El bosque inesperado (2): Mont Ventoux & Luberon

Cuando los franceses se apoderaron del Norte de África y convirtieron aquella tierra en colonia, pronto descubrieron la presencia de un árbol que, sin embargo, no era totalmente desconocido, puesto que había sido ya explotado por los romanos en la Antiguedad. Su fama viene incluso de mucho más atrás, haciéndose referencia al cedro en la Biblia multitudes de veces aunque aplicándose aparentemente ese nombre a distintas especies de coníferas. Tan solo un salmo del Antiguo Testamento (92, 12) parece realmente hacer referencia auténticamente al cedro: "El justo florecerá como la palmera; crecerá como el cedro en el Líbano.".




El bosque de cedros más bello y denso del norte de Argelia, situado en el macizo occidental del Djurdjura. / Fotografía: Loisirs et Sports de Montagne - Tizi-Ouzou.

La rusticidad de este árbol, que convive en el Norte de África con especies mediterráneas presentes a ambos lados del Mediterráneo, despertó inmediatamente el interés de los ingenieros forestales de aquella época, que vieron en el cedro una oportunidad única para repoblar las montañas peladas de la Provenza francesa. Conos y semillas fueron recolectados en las montañas de Argelia y enviados a Francia, sembrándose en las faldas del Mont Ventoux y sobre las crestas del Luberon entre 1861 y 1863. En ambos lugares, milenios de sobreexplotación habían dejado el suelo completamente desnudo, apenas cubierto por una vegetación rasa de tomillos, única capaz de sobrevivir al paso repetido de miles de cabezas de ganado.




France, Vaucluse, Mont Ventoux, Vintage print, circa 1895 / Autor desconocido, vendido en ebay.

En aquella época, el Mont-Ventoux era una gran mole de roca prácticamente desprovista de árboles en gran parte de su extensión altitudinal. Cada vez que llovía intensamente, las poblaciones circundantes corrían peligro y varios episodios catastróficos convencieron las autoridades francesas de que era necesario repoblar las faldas del Mont-Ventoux con distintas especies de árboles, tanto indígenas como exóticas. Las dos especies exóticas que fueron plantadas fueron el pino negro de Austria y el cedro del Atlas. En el contexto de aquella repoblación, el cedro tan solo fue un simple ensayo, plantándose entonces tan solo unas 15 hectáreas en el Mont-Ventoux. Un ensayo rápidamente olvidado que, sin embargo, fue el punto de partida de un auténtico milagro. En cuanto esos cedros empezaron a reproducirse y a fructificar, la especie empezó a colonizar las áreas circundantes, expandiendo considerablemente su área de distribución a pesar de haber sufrido varios incendios. Una expansión favorecida por los ingenieros forestales tras constatar la facilidad con la que se había adaptado el cedro a las condiciones de aquel lugar. De las iniciales 15 hectáreas ocupadas en 1862, ocupaba unas 2000 ha en 1997. En el macizo del Luberon, la superficie ocupada es menor, unas 250 ha, principalmente por toda la línea de cresta y la vertiente norte, más húmeda.




Bosque de cedros del Mont-Ventoux / Fotografía: ONF - Olivier Delaprison

Debido a la facilidad con la que esta especie se propaga, muchos biólogos no dudan hoy en día en acusar al cedro de ser una especie invasora. Pero es interesante resaltar que en este caso tenemos un muy buen conocimiento de todo lo ocurrido. Cabe resaltar que estos cedros fueron inicialmente plantados en páramos totalmente desprovistos de árboles y difícilmente se puede acusar esta especie de haber desplazado ninguna otra especie. El impacto de los cedros sobre la biodiversidad ha sido más bien positivo. Al no ser los bosques de cedros bosques muy cerrados y oscuros, cohabitan y conviven con ellos un sinfín de especies leñosas y herbáceas que contribuyen a que estos bosques tengan una biodiversidad sorprendente. Un estudio de muchos años llevado a cabo sobre la avifauna del Mont-Ventoux demostró que el bosque de cedro era el biotopo que albergaba la mayor diversidad de aves en toda la región.




Una de las críticas más recurrentes que se suele hacer de estos bosques es la monotonía de muchas de estas poblaciones de cedros, que tiene sin embargo más que ver con el tratamiento silvícola que se aplica en ese bosque, siendo aún minoritarios en Francia los bosques irregulares en los que se practica la entresaca pie a pie. Pero esta crítica no es para nada exclusiva del cedro, explotándose de la misma manera otras muchas especies.

Se han realizado repoblaciones de cedros del Atlas en otras montañas del S de Francia y la historia que podríamos contar es muy parecida. El bosque de cedros de Rialsesse (Pirineos Orientales) es otro ejemplo del que el ONF (Office Nacional des Forêts) se siente muy orgulloso. No es pues de extrañar que de cara al cambio climático, se esté utilizando mucho esta especie en regiones como el Jura francés y el Macizo Cenral, donde el cedro va poco a poco sustituyendo píceas y hayas, incapaces de soportar las repetidas sequías estivales. El cedro es, hoy por hoy, una de las especies más prometedoras en todas las regiones perimediterráneas cuyo clima va teniendo un caracter cada vez más marcadamanete mediterráneo.




Plantación de cedros por el ONF (Office National des Forêts) en el bosque comunal de Orgelet (Jura francés) / Fotografía: Dimitri Tonnin - ONF

En España el interés por esta especie va creciendo pero llega tal vez algo tarde. Si no nos hubiésemos dejado cegar por ese odio irracional hacia todo lo foráneo, el cedro podría ocupar hoy en día una superficie mucho más importante. Un desastre como el de la Sierra de Baza tal vez se hubiese podido mitigar si en vez de plantar monocultivos de pinos, hubiésemos incorporado en esas plantaciones una especie como el cedro, en plena resurrección hoy día en la sierra de Baza, donde las plagas también le afectaron cuando los pinos fueron masivamente atacados, pero que hoy en día está motrando una vigorosa regeneración natural. Me comentan desde la revista Sierra de Baza que los plantones observados en 2017 y 2018 han seguido desarollándose y algunos ya alacanzan un buen porte. Lo mismo cabe decir de los cedros que incluyeron en sus propios proyectos de repoblación, que sobrevivieron todos a un año del Covid en el que los plantones no pudieron ser regados. A pesar de morir un 80% de los árboles plantados, todos los cedros sobrevivieron y hoy en día tienen un magnífico porte e inusitado vigor (doy las gracias a José Ángel Rodríguez de la revista Sierra de Baza por transmitirnos esta información).




Regeneracion natural del cedro en la Sierra de Baza, 2017 / Fotografía: Revista Sierra de Baza

Su situación actual recuerda un poco lo que ocurrió en el Mont Ventoux tras ser plantados los primeros cedros. Demostraron realmente su gran capacidad recolonizadora cuando esa primera generación alcanzó la edad de reproducirse. Ya veremos si en el futuro el cedro afianza su presencia en esta región y acaba convirtiéndose en un árbol de primera importancia en esas sierras. Algo que no sería nada sorprendente, sea dicho de paso, viendo la importancia que tiene en ecosistemas muy similares situados a muy poca distancia al otro laso del Estrecho de Gibraltar...

Por ahora, siguen siendo los bosques de cedros del sur de Francia el mejor escaparate para promocionar esta especie, aunque como ya vimos en un artículo anterior de este blog (El cedro del Atlas en la Península Ibérica), ya existen pequeños núcleos prometedores en la Península Ibérica que podrían mañana acabar de cambiar la mirada que portan sobre el cedro tanto los ingenieros forestales como los ecologistas.

1 comentarios

  1. Excelente noticia. Gracias.
    https://tigrero-literario.blogspot.com/2020/03/a-salvarlo.html

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