia tuvo una amplísima área de distribución por buena parte del Hemisferio Norte. En Europa se han encontrado fósiles de secuoya en muchos países. Tal como muestra el mapa de repartición durante el Neógeno, este género estuvo presente en prácticamente todo el continente antes de las glaciaciones (con todas las reservas en cuanto a identificación que evocábamos antes). Su área de distribución cubría en realidad todo el Hemisferio Norte, habiéndose encontrado restos de este género tanto en el norte de Asia como en toda Norteamérica. Los glaciares y los cambios climáticos provocaron la desaparición de casi todas las secuoyas, excepto en el oeste de Norteamérica, donde la orientación de las grande cadenas montañosas y el clima templado de la costa permitió su supervivencia.





Distribución en Europa del género "Sequoia" durante el Neógeno.


Este mapa nos muestra también lo que ya hemos constatado con otros muchos géneros: el repliegue en la región mediterránea según iban endureciéndose las condiciones climáticas debido a las glaciaciones. En el Pleistoceo Inferior (Gelasiense), aún está presente en algunas regiones de Europa Central durante los periodos interglaciares. En el Calabriense, en cambio, ya tan solo está presente en la región más estríctamente mediterránea (S de Francia y Península Itálica). Parece haber sobrevivido hasta fechas muy recientes (Tarantiense) en el refugio de la Cólquida (Georgia), sucumbiendo a las últimas glaciaciones, que fueron las más intensas. En base al estudio de la distribución de sus restos fósiles, podríamos distinguir dos grandes tipos de situaciones en las que este género estuvo presente en Europa. La primera se corresponde a bosques mesófilos zonales bien irrigados y bien drenados, tal como sugiere la reconstrucción de los ecosistemas en Gûvem (Turquía):



Reconstrucción de la vegetación de la región de Güvem en el Mioceno (Denk et al., 2017).


En otros lugares, su presencia parece más bien estar asociada a zonas de transición azonales entre los bosques marcadamente higrófilos, como podían ser los pantanos dominados por especies como Taxodium y Glyptrostrobus y los bosques mesófilos en los que dominaban angiospermas caducifolias y/o perennifolias y en los que tal vez también puede haber estado presente la secuoya, tal como hemos visto en el ejemplo anterior. La figura que mostramos más abajo es la reconsrucción propuesta por Teodoridis para los yacimientos de la cuenca de Zittau (República Checa):




Reconstrucción de la vegetación de la cuenca de Zittau en el Mioceno (Teodoridis, 2003).


¿Qué futuro puede llegar a tener la secuoya en Europa? Al tratarse de la conífera con el mayor crecimiento en climas templados (hasta 30 m3 por hectárea y año), ha llamado evidentemente la atención de los ingenieros forestales de muchos países. La ausencia de grandes plantaciones en países como Francia o España se explica, sin embargo por su relativa sensibilidad a las heladas. Esta especie requiere otoños suaves con una llegada gradual de las heladas, ya que esa estación es la de mayor crecimiento. Las plántulas nacidas de semilla, por otra parte, son muy sensibles a los primeros fríos. Esto explica que por ahora se haya testeado fundamentalmente en países de la fachada atlántica pero que no se haya plantado con más asiduidad. El alargamiento de la primavera y del otoño como consecuencia del calentamiento global debería claramente favorecer la expansión de su cultivo de aquí a finales de siglo, haciendo posible su cultivo en circunstancias mucho más parecidas a las del terciario .

Sequoia Familia: Cupressaceae Orden: Pinales

Árboles gigantes, de hoja perenne. Ramas teretes, con evidentes constricciones de crecimiento anual. Hojas alternas, casi siempre dispuestas en 2 filas. Hojas adultas lineares o linear-lanceoladas a deltadas, generalmente aplanadas, divergentes a fuertemente adpresas; glándulas abaxiales ausentes. Conos masculinos con 6-12 esporófilos, cada esporófilo con 2-6 sacos polínicos. Conos femeninos de maduración anual, oblongos a globosos; escamas persistentes, 15--30, valvadas, ± peltadas, gruesas y leñosas. Semillas 2-7 por escama, lenticulares, con 2 alas estrechas; cotiledones 2(4). x = 11.




La presencia de las secuoyas en la Península no se limita tan solo a la secuoya roja. También se cultiva desde muy antiguo, prácticamente desde su descubrimiento, la secoya gigante. Originaria del piso oromediterráneo de las montañas de California, se ha plantado en nuestro país en condiciones muy similares (Sistema Central, Sierras Béticas), habiéndose acomodado perfectamente esta especie en el piso ocupado aquí principalmente por el pino albar (Pinus sylvestris). Tal como comentaba en el artículo dedicado a la pequeña población presente en la sierra de Guadarrama, se trata probablemente del único lugar en el mundo en el que se haya posiblemente naturalizado.






(1) Denk T. et al. (2017) / The early Miocene flora of Güvem (Central Anatolia, Turkey): a window into early Neogene vegetation and environments in the Eastern Mediterranean / Acta Palaeobotanica, Vol. 57(2), pp. 237–338
(2) Teodoridis V. (2003) / Early Miocene carpological material from the Czech part of the Zittau Basin / Acta Palaeobot., Vol. 43(1), pp. 9–49
(3) eFloras (2008). Published on the Internet http://www.efloras.org [accessed 25 April 2022]*' Missouri Botanical Garden, St. Louis, MO & Harvard University Herbaria, Cambridge, MA. (descripción del género)


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