Tras la inclusión del arrui (Ammotragus lervia) en el listado nacional de especies invasoras en 2013, a petición de varias asociaciones ecologistas (SEO, Ecologistas en Acción), el porvenir de esta especie en la Península Ibérica parecía más que seriamente comprometido. Se abría entonces la veda para el inicio de una campaña de erradicación que fue llevada a cabo sin que casi nadie levantara la voz para evitar la eliminación de una especie sin embargo amenazada y teóricamente protegida por las leyes internacionales. Leyes que España ignoró por completo y que en países como Alemania llevaron a la prohibición total de la caza del ñandú (Rhea americana) por poner un caso análogo (¿Qué hace un ave como tú en un lugar como éste?).

A pesar de ser un ave completamente exótica en Alemania, su caza está prohibida en ese país por estar protegida la especie por las mismas leyes internacionales que en teoría deberían haber protegido al arrui aquí en España.
El sacrificio de estos ungulados, llevado a cabo por las administraciones regionales de Murcia y de Valencia y posiblemente por muchos furtivos dispuestos a aprovecharse de la barra libre decretada por el estado, se cobró las vidas de miles de arruis entre el año 2014 y la actualidad, siendo el periodo 2014 a 2017 probablemente el más mortífero, estimándose en unos 2200 ejemplares los que fueron abatidos durante esos 3 primeros años. En los siguientes años se siguieron abatiendo alrededor de 400 arruis anualmente, bajando esa cifra tan solo en el año de la pandemia de Covid. No existe ninguna cifra oficial del número de arruis que fueron abatidos durante los últmos 10 años. Si sumamos unos 400 anuales a los 2200 que fueron abatidos entre 2014 y 2017, serían unos 5400 animales abatidos. Algunas asociaciones de cazadores suben la cifra hasta los 8000. Poco importa, el caso es que fue una auténtica masacre perpetrada con el beneplácito de la inmensa mayoría de las asociaciones ecologistas, que han mirado hacia otro lado mientras esto ocurría.

Arrui macho / Fotografía: Ximo Albors (?)
Como naturalista que soy, siento una profunda verguenza por lo ocurrido con el arrui, consecuencia del lavado de cerebro que la biología de las invasiones ejerce desde hace años en nuestras sociedades, tan propensas a culpabilizar por cosas que ocurrieron en un pasado que ya nadie puede cambiar. Y así estamos hoy, con presidentes latinoamericanos más blancos que Trump exigiendo que los españoles pidamos perdón por hechos ocurridos hace siglos, ignorando que la inmensa mayoría de los españoles actuales somos descendientes de campesinos y de peones que en aquellos tiempos vivían en la más horrenda de las miserias, sometidos a una casta de nobles, eclesiásticos y grandes burgueses de la que posiblemente proceden las familias de esos presidentes tan propensos a dar lecciones de moral a los demás...

Pobres en Barcelona, en el siglo XVIII. Gustave Doré.
Aunque había muchas buenas razones para no considerar esta especie como invasora (El porvenir truncaddo del arrui), hubo que esperar la publicación de varios artículos científicos mostrando la diferencia de dieta entre el arrui y la cabra montesa para que quedara en entredicho la mayor de las acusaciones que se le hacía al arrui, a saber la de competir con la cabra montesa. Un argumento un tanto forzado, tenieno en cuenta que la cabra montesa ha estado ausente durante décadas de las zonas pobladas por el arrui. Al solaparse las areas de repartición de ambas especies, finalmente se pudo llevar a cabo un estudio comparativo concienzudo que ha demostrado que ambas especies no compiten una con otra (When the Evidence Points to the Non-Invasive Nature of an Allegedly Invasive Alien Species: The Case of the Aoudad in Mainland Spain). Este estudio publicado muy recientemente no hace sino confirmar lo que los mejores conocedores de la especie llevan años afirmando y siendo ignorado por quienes promovieron la inclusión del arrui en el listado de especies invasoras. Es más, esta decisión se basó en estudios científicos que fueron malinterpretados, teniendo que aclararlo hace unos años uno de los autores de dichos estudios (Misconception and mismanagement of invasive species: The paradoxical case of an alien ungulate in Spain).
Afortunadamente, la expansión del arrui fuera de la región de Murcia probablemente le vaya a salvar la vida a esta especie, tan bien adaptada a vivir en las zonas subdesérticas. Ya va siendo hora que dejemos esa especie colonizar las muchas sierras peladas y despobladas que hay en el S de la Península. Podría desempeñar en ellas un papel ecológico de primera importancia. A ver si los ecologistas de este país logran por fin ver las cualidades de esta especie y se olvidan de una vez por todas que fueron los cazadores quienes la introdujeron, haciendo realidad la recomendación de José Antonio Valverde, que también fue el artífice de la operación mohor para salvar las gacela saharauis y uno de los miembros fundadores de SEO-Birdlife (sí, sí, la misma asociación que años más tarde abogaría por la inclusión el arrui en el listado nacional de especies invasoras pero que no le pone pegas a la llegada a la Península de aves africanas).

José Antonio Valverde fue junto a Francisco Bernís uno de los principales impulsores de la creación del Parque Nacional de Doñana. Su labor se extendió mucho más allá de nuetsras fronteras, erigiéndose en un gran defensor de la fauna norteafricana, cuyo rescate llevó a la creación e la Estación Experimental de Zonas Áridas. Él fue quien sugirió en uno de sus libros la introducción del arrui en España, una idea que las asociacione de cazadores adoptaron con gran entusiasmo y se llevó a cabo en los años 70. / Fotografía: WWF.
Ojalá la publicación de este reciente artículo logre sacar al arrui de la lista nacional de especies exóticas invasoras. Seria una muy buena señal conseguirlo desde el mundo de la Ciencia y no desde el de la economía (caza), tal como ha ocurrido con otras especies. Es muy fácil incluir especies en ese listado. Sacarlas de él, sin embargo, resulta mucho más difícil y las consecuencias para esas especies pueden ser letales, porque el mundo está lleno de personas bienpensantes dispuestas a colgarse medallas por erradicar aquellas especies que la sociedad señala como invasoras. A mi ojos, sin embargo, esas personas no difieren funamentalmente de aqellos cazadores que en el siglo XIX disparaban a los bisontes en las praderas americanas defendiendo el avance de un progreso en el que no podía haber ni indios ni bisontes...

La masacre del arrui tiene tan poca justificación como la tuvo la del bisonte americano. Y es probable que quienes acabaron con esas miles de vidas tengan colgado en su salón algún trofeo que sea el testimonio de la nula culpa que sintieron al realizar esa infame masacre amparada por la ley y convenientemente ignorada por quienes se supone son protectores de la naturaleza...
Quien sabe, igual dentro de unos años le pase al arrui lo mismo que le pasó al castor europeo, denostado y odiado por los ecologistas españoles por haber sido introducido ilegalmente por alguna asociación extranjera y hoy de repente amado por todos. Quien te ha visto y quien te ve... Es lo mínimo que le puedo yo desear al arrui, que si lo dejan prosperar podría convertirse en uno de los animales más emblemáticos de nuestra futura fauna. Ojalá no sea, en todo caso, para fomentar aún más el turismo cinegético. Los cazadores tienen que entender de una vez por todas que la regulación de las poblaciones de ungulados no son su responsabilidad, sino la de sus depredadores...