Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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Cambio climático

¿Invasoras?

Paleoautóctonas

La franja costera del Sureste de la Península Ibérica es la región más árida de la Península y de toda Europa si se excluyen algunas regiones situadas al N del Mar Caspio. Convergen en realidad en esta región dos fenómenos que a menudo se confunden: el de desertización, que tiene causas climáticas, y el de desertificación, que tiene causas antrópicas. El SE de la Península es una zona que ha sido explotada por el hombre desde muy antiguo, desarrollándose en esta región una de las culturas / civilizaciones más tempranas del Mediterráneo occidental: la cultura del Argar. Los procesos de deforestación y de erosión de unos terrenos por otra parte muy sensibles a la acción del agua y del viento (sedimentos terrígenos que rellenan las cuencas formadas entre los relieves de las Cordilleras Béticas) empezaron pues muy temprano en esta región.



Se aprecia muy bien en esta fotografía la yuxtaposición de zonas más o menos cubiertas de vegetación y de zonas muy erosionadas (cárcavas), mostrando que el fenómeno predominante en este paisaje es la desertificación. "Desierto" de Tabernas. / Fotografía: Roy Luck / Licencia: CC BY

Desde un punto de vista climático, el SE de la Península ha sido siempre una región árida en la que predominaba el clima de tipo BSk, estepario frío. En algunas áreas lítorales el clima podía ser incluso de tipo BSh (estepario cálido) o BWh y BWk (climas desértico frío y cálido). Las áreas ocupadas por el clima BSh se han expandido considerablemente durante las últimas décadas, ocupando ya casi todo el litoral de las provincias de Almería, Murcia y Alicante y adentrándose tierra adentro en alguna zonas. Las áreas de clima desértico cálido (BWh) ocupan ya todo el oeste del litoral murciano y la región del Cabo de Gata.



Mapa climático de la región estudiada mostrando la repartición de los climas según la clasificación de Köppen-Geiger.

El clima árido del SE español ha propiciado que en esta región sobrevivan o lleguen especies de ámbito norteafricano que a menudo solo están presentes en Europa en esta región. En el mundo vegetal, es el caso por ejemplo del araar (Tetraclinis articulata), la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus), el cornical (Periploca angustifolia), el arto (Maytenus senegalensis) o los chumberillos de lobo (Caralluma europaea y Caralluma munbyana).



Tetraclinis articulata. Bosquecillo de repoblación en el Parque Natural de Calblanque (Cartagena, España). / Fotografía: Nanosanchez / Dominio Público

La aridez del SE español viene de lejos, tal como demuestra el estudio faunístico realizado sobre las faunas descubiertas en los sedimentos de principios del Plioceno descubiertas en el Puerto de la Cadena (Piñero P.et al., 2017). En este yacimiento, las asociaciones de pequeños mamíferos indican la existencia de condiciones secas y abiertas. La permanencia en el SE de la Península en aquella época de especies como los gerbillos, tan propios de ecosistemas áridos, llama en particular muchísimo la atención. En medio de estos paisajes áridos existían sin embargo zonas ribereñas mucho más verdes, que conocemos mucho mejor que las zonas áridas por preservarse muchísimo mejor sus restos. Este mosaico de ecosistemas propició que vivieran en esta región especies como el macaco (Macaca sp.), el cánido Eucyon monticinensis, similar al actual chacal, el mastodonte Anancus arvernensis, una especie de équido del género Hipparion, dos especie de rinocerontes del género Dihoplus , dos especies de gacelas (Gazella aff.), el giráfido de cuello corto Sivatherium cf. hendeyi,, cérvidos indeterminados y alguna especie de bóvido del género Parabos. además de cocodrilos y tortugas gigantes.



Los gerbillos son pequeños roedores propios de zonas abiertas y áridas. En la fotografía la especie actual Dipodillus campestris, originaria del N de África. / Fotografía: Micktherocktapper / Licencia: CC BY-SA

En el litoral mediterráneo, por otra parte, se ha documentado en cuevas de Almazora la presencia a finales del Plioceno de ricos manglares constituidos por mangles rojos (Rhizophora sp.) y mangles negros (Avicennia), asociados a una rica fauna y flora cuyo estudio no ha concluido pero de la que se puede ver ya un pequeño muestrario en esta publicación del Faro de Bédar: Cuevas del Almanzora: un manglar de 2,5 millones de años".



Hoja fósil de mangle negro (Avicennia sp.), Cuevas de Almazora / Fuente: El Faro de Bédar.

La principal consecuencia del actual cambio climático para la región es que el aumento de las temperaturas supondrá un aumento de la evapotranspiración que irá incrementando aún más la aridez y disminuyendo el caudal de los ríos debido a la menor disponibilidad de agua de escorrentía. A esto hay que añadir un alargamiento de los periodos de sequía y una clara tendencia a la concentración de las lluvias en episodios muy violentos (DANAs) que ocurren principalmente en otoño. La primavera es la estación que se vería más afectada teniendo esto, claro está, un impacto considerable sobre los cultivos en una región que depende ya en gran medida de aportes exteriores. Las tensiones por un recurso tan vital como el agua van a agudizarse aún más y resolver el problema al que se enfrenta la agricultura en todo el SE de la Península es uno de los mayores desafíos al que nos enfrentamos en el conjunto de España, ya que la activdad económica de esta región depende en gran medida de trasvases provenientes de otras regiones ellas mismas sometidas a los mismos imperativos climáticos. ¿Se podrá sustentar en el futuro el mismo nivel de actividad económica en una región que dispone cada vez menos de agua? El recurso masivo a la desalinización y un uso muy razonado de este recurso son las únicas dos vías posibles para mantener una actividad que evite que esta región pierda fuelle y acabe despoblándose.




Cambio del área potencial de distribución de la encina (Quercus ilex) respecto a la actualidad (arriba izquierda) con una estimación de calentamiento de 1,5 °C (arriba derecha), 2°C (abajo izquierda) y 2,5 °C (abajo derecha) partiendo de niveles preindustriales. La zona azul representa el área de distribución potencialmente adecuada pero que no está ocupada debido a las limitaciones de dispersión (Mauri et al.2022).

El cambio que hemos de esperar en los paisajes del SE y de buena parte de la mitad S de la Península queda muy bien reflejado en el mapa que muestra la distribución potencial de la encina en Europa. Tal como se puede ver, con un calentamiento global de 2,5 grados, la encina desaparecería casi de todo el S de la Península. Los encinares cederían su lugar a fomaciones mucho más termófilas que hoy en día solo están presentes en las zonas más bajas de la costa mediterránea (piso termo-mediterráneo). En el SE significa que este tipo de vegetación quedaría probablemnte relegado a las zonas montañosas del interior expandiéndose considerablemente las áreas ocupadas por matorrales y estepas adaptados a la sequía.



Vegetación de matorrales y estepas típicas de las zonas costeras del Parque Regional Calnegre y Cabo Cope. / Fotografía: Anthercas

El S y SE de la Península han visto en las últimas décadas la instalación de cada vez más especies de aves de origen africano. Las que llevan más tiempo estableciadas son la Golondrina Daurica, observada por primera vez en españa en 1921 y cuya población creció notablemente entre los años 50 y 80, el Camachuelo Trompetero, cuyas primeras observaciones en España datan de finales de los años 60 y principios de los 70 en Almería, donde se estableció como invernante y luego comenzó a nidificar y el Elanio Azul que se establece a finales de los años 1970 y principios de los 1980. Más recientemente se le han añadido especies como el Bulbul Naranjero, el busardo Moro, el Vencejo Moro, el Vencejo Cafre y el Corredor Sahariano. También parecen con más frecuencia especies como el Buitre de Rüppell o el buitre moteado. Las aves son el grupo biológico que más rápidamente reacciona a los cambios climáticos. Otros grupos como los mamíferos y los reptiles migran mucho más lentamente y solo lo pueden hacer en la asencia de obstáculos, naturales o de origen humano. El éxito y expansión de una especie como el arrui en el SE de la Península parecen absolutamente lógicos cuando se contempla en el contexto del cambio climático.



El camachelo trompetero se ha ido expandiendo progresivamente en el SE de la Península y los modelos prevén que se expanda por amplias zonas de la Península Ibérica, según vayan extendiéndose las zonas áridas en las que vive. La fotografía muestra camachelos fotografiados en la región del Cabo de Gata. / Fotografía: renkilema / Licencia: CC BY-NC

El funesto destino del arrui, al que se incluyó en el listado nacional de especies exóticas a petición de algunas asociaciones de protección de la naturaleza (entre ellas SEO, que lleva años documentando la expansión de las especies africanas en la Península Ibérica) demuestra claramente a mis ojos que nuestra sociedad aún no ha asimilado la idea de que el cambio climático ha llegado para quedarse y que va a provocar cambios profundos en nuestros ecosistemas. La introducción de especies norteafricanas en el SE de la Península parece sin embargo bastante lógica teniendo en cuenta que buena parte de la fauna actualmente presente desaparecerá progresivamente de esta zona. Defendía en otro artículo de este blog la inroducción de gacelas en el S de España, pero podríamos imaginar la presencia de otras muchas especies adaptadas a los climas desérticos. ¿Camellos y gacelas vagando libremente por los desiertos de España? Yo creo que si no nos permitimos soñar un poco, este país se acabará conviertiendo en un auténtico desierto totalmente abiótico que nos habremos ganado a pulso...




Mauri A, Girardello M, Strona G. et al (2022). EU-Trees4F, a dataset on the future distribution of European tree species. Sci Data 9, 37 . https://doi.org/10.1038/ s41597-022-01128-5
Resco, P,. (2022). Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura española. Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)
P. Piñero, J. Agustí, O. Oms, I. Fierro, P. Montoya, S. Mansino, F. Ruiz-Sánchez, D.M. Alba, M.T. Alberdi, H.-A. Blain, C. Laplana, J. van der Made, A.V. Mazo, J. Morales, X. Murelaga, A. Pérez-García, F. Pérez-Valera, J.A. Pérez-Valera, P. Sevilla, J.M. Soria, G. Romero. 2017. Early Pliocene continental vertebrate fauna at Puerto de la Cadena (SE Spain) and its bearing on the marine-continental correlation of the Late Neogene of Eastern Betics. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 479, 102–114.

Tras casi dos semanas trabajando intensamente en la redacción de la nueva serie de artículos dedicada a las consecuencias del cambio climático en las distintas regiones de la Península Ibérica, necesitaba yo tomar un tiempo para reflexionar un poco sobre la utilidad de dedicar mi tiempo libre a esto. Me da la sensación desde hace muchos meses que ya no hay audiencia en este tipo de medios. Tanto en Facebook, donde anuncio la publicación de mis artículos, como en el propio blog, prácticamente no hay retorno. Ningún comentario de ningún tipo, ninguna interacción que me haga pensar que alguien realmente se lea lo que escribo. Echo de menos hasta los inaguantables haters, que ya ni tan siquiera pierden el tiempo leyendo mis artículos. Mi sensación, actualmente, es de estar perdiendo el tiempo. Si no fuese porque las estadísticas de mi blog indican un crecimiento regular del número de accesos al blog, llegaría yo a creer que el esfuerzo es vano e inútil...



Esta sensación, creo yo, se ve amplificada por la constatación de que cada vez más personas están pasando olímpicamente del tema y no quieren escuchar las voces que les advierten de que se acerca un problema realmente grave. Un poco como aquellas personas con mucho sobrepeso que deciden saltarse las recomendaciones de los médicos, sin pensar en las consecuncias que eso podría tener a más largo plazo. Me preocupa que el 1% de la población mundial acapare el 50% de la riqueza mundial y que el 50% de la población mundial tan solo disponga del 1% de la riqueza total para sobrevivir. Son cifras demoledoras se miren como se miren pero lo más aterrador a mis ojos es que una mayoría de personas sueña con hacer parte de ese 1% y no de repartir mejor ese 50% de la riqueza total. Ese 1% de la población es el que impone a todos los demás su ideologia y su manera de entender la vida al poseer los grandes grupos de comunicación e influir decisivamente sobre sus contenidos, ya sea directamente o vehiculando esa idea de que con mucho esfuerzo, cualquier persona puede llegar a donde ellos llegaron. No hay peor esclavo que el que no sabe que lo es, creo yo.



Los gobiernos dicen estar muy procupados por las consecuencias del cambio climático pero a la hora de la verdad, siguen subvencionando muy generosamente las energías fósiles, que de todos modos tienen a esos gobiernos atados y bien atados gracias a las estratosféricas indemnizaciones que tuviesen que pagar si denunciaran los contratos con esas megaempresas. Lo mismo cabe decir de los bancos, que son desde el fin de la Edad Media el pilar fundamental del sistema económico actual al haber financiado el expolio de una Naturaleza que ahora dice basta. ¿Se preocupa de estos temas el común de los mortales? Qué va, el común de los mortales sueña con comprarse el último SUV que ha visto en la tele y de ganar cuanto antes un máximo de dinero para poderse comprar una mansión con piscina y jardín en algún lugar privilegiado lejos de los que a partir de ese momento consideran como simples envidiosos, olvidándose que toda su vida se sustentó en esa misma envidia de llegar lo más alto posible. Consecuencia de todo esto, la cantidad de CO2 emitida en la atmósfera no ha parado de crecer, contradiciendo por completo los mensajes optimistas de casi todos los gobiernos.


El mensaje que transmite un blog como el mío o los muchos existentes sobre este tema del cambio climático es incómodo y lo es no solamente para el común de los mortales, que ve sus sueños y decisiones cuestionados, sino también para muchos científicos que han dedicado toda su vida y esfuerzo en alimentar esa ilusión de que estaban construyendo un mundo mejor. Hace poco vi la película sobre Oppenheimer y el desarrollo de la bomba atómica y el mismo tipo de cuestiones morales deben aquejar hoy aquellos científicos que desarrollaron los pesticidas que están convirtiendo amplias zonas de este mundo en un auténtico desierto biológico. Incluso muchos biólogos que se veían a ellos mismos como conservacionistas se estarán seguramente preguntando qué carajo llevan toda la vida intentando conservar viendo como muchos ecosistemas se están viniendo abajo a consecuencia de un cambio climático ante el que nadie sabe muy bien como reaccionar. Ante el peligro, mucha gente insiste en que debemos parar el cambio climático. Siguen en la prevención cuando en realidad ya estamos con el enfermo en el quirófano necesitando un trasplante urgente de corazón...



Lamentablemente, nuestra sociedad aún no ha asimilado el mensaje de los climatólogos. Se necesita un gran esfuerzo de divulgación para que las personas y las instituciones tomen consciencia de que ya ha llegado el tiempo de adaptarse a esos cambios y que cuanto más tardemos en hacerlo, más graves serán las consecuencias para nuestra sociedad. La naturaleza también se verá impactada por estos cambios, pero no me cabe la menor duda de que se adaptará, aunque eso le cueste milenios. Un tiempo que el Hombre podría acortar considerablemente si aceptamos de una vez por todas que nuestros ecosistemas van a sufrir cambios importantes y que todo lo que conocimos está a punto de convertirse en algo diferente. La protección de la naturaleza no pasa hoy por intentar conservar a toda costa ecosistemas que existieron en un pasado más o menos reciente, sino en acompañar esos cambios para permitir que nuestros ecosistemas evolucionen. Una evolución en la que tenemos que aceptar la participación de muchas especies que hoy en día no están presentes de forma natural en nuestra geografía pero que necesitamos ante la ausencia de cualquier alternativa "autóctona".



Pues nada, a ver si tras este pequeño y ridículo estallido de frustración, yo sigo con lo mío, que no es otra cosa que ser la piedrecita en el camino que dificulte que sigan acelerando los que ruedan en Ferrari. Pero quien sabe, si a esta piedrecita se unen otras muchas, igual logremos impedir que el Ferrari acabe estampándose contra algún paredón. Cosa que, de todos modos, tampoco nos agradecerán llegado el caso...

Al examinar el mapa climático actual de la Península, podemos observar que toda la franja mediterráneaa de la Península Ibérica entre la frontera francesa y el cabo de la Nao disfruta de un clima típicamente mediterráneo, de tipo Csa, templado con veranos secos y calurosos, que se prolonga hacia el norte por toda la zona costera del S de Francia. Es el dominio típico del bosque mediterráneo, dominado en esta región por la subespecie ilex de la encina (Quercus ilex), del que queda escasísimos restos en toda esta región. Ha sido generalmente sustituído por formaciones arbustivas como el maquis, sobre subtratos ácidos, y la garriga sobre substratos calcáreos o, en zonas mucho más degradadas, por formaciones de subarbustos y de herbáceas que dan a muchas zonas un caracter árido que no es consecuencia del clima, sino de la actividad humana (desforestación, sobrepastoreo, incendios, etc).



Las zonas con un clima templado de veranos secos y calurosos (CSa) forman una banda casi continua desde la frontera francesa hasta el N de la provincia de Alicante.

A nivel geomorfológico, existe un fuerte contraste en toda esta franja litoral, entre los relieves del interior (Cordilleras Costero-Catalanas, Sistema Ibérico), que llegan a menudo muy cerca de la costa, y la zona de costa propiamente dicha, en la que se han desarrollado llanuras fruto de la sedimentación reciente tras la estabilización del mar a comienzos del Holoceno. Tïpicamente, a una zona de glacis y de depósitos deltaicos pleistocenos, que descienden progresivamente hacia el mar desde una cuota que puede alcanzar los 100 metros de altitud le sucede una llanura formada durante el Holoceno y situada a muy poca altitud, a menudo ocupada por humedales y aislada del mar por un cordón dunar más o menos bien desarrollado. Estas zonas más o menos extensas de marjales son zonas inundables que reciben aportes cuando los ríos de esta región se desbordan o son alimentadas por aportes subterráneos a partir de las sierras próximas, en las que el agua se infitra con cierta facilidad (son predominantemente calizas).



Mapa geomorfológico de la región de Valencia.

El cambio climático actual tendrá fundamentalmente tres consecuencias en esta región. La primera es una consecuencia directa de la subida de las temperaturas, que se va a marcar por un aumento de la aridez y el correlativo alargamiento del periodo con déficit hídrico. El clima de esta zona, actualmente encuadrado en el tipo CSa de la clasificación de Köppen-Geiger (clima templado con veranos secos y calurosos) pasará a ser de tipo BSh, o sea un clima estepario caluroso, mucho menos favorable al desarrollo de una vegetación arbórea. El climograma de Almassora muestra bien como ya se ha franqueado en algunos enclaves de la costa los 18 grados de temperatura media anual que marca la transición del clima estepario frío al estepario cálido que ya es, por ejemplo, el de Valencia capital.



Climograma de Almassora. La región de Castellón, al igual que la de Valencia, es un pequño enclave de clima más árido (BSk) en esta franja de clima mediterráneo. Se aprecia muy bien en estos datos como el clima está cambiando a un tipo de clima aún más árido (BSh) a consecuencia de la subida de las temperaturas. Datos de Aemet.

Este clima estepario cálido sustituirá por completo al clima Csa actual en toda la franja litoral mediterránea, quedando relegado el clima mediterráneo típico a zonas más favorables en altitud o más al norte. El cambio de vegetación que implica ese cambio de clima puede que no se vaya a percibir demasiado y venga simplemente a apuntalar la desertificación más o menos pronunciada que han sufrido muchas zonas de esta región a lo largo de los últimos milenios, convirtiéndola ya en definitivamente irreversible.



Tipos de clima de la clasificación de Köppen-Geiger para el periodo de referencia 2071-2100 / Climate zones on the move

Una especie de árbol bastante emblemática ilustra perfectamente, creo yo, la expansión de estos tipos de climas y la importancia que desempeña el hombre en este proceso: el araar (Tetraclinis articulata). Este árbol crece fundamentalmente en el N de África en regiones con el mismo tipo de clima que se espera a finales de siglo en toda esta región (BSh). En la Península Ibérica está presente en un área muy restringida alrededor de la ciudad de Cartagena, no estando aún muy claro si se trata realmente de una especie autóctona o de un arqueofito, traído a España en tiempos históricos. Poco importa de todos modos. El caso es que encontró en esa región un clima favorable y eso permirió que se mantuviese hasta nuestros días. Desde hace varias décadas, el araar se ha utilizado bastante como planta ornamental o para pequeñas repoblaciones en zonas aridificadas. Lo interesante, sin embargo, es que en muchas de estas regiones, y en particular en la Comunidad Valenciana, ha mostrado una clara tendencia a naturalizarse. Algo que era de esperar viendo como está evolucionando el clima en toda la vertiente mediterránea de la Península. Los proyectos de protección del araar, únicamente centrados en propiciar la recuperación de las poblaciones de Cartagena igual estén errando el tiro. La propia naturaleza, afortunadamente, se está encargando de expandir el área de esta especie y puede que en realidad estemos malgastando nuestros esfuerzos en zonas que tal vez ya no sean las más favorables para ella...



Citas de Tetraclinis articulata reportadas por los usuarios del foro Repoblación Autóctona. Azul: regeneración natural de la especie. Rojo: plantaciones hechas con esa especie.

La segunda consecuencia de la subida de las temperaturas en esta región es el considerable aumento del número de especies exóticas naturalizadas. Al permitir el clima la superviviencia de un número mucho más elevado de especies provenientes de otras zonas templadas y subtropicales, el número de especies introducidas ha crecido de forma brusca a partir de los años 70. Este brusco aumento se debe seguramente en parte a un aumento del comercio de plantas desde otras partes del mundo, pero traer más plantas de fuera no aumenta la probabilidad de que esas plantas sobrevivan. Parece evidente que el aumento de las temperaturas ha desempeñado un papel fundamental en el establecimiento y superviencia de esas plantas.


Evolución histórica del número acumulado de especies de plantas vasculares alóctonas introducidas en la Comunidad Valencian en los últimos 200 años. Css. Ciències, 2024.

Al haber un mayor número de especies introducidas, lógicamente aumenta la probabilidad de que algunas de esas especies no solamente se naturalicen sino que aumenten sus poblaciones y sean consideradas / percibidas como especies invasoras. El mapa a continuación, que merecería ser actualizado, muestra perfectamente como toda la costa mediterránea se ha convertido en la puerta de entrada de estas especies.



Riqueza de especies vegetales invasoras (número de especies) por cada 10 × 10 km / Gassó et al, 2009.

Muchas especies exóticas forman ya parte del paisaje valenciano. Se me haría muy difícil imaginar los campos de la llanura litoral sin sus washingtonias y sus palmeras canarias o muchos pueblos valencianos sin sus características araucarias. No tengo muy claro lo que el futuro nos deparará, pero me parece evidente que la vegetación de esta región ha cambiado ya para siempre y las plantas exóticas están llamadas a desempeñar en ella un papel muy importante. Los cambios que estamos viviendo tienen un carácter irreversible e imaginar una vuelta a situaciones que llevan ya miles de años comprometidas por la acción del hombre es una quimera a estas alturas.



Washingtonias y palmeras canarias creciendo en un campo abandonado en la región de Moncófar (Castellón) / Fotografía: Adrián Rodríguez / Licencia: Dominio Público

La tercera consecuencia del cambio climático ya la hemos evocado en el primer artículo de esta serie, que dedicamos a la Marjalería de Castellón, y es la subida del nivel del mar a consecuencia de la expansión del agua de los océanos y del derretimiento de los glaciares alpinos y polares. Tal como vimos, son subidas aún poco importantes pero en zonas situadas muy poco por encima del nivel del mar, como todas las zonas de marjales presentes a lo largo de toda la costa mediterránea, las consecuencias podrían ser importantes y ocurrir mucho antes de lo que pensamos. Muestro en la figua a continuación cuales serían las zonas afectadas en la región de la Albufera de Valencia, que corresponden aproximadamente a la zona que quedó inundada en la DANA de 2024. La diferencia, claro está, es que si sube el mar será ya para quedarse para siempre en las zonas que ocupe. Más teniendo en cuenta que ese metro de subida del nivel del mar que hemos considerado tan solo es el primero de los muchos metros que aún subirá en los siglos venideros si no logramos pronto parar el cambio climático...



A la izquierda, zonas que quedarían recubiertas por el mar si el nivel de éste subiese 1 metro. A la derecha: zonas inundadas por la DANA de 2024.

Lo mismo podríamos decir de otras muchas zonas como el delta del Ebro, al que dedicaremos un artículo específico por la importancia que tiene como área natural.



Informe divulgativo sobre especies exóticas invasoras en la CV y su impacto en las nativas Autor: Css. Ciències. Consell Valencià de Culura (2024)
Gassó, N., Sol, D., Pino, J., Dana, E.D., Lloret, F., Sanz-Elorza, M., Sobrino, E. and Vilà, M. (2009), Exploring species attributes and site characteristics to assess plant invasions in Spain. Diversity and Distributions, 15: 50-58. https://doi.org/10.1111/j.1472-4642.2008.00501.x

Situada entre los Pirineos y el Sistéma Ibérico, la depresión del Ebro es una de las dos grandes depresiones formadas en la Península Ibérica como consecuencia del desarrollo de las cordilleras alpinas en la periferia de la microplaca ibérica, al colisionar esta con las placas africana y europea. La otra es la del Guadalquivir, cuyo futuro examinaremos más adelante. Esta depresión conforma una vasta cuenca hidrográfica drenada por el río Ebro, que desemboca hoy en día en el Mediterráneo. También existen en la Península Ibérica depresiones intraplacas, que corresponden grosso modo con las cuencas del Duero, del Tajo y del Guadiana, cuya formación se debe al hundimiento de bloques de la corteza a lo largo de grandes fallas normales a menudo siguiendo estructuras más antiguas heredadas de orogenias anteriores y reactivadas durante la orogenia alpina.



La activa erosión que se observa en buena parte de la depresión del Ebro denota que tuvo un nivel base mucho más alto que el actual, consecuencia del carácter endorreico que tuvo durante buena parte del Terciario.

La depresión del Ebro debe principalmente su existencia a la formación de los Pirineos, siendo lo que los geólogos califican de "cuenca de antepaís", una cuenca sedimentaria que se ha formado por la flexión de la placa continental ibérica debido al reajuste isostático provocado por el engrosamiento de la corteza continental en la zona axial de la cordillera. A consecuencia de esa subsidencia han llegado a acumularse localmente hasta 7-8 km de sedimentos. Sedimentos que se han visto en parte ellos mismos envueltos en la orogenia, al progresar los cabalgamientos pirenaicos hacia zonas cada vez mas externas.



Corte geológico esquemático de los Pirineos en base a la interpretación de los datos sísmicos del programa ECORS-Pirineos.

La depresión del Ebro presenta, sin embargo, una característica que la diferencia de otras zonas de antepaís como las de los Alpes o la de los propios Pirineos en su vertiente norte: está rodeada por otras zonas tectónicamente activas que han aislado la cuenca del Ebro durante buena parte de su historia. Al norte se formó la cordillera Cantábrica, que cortó la comunicación de la cuenca del Ebro con el Atlántico. Al sur se formó el Sistema Ibérico y al este, las cordilleras Costero-Catalanas cortaron toda comunicación con el Mediterráneo. Consecuencia de ello, la depresión del Ebro tuvo un caracter endorréico durante buena parte de su historia y permaneció sin salida al mar entre 37 Ma (finales del Eoceno) y 7,5 Ma (Mioceno Superior). A consecuencia del relleno sedimentario de esa cuenca endorreica, el valle del Ebro se convirtió en realidad en un altiplano situado entre 500 y 750 m de altitud. Tras encontrar esa cuenca un exutorio al Mediterráneo, la erosión se llevó buena parte del relleno sedimentario de esa cuenca endorreica, calculando Garcia-Castellanos D. y Cruz Larrasoaña J. (2015) que si la apertura hacia el mar tuvo lugar hace 7,5 Ma, el volumen total erosionado y depositado en el delta del Ebro sería de ca. 50000 km3. Consecuencia de esta erosión, el rebote isostático en el centro de la cuenca del Ebro superaría los 500 metros.




Evolución de la cuenca del Ebro tras abrirse paso el Ebro hacia el Mediterráneo. Las grandes flechas grises verticales muestran los movimientos isostáticos. Garcia-Castellanos D. & Cruz Larrasoaña J. (2015).

Esta situación recuerda mucho la de la cuenca del Tajo durante buena parte del Mioceno, época en la que se depositaron sedimentos evaporíticos en el centro de esa cuenca. Ocurrió algo muy similar en la depresión del Ebro, donde la presencia de esas evaporitas condiciona hoy en día las condiciones ecologicas de vastas zonas, al constituir substratos muy pobres en nutrientes sobre los que se desarrolla un tipo de vegetación muy especializado. El estar la depresión del Ebro rodeada de sistemas montañosos ha tenido siempre y sigue teniendo hoy otra consecuencia muy importante: recibe muy pocas precipitaciones. Los sistemas montañosos circundantes, en efecto, actúan como barreras físicas que obligan el aire a ascender y a enfriarse, liberando buena parte de la humedad que pudiese transportar. En el mapa climatológico la depresión del Ebro aparece como una zona árida (clima tipo BSk, estepario frío) entre regiones montañosas que gozan de climas mucho más húmedos.



Mapa climático de la región estudiada mostrando la repartición de los climas según la clasificación de Köppen-Geiger.

Esta peculiar situación existe en realidad desde que la cuenca del Ebro quedó aislada del mar en el Eoceno, depositándose evaporitas en distintos contextos y épocas durante el Terciario, atestiguando la existencia de un clima árido bien diferenciado en el seno de esta depresión tanto en los épocas más cálidas como en las más frías, como sugiere la existencia de dunas eólicas hace 50.000 años en el entorno de Zaragoza (ver artículo). Estas evaporitas se han depositado tanto entre los nacientes relieves pirenaicos, en una posición más bien lateral respecto al conjunto de la depresión, en pequeñas cuencas que la tectónica ha ido aislando, como en el centro de la depresión, de forma intermitente a lo largo del Oligoceno y del Mioceno. En el mapa a continuación se muestra la situación y extensión de las formaciones sedimentarias con evaporitas.



Esquema geológico de la Cuenca del Ebro, con la situación de las principales formaciones evaporíticas terciarias, tanto marinas como continentales (Orti, 1990) en Utrillo et al. (1991).

La presencia de evaporitas en la cuenca del Ebro atestigua de la existencia de climas cálidos y áridos en esta zona durante buena parte del Neógeno. A pesar de la abundancia de material sedimentario depositado en esta cuenca, se dispone paradójicamente de muy pocos datos sobre la paleoflora de esta zona antes de las glaciaciones. Al haberse reconectado esta cuenca con el mar a finales del Mioceno, son los sedimentos de esa edad los que podrían darnos la información más reciente acerca de la flora de esa "depresión", situada entonces unos 500 metros más alto tal como vimos anteriormente. No existen prácticamente yacimientos paleontológicos de esa época que nos puedan dar alguna pista al respecto, ni tan siquiera algún análisis palinológico de esos sedimentos. Son muy pocas las excepciones, destacando el hallazgo en Épila (Zaragoza) de restos de tallos, frondes y hojas de Pteridófitas y Espermatofitas en niveles travertínicos datados del Aragoniense medio-superior (zonas MN4 a MN6). Los únicos restos que se han podido identificar en ese yacimiento son restos de frondes de Osmunda y trozos de hojas de alguna palmera tipo Sabal o Chamaerops, que se suelen agrupar en el parataxon Sabalites. Por lo demás restos de distintas Monocotiledóneas, semejantes a las cañas y juncos actuales a las que no se ha podido identificar. La otra excepción son los restos de troncos silicificados encontrados en los Monegros al pie de la Sierra de Alcubierre, provenientes del norte y depositados en un ambiente deltaico, en los que se han podido reconocer maderas de Gimnospermas, Angiospermas y palmeras.



La predominancia, en muchos yacimientos del Mioceno de Cataluña, de leguminosas arborescentes y arbustivas como las acacias evoca paisajes africanos como esta llanura a proximidad de Wadi Archei en las montañas de Ennedi (Chad). / Fotografía: David Stanley / Licencia: CC BY

Para hacerse una idea del tipo de vegetación y del clima en aquella época, tenemos que trasladarnos a yacimientos en las sierras costero-catalanas que bordean la depresión el Ebro, cuya edad va del Mioceno inferior (Costa Blanca de Martorell) al Mioceno medio (Martorell, Rubí, Sant Sadurní d'Anoia). En estos yacimiento predominan las Mimosaceae y Caesalpiniaceae arbóreas y arbustivas provistas de pequeños folíolos con un marcado caracter xerofítico. Géneros como Acacia, Caesalpinia, Cassia, Podogonium y Mimosa formaban una comunidad vegetal capaz de soportar largos periodos de sequía. En zonas de mayor humedad o en periodos de mayor humedad aparecen géneros como Bumelia, Laurus, Cinnamomum, Persea, Diospyros, Sabal, Sapindus, Sapotaceae, Engelhardia, Platycarya, que indican un clima tropical-subtropical cálido y seco. Es interesante notar que prácticamente todos estos géneros han desaparecido del continente europeo y no sobrevivieron al progresivo enfriamiento durante el Neógeno y el definitivo mazazo de las glaciaciones. En Europa, las regiones más áridas son generalmente regiones en las que predomina una vegetación herbácea y de pequeños subarbustos, pero en otros lugares del mundo y en otros tiempos en Europa, una diversa flora arborescente y arbustiva estaba asociada a climas tan áridos como los que van ganando terreno progresivamente. Haríamos bien en echar una ojeadita al otro lado del Estrecho de Gibraltar para ver si no existen especies de estos mismos géneros capaces de medrar en condiciones tan duras como las que se avecinan. La presencia, aunque sea dispersa, de árboles y arbustos, ayudaría mucho a que estas zonas no se conviertan antes de tiempo en auténticos desiertos...


Tipos de clima de la clasificación de Köppen-Geiger para el periodo de referencia 2071-2100 / Climate zones on the move

Los modelos climatológicos evidencian, en efecto, que la actual situación de aridez en la depresión del Ebro irá a más y se prevé que un clima de tipo BWh (desértico cálido) se imponga en las partes centrales de la depresión. Ocurrirá aquí lo mismo que anticipábamos al hablar de Castilla-la Mancha: la presión sobre unos recursos hídricos menguantes irá poco a poco creciendo y en un contexto de aridificación creciente de toda esta zona, cabe preguntarse cual será la futura evolución del caudal y del régimen hídrico del Ebro, al disponer de cada vez menos agua proveniente de la fusión del manto de nieve en regiones cada vez menos innivadas. Son pues muchas las incógnitas en una región que depende fundamentalmente de los aportes de agua de los ríos provenientes de los sistemas montañosos aledaños.



Climograma de Zaragoza, en el que se ve perfectamente lo cerca que estamos ya de franquear el límite de los 18ºC de temperatura media anual que separan los climas de tipo BSk y BSh. Según datos públicos de AEMET.

Daniel Garcia-Castellanos y Juan Cruz Larrasoaña. Quantifying the post-tectonic topographic evolution of closed basins: The Ebro basin (northeast Iberia). Geology. DOI: 10.1130/G36673.1
Sanz de Siria Catalán A. (1994) / La evolución de las paleofloras en las cuencas cenozoicas catalanas / Acta Geologica Hispanica, Vol. 29, pp. 169-189
Ferrer J. et al. (1993) / Nota sobre las plantas fósiles del Mioceno de Epila (Zaragoza) / Geogaceta, Vol. 14, pp. 94-97
Ortí,F. (1990): Introducción a las evaporitas de la Cuenca Terciaria del Ebro. In: Formaciones evaporíticas de la Cuenca del Ebro y cadenas periféricas, y de la zona de Levante. Nuevas aportaciones y Guía de superficie. (F. Ortí y J.M.ª Salvany, Eds.). Universidad de Barcelona-ENRESA.

En este artículo volvemos a la España "verde", que ya descubrimos en parte al examinar el caso de Galicia en un artículo anterior. A diferencia de gran parte de Galicia, la franja cantábrica de la Península tiene un clima más marcadamente oceánico, con precipitaciones mejor repartidas a lo largo de todo el año. Si bien las precipitaciones disminuyen en los meses de verano, se mantienen por lo general a un nivel por encima de los 30 mm que marcan la diferencia entre el clima Cfb, templado sin estación seca con veranos suaves y el clima Csb, templado con veranos secos y suaves, que vimos que ocupaba gran parte de las zonas interiores y del S del litoral atlántico de Galicia..



Vista Parque Natural de Redes, Principado de Asturias / Fotografía: SusoRedondo / Licencia: CC BY-SA

En ese contexto climático, los bosques de frondosas (robles y hayas) son el tipo de vegetación predominante en toda esa área, siendo muy parecidos a los que se pueden observar en buena parte de Europa occidental y central. Cabe sin embargo destacar la ausencia de algunas especies que no lograron "volver" tras la última glciación, como pueden ser el carpe (Carpinus betulus) y el abeto (Abies alba, que forma bosques mixtos con el haya en los Pirineos y cuya ausencia demuestra cuan difícil resulta para algunas especies colonizar todas la zonas que les son teóricamente favorables. A nadie se le escapa que contrariamente a robles y hayas, la dispersiñón de estas dos especies depende fundamentalmnte del viento...



Izquierda: mapa climático de la Península Ibérica mostrando la repartición de los climas según la clasificación de Köppen-Geiger. Derecha: mapa mostrando el balance entre precipitación y evapotranspiración.

La subida de las temperaturas en esta región hará que, tal como vimos en el caso de Galicia, pronto superemos en muchas zonas el umbral de los 22 grados de temperatura media del mes más cálido, lo que convertiría el clima de esta región al tipo Cfa, templado sin estación seca con veranos calurosos, muy poco difundido en Europa actualmente. En la Península Ibérica, una estrecha franja al S de los Pirineos tiene hoy en día este tipo de clima. En el resto de Europa, es el clima actual de regiones como el valle del Po al S de los Alpes, algunas regiones de los Balcanes, el N de Turquía, Georgia y una pequeña zona del S del Mar Caspio.



Mapa de ubicación de los climas subtropicales húmedos.

A poco que las temperaturas medias suban un par de grados, una ciudad como Santander tendrá un clima de tipo Cfa o Csa "húmedo" o "perhúmedo", muy diferente del de otras regiones de clima Csa del interior de la Península en las que la sequía estival es mucho más prolongada y acentuada. Si comparamos los climogramas de Santander y de Ramsar, a orillas del Mar Caspio, vemos que son bastante similares, con una repartición de las precipitaciones más desigual en Ramsar, donde las lluvias en otoño son mucho más importantes que en primavera, siendo en ambos casos el verano un periodo claramente más seco que el resto del año. La gran diferencia reside en el nivel de las temperaturas veraniegas, sensiblemente más altas en esa región del N de Irán. La subida de las temperaturas medias observada durante las últimas dos décadas nos acerca sin embargo cada vez más a condiciones similares a las del S del Mar Caspio. De hecho, el parecido entre ambas regiones no se limita al clima: la situación de ambas costas al sur de un mar, con la presencia de una cadena montañosa próxima a la costa que separa ambas franjas costeras de regiones interiores mucho más secas no deja de llamar la atención. Resulta pues, creo yo, de lo más interesante saber qué tipo de vegetación crece en esta región y en otras zonas de clima Cfa/Csa húmedo del mundo.



Climogramas de Santander (izquierda) y de Ramsar (derecha)

Aunque Irán es un país en el que predominan los climas áridos, la franja de costa que bordea el Mar caspio disfruta de un nivel de precipitaciones muy superior al del resto del país, convirtiéndola en una región muy verde cubierta por extensos bosques constituidos por especies relictas del Terciario que encontraron aquí un refugio durante las glaciaciones del Cuaternario. Especies que tuvieron una amplia distribución en el continente europeo antes de sucumbir ante el envite del frío. Algunas de esas especies se mantuvieron casi hasta nuestros días en el S de Europa. Es el caso, por ejemplo, de la zelkova (Zelkova carpinifolia), aún presente en el centro de Italia hace tan solo 33.000 años. El género logró mantenerse milagrosamente en Sicilia y en Creta pero desapareció tras esa fecha de la parte continental de Europa. Lo mismo cabría decir de la pterocaria del Cáucaso (Pterocarya fraxinifolia), cuyo polen se ha encontrado en sedimentos datados de hace unos 70.000 años en la laguna del Cañizar en la provincia de Teruel) o del árbol del hierro (Parrotia persica) aún presente en Grecia en los últimos periodos interglaciares. Otras especies como el caqui (Diospyros lotus), en cambio, desaparecieron mucho antes.



El Bosque Hircano del Norte de Irán en la región de Javaherdasht, Provincia de Gilan. Fotografía: Hamid Gholizadeh

El bosque hircano no es la única región del mundo en albergar especies y géneros que estuvieron presentes en Europa antes de las glaciaciones. De hecho, las que sobrevivieron en esa región del Bosque Hircano y del Cáucaso tan solo son una pequeña muestra de la rica biodiversidad que tuvo este continente en épocas pretéritas. Para encontrar algo parecido hoy en día hay que desplazarse hasta China o Norteanérica, donde la geografía permitió que buena parte de esos taxones sobrevivieran, algunos casi a punto de extinguirse. Es el caso del hoy en día muy popular ginkgo (Ginkgo biloba), que vemos ahora plantado en muchas ciudades españolas o del mucho más desconocido árbol de la gutapercha (Eucommia ulmoides), aún presente en la Península Ibérica hace aproximadamente 1,3 millones de años, cuando los primeros hombres ya habían hecho su aparición. Podríamos así citar decenas de géneros, cosa que no haré para no matar de aburrimiento al lector. Remito a mi libro dedicado a las especies paleoautóctonas quienes tengan interés en profundizar este tema (disponible aquí).



Los bosques subtropicales deciduos o perennifolios de SE de China han conservado una rica biodiversidad que convierten esa región en un auténtico reservorio de especies relictuales del Terciario. En la fotografía el bosque de Baishanzu. / Autor desconocido.

Es interesante notar que la intuición de los ingenieros forestales les llevó a testear algunas especies exóticas que les parecían bien adaptadas al clima de esta región y que resultaron ser especies que estuvieron presentes en esa misma región antes de las glaciaciones. Resulta muy llamativo, por ejemplo, que a escasos kilómetros del famoso bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal, en Cantabria, se descubriera más tarde un yacimiento en Carranceja en el que se identificaron restos de madera pertenecientes a distintas especies entre las que se encontraba , precisamente, la secuoya (Sequoia sp.). Lo mismo cabría decir, posiblemente, del "sugi" (Cryptomeria sp.), por utilizar el nombre japonés de otra especie también presente en la cornisa cantábrica en aquella época y plantada hoy en día en el País Vasco, donde encuentra condiciones muy favorables a su desarrollo. Ambas especies son buenos ejemplos de Gimnospermas adaptadas a climas cálidos y húmedos similares a los que tuvo el continente europeo antes de las glaciaciones y hacia los que nos lleva el calentamiento climático que hemos iniciado recurriendo al uso de los combustibles fósiles.



Las secuoyas del Monte Cabezón llaman sobre todo la atención por lo insólito de su presencia, aunque no deja de ser una plantación demasiado densa que ganaría mucho en ser aclarada y en incorporar otras especies. / fotografía: Rodelar / Licencia: CC BY-SA

Aunque la subida de las temperaturas no haya puesto aún en peligro las especies presentes en este territorio, tarde o temprano favorecerá el establecimiento de especies más termófilas que tomarán poco a poco el relevo de las especie actuales que tendrán que buscar a mayor altitud su óptimo climático. Qué especies constituirán los bosques de mañana a baja altitud es la pregunta del millón. Nuestros parques y jardines están llenos de candidatos y algunas de esas especie no han esperado para naturalizarse localmente, tal como ocurre con la pterocaria china o el castaño de Indias en el País Vasco. Otras muchas especies seguirán su estela y solo depende de nosotros escoger qué tipo de bosque tendremos en el futuro. Yo creo que una miradita al pasado nos puede guiar. Favorecer el regreso de las paleoautóctonas me parece una buena manera de no errar demasiado en ese empeño...

Imaginar la futura evolución de la vegetación en zonas de relieves es relativamente más sencillo, conceptualmente, que en otras regiones. Todos sabemos que en respuesta al calentamiento global sufrido por la atmósfera, las especies y los ecosistemas tienen tendencia a migrar hacia el norte o a ganar altitud en las zonas de relieve. Sabiendo más o menos cual va a ser localmente la subida de las temperaturas medias anuales, podemos calcular aproximadamente de cuantos metros van a subir los pisos de vegetación sabiendo que la temperatura desciende entre 1 (atmósfera seca) y 0,55 (atmósfera húmeda) grado cada 100 metros.



Otoño en la Cara Norte de la Sierra de Guadarrama, Noviembre-2017. La repartición altitudinal de los pisos de vegetación se verá modificada por la subida de las temperaturas. / Fotografía: Javier Civantos.

Eso he intentado imaginar en la figura más abajo, suponiendo que de aquí a 2100 los pisos de vegetación podrían subir aproximadamente unos 800 metros (se trata de un valor medio). El resultado de ese pequeño ejercicio mental ya nos permite sacar algunas conclusiones muy generales acerca del aspecto que podría tener, potencialmente, el Sistema Central a finales de siglo y más adelante si logramos estabilizar el calentamiento en un punto que no sea letal para nuestras sociedades. A nadie le importará todo esto en el futuro, claro está, si la temperatura media global sube 10 grados...



Vegetación de la Sierra de Guadarrama hoy y en 2100, asumiendo una subida de 800 metros de los pisos de vegetación.

La primera consecuencia previsible de la subida de las temperaturas y de los pisos de vegetación será la considerable reducción de la superficie ocupada por los pinares. El piso oromediterráneo tan solo se mantendría en los relieves más elevados y de forma bastante relictual. Lo mismo cabría decir de la vegetación arbustiva y herbácea que caracteriza hoy en día muchas de las cumbres de nuestras montañas. A esas altitudes, importarán más las condiciones locales (microclimas) para que sobrevivan este tipo de formaciones vegetales. Aún así, es previsible que muchas especies relictuales hoy en día acaben por desaparecer de nuestras cumbres. Seamos sinceros, será una auténtica escabechina que nadie podrá evitar. Conservar sus semillas en bancos de semillas ultraprotegidos no evitará su desaparición a no ser que planeemos sembrarlas en latitudes mucho más norteñas, si es que se dan las condiciones para ello...



Vista del pinar de Hoyocasero, una auténtica reliquia en la Sierra de Gredos. Los pinares verán probablemente su área de distribución potencial muy reducida. / FOTO: Wikiloc

Los pinares, a su vez, serán sustituidos por bosques de frondosas. En realidad fundamentalmente por el melojo (Quercus pyrenaica), puesto que es la única especie presente por debajo de los pinares, aunque muy localmente también estén presentes otras especies más exigentes que el melojo que bien podrían aprovecharse de una mayor humedad a mayores altitudes si se mantiene el actual nivel de precipitaciones. Las precipitaciones son, en realidad, la gran incógnita. De cómo evolucionarán en el futuro en los principales sistemas montañosos de la Península dependerá en gran medida el tipo de vegetación que los cubrirá. En caso de mantenerse, no podemos excluir que especies como el roble , el haya. los arces o los tilos se vean favorecidas por el cambio climático, aunque el problema de estas especies sería el mismo que han tenido hasta ahora: ¡cómo llegar!



Hayas en las faldas del Monte Abantos (Madrid). Su presencia antes de las glaciaciones está atestiguada por los estudios polínicos y podría ser una de las especies que se vea beneficiada por la subida de las temperaturas en zonas de altitud con mayores precipitaciones. / FOTO: Miguel Varona

Que el nivel de humedad en el Sistema Central pueda mantenerse en un futuro 2-3 grados más caliente que el actual lo podemos intuir sabiendo el tipo de vegetación que estuvo presente en el pasado, cuando reinaban en el centro de la Península condiciones de aridez muy similares a las del SE (ver el tercer artículo de esta serie dedicado a Castilla-La Mancha). Los estudios palinológicos sugieren que en los relieves del Mioceno crecían árboles pertenecientes a los géneros Pinus, Tsuga, Fagus y Zelkova. Una flora bien diferente de la actual pero claramente asociada a niveles de humedad mucho mayores que en las planicies circundantes. No me parece pues descabellado pensar que en el futuro, nuestras sierras podrían albergar una biodiversidad arbórea mayor que la actual.




Representación en un perfil esquemático de los distintos paleoambientes y sus paleoasociaciones vegetales en la Sierra de Guadarrama y su piedemonte. Fernández Marrón et al. (2004)

Bajando hacia el pie de la sierra, nos iríamos encontrando con una creciente aridez, que en la vertiente sur del Sistema Central permitiría a la vegetación típicamente mediterránea alcanzar prácticamente la línea de cresta en las zonas menos elevadas. Vamos, que encinas en la línea divisoria entre ambas Castillas. Nada que ver con los pinares que estamos acostumbrados a ver. Y cuanto más bajemos hacia las llanuras, más resistente a la sequía y al calor la vegetación que nos encontraremos.



Región de Marrakesh, Maruecos. Situaciones tan contrastadas como esta probablemente serán frecuentes en la España del futuro... Autor desconocido.

Una de las sorpresas mayores que ha reservado el estudio de los sedimentos post glaciales en la Sierra de Gredos es la existencia local de una población de cedros que desaparecieron hace pocos milenios, al mismo tiempo que los pinos, cuando esta sierra fue arrasada por la explotación humana. Aunque algunos autores afirman que puede tratarse de aportes eólicos, la abundancia de polen de cedro en un depósito aislado y su total ausencia en otros no muy lejanos no cuadra en absoluto con un aporte eólico. De tener un origen africano ese polen, se tuviese que haber encontrado de forma dispersa en todos los depósitos de la zona, cosa que no se ha observado. En la perspectiva de un aumento de las temperaturas y de la aridez en las altitudes intermedias, el cedro sería un buen candidato para sustituir los pinos y formar bosques mixtos con el melojo.



El cedro de la francesa en Béjar, en una región en la que esta especie sobrevivió hasta hace escasos milenios / FOTO: Javier Elcuaz del Arco

La evolución a grandes rasgos de la vegetación del Sistema Central está pues bastante clara, traduciéndose la subida de las temperaturas por una progresiva elevación de los pisos de vegetación. La evolución de las precipitaciones en este sistema montañoso es la gran incógnita, que determinará si otras especies hoy en día ausentes o muy poco representadas llegarán a desempeñar un papel mucho más importante que el actual.



Ruiz-Zapata1 M.B. et al. (2011) / Dinámica de la vegetación durante el Holoceno en la Sierra de Gredos (Sistema Central Español) / Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. Sec. Geol., Vol. 105 (1-4), pp. 109-123
Fernández Marrón, M. T., Fonollá Ocete, J. F., Sesé Benito, C. y Jiménez Rodrigo, J. C. 2004. Estudio paleoambiental de nuevos yacimientos de plantas y vertebrados de la “Unidad Intermedia” del Mioceno Medio de la cuenca de Madrid. [Palaeoenvironmental study of new plants and vertebrate sites of the “Unidad Intermedia” from Middle Miocene of Madrid basin.] Revista Española de Paleontología, 19 (2), 199-213


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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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