Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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Hojas del ailanto, Parque del Retiro, Madrid.



Vigésimo artículo dedicado a las especies y géneros “paleoautóctonos” que poblaban la Península Ibérica y el continente europeo a finales del Terciario y comienzos del Pleistoceno (Cuaternario) justo antes de que se desencadenaran las glaciaciones. ¿ A que no os imaginabais que este tema iba a dar para tanto ? Hoy, para celebrar que hemos llegado al número 20 y dando rienda suelta a mi espíritu de provocación, vuelvo a evocar aquí un género que siempre provoca reacciones encendidas: el ailanto es, en efecto, la especie arbórea más odiada en nuestro país. El diablo vestido de árbol para muchos pero la verdad es que poca gente se ha parado a pensar en el significado real de su presencia. Viendo la facilidad con la que esa especie (y otras especies invasoras) se propaga por todo el Hemisferio Norte, la pregunta que nos podríamos hacer, como en toda buena serie policiaca es la siguiente: ¿ tiene esa especie algún tipo de antecedentes ? La respuesta, lo adivináis, es que efectivamente los tiene…




El mapa que reproduzco aquí muestra la repartición actual del género (zona punteada) y la repartición que tuvieron Ailanthus tardensis (rombos), Ailanthus gigas (triángulos) y Ailanthus confucii (círculos). Tal como se puede ver, esta última especie tuvo hasta el Plioceno una repartición holárctica bastante similar a la que puede tener hoy en día Ailanthus altíssima. De hecho, tal como se señala en el artículo [1], ambas especies (Ailanthus altissima y Ailanthus confucii) son morfológicamente indistinguibles. O sea, que están directamente emparentadas (se trata pues de la misma especie o de su antecesor directo). Esto responde pues a la pregunta que nos hacíamos acerca de sus antecedentes: no es la primera vez, en efecto, que esa especie ha sido capaz de expandirse por todo el Hemisferio Norte. Lo ha hecho hoy gracias a la ayuda del hombre pero ya lo hizo antes por ella misma. El ailanto muestra hoy una clara tendencia a expandirse, favorecido por el calentamiento global, pero esto cobra un sentido muy diferente a la luz de lo que sabemos del pasado. Más que “invadir” territorios en los que nunca estuvo presente, esa especie está, muy al contrario, reocupando unos territorios en los que ya estuvo presente durante millones de años y de los que tan solo se ausentó durante el paréntesis de las glaciaciones. La misma historia se podría contar acerca de otras especies invasoras como la Robinia o el arce negundo pero de eso hablaremos en futuros artículos…


AilanthusFamilia: SimaroubaceaeOrden: Boraginales

Árboles caducifolios. Tronco de corteza verdosa o pardusca; ramas con pelos densos o ± esparcidos. Hojas alternas, pinnaticompuestas, impari o paripinnadas, algo coriáceas, sin estípulas; folíolos asimétricos en la base, de margen entera o dentada, pelosos; peciólulos no alados. Inflorescencias axilares, en largas panículas. Flores polígamas. Receptáculo con ginóforo; disco nectarífero con 10 lóbulos. Sépalos 5-6, libres. Pétalos 5-6, de margen entero. Estambres 10, en 2 verticilos, insertos en la base del disco; filamentos sin apéndices ni escamas; anteras latrorsas. Carpelos 2-5, libres entre sí, o algo soldados en la base, uniloculares; estilos laterales, ± soldados. Fruto en polisámara, en racimos ± péndulos. Semilla de contorno redondeado u obovado, rodeada por el ala.

Descripción:  Flora Iberica




El ailanto pertenece a una familia de árboles esencialmente tropical de la que es el único representante en las zonas templadas. Ese origen tropical queda patente en el hábito que exhibe este árbol, poco frecuente en árboles de zonas templadas y en el hecho de ser un árbol relativamente friolero, lo que se traduce no solamente por el hecho de que se encuentre más a gusto en las zonas meridionales del continente europeo (en el norte de Europa la especie no sale de las zonas estrictamente urbanas), sino también por el hecho de ser una de las últimas especies caducifolias en desarrollar sus hojas en primavera tras el parón invernal. Esa tardanza le ha valido en la región del Río Amarillo (China) el nombre vernacular de ch’un-shu, que se traduce como "árbol de la primavera", paradójicamente no porque sea el primero en anunciar la primavera sino porque la aparición de sus hojas realmente marca la llegada definitiva y duradera de la primavera, lo que en sociedades rurales es de suma importancia para los cultivos [2].



Joven ailanto mostrando el hábito típico de la especie cuando no sufre ningún tipo de poda o de intervención. Barrio de Moratalaz, Madrid.



El ailanto fue introducido en Europa por Pierre d'Incarville, un jesuita francés establecido en China a mediados del siglo XVIII que mandó semillas de ailanto y de sófora a Bernard de Jussieux, botánico francés del que había sido alumno y que era por aquél entonces el director del Jardin Royal des Plantes. Las semillas, enviadas a partir de 1743, llegaron a Paris tras un largo viaje intercontinental y fueron el comienzo de una exitosa historia. Ambas especies siguen siendo hoy en día muy frecuentes en nuestro país, siendo la sófora, menos expansiva que el ailanto, la segunda especie más plantada en las calles de Madrid tras el olmo. El ailanto en seguida se convirtió en uno de los árboles ornamentales más preciados en Europa, debido al porte tan exótico y elegante que tiene. Los ingenieros pronto descubrieron, además, su extraordinaria capacidad de fijación de terrenos y su utilización se generalizó. Aún así, a pesar de ser un árbol ornamental bastante popular, no tengo constancia de que ese árbol se haya extendido masivamente antes de la década de los años 60. En realidad, aunque ya se señala su naturalización en el siglo XIX, parece que su expansión (me faltan datos para demostrarlo) es un fenómeno bastante reciente que coincide con la subida de las temperaturas que se inició en los años 70. A la misma conclusión llegan, en todo caso, los investigadores que han estudiado su expansión en Grecia (3). De hecho, en Europa del Norte ese árbol no sale de las zonas urbanas, siendo el clima demasiado frío fuera de ellas. En España se le puede observar en todo tipo de zonas alteradas por el hombre como pueden ser las escombreras, los bordes de las vías de comunicación, los solares abandonados, etc. El carácter invasor de esta especie se debe únicamente a que se inmiscuye en zonas de ribera, donde parece competir con éxito con la vegetación natural. Cabría preguntarse, sin embargo, cuán natural es realmente la vegetación ribereña y si realmente son esos ecosistemas los más difíciles de recuperar. Ese tipo de bosque tiene una de las tasas de crecimiento más altas que se pueda imaginar y a poco que se la deja crecer... Es más la rareza de ese tipo de ecosistemas (culpa del hombre) que su fragilidad lo que realmente preocupa.



Pequeño bosquecillo de olmos de Siberia (Ulmus pumila y de ailantos (Ailanthus altissima) desarrollado sobre el talud de una carretera en el barrio de Moratalaz (Madrid).



Resulta muy llamativo, en el caso del ailanto, el radical cambio de percepción hacia esa especie. Pasó de ser un árbol muy estimado y valorado a ser, hoy en día, un árbol vilipendiado y olvidado. El árbol presenta, sin embargo, múltiples cualidades. que Charles Sargent, fundador y primer director del Arnold Arboretum, sintetizaba de la siguiente manera en la primera edición de la revista Garden and Forest: "... for hardiness and rapidity of growth, for the power to adapt to the dirt and smoke, the dust and drought of cities, or the ability to thrive in the poorest soil, for beauty and for usefulness, this tree is one of the most useful which can be grown in this climate ..." (Gard. & For. 1888: 380). Además de ser un árbol muy poco exigente, éste produce una madera de muy buena calidad, comparable en calidad a la del fresno (4), con un alto poder calorífico. En el contexto actual de cambio climático, sin embargo, no me cabe la menor duda de que este árbol tan duro de pelar tiene aún mucho que ofrecer. Es de los pocos capaces de desarrollarse en condiciones tan exigentes y de ofrecer soluciones inmediatas a los graves problemas de erosión que sufren muchos terrenos. Allí están las escombreras y los terrenos improductivos que rodean nuestras ciudades, cubriéndose poco a poco de olmos de Siberia y de ailantos y transformando esas áreas en auténticos bosques bajo los que se desarrolla rápidamente un nuevo suelo, algo que sin ellos hubiese sido una quimera.


   

Leyendo las terroríficas descripciones que se escriben en España del ailanto, a menudo se puede leer que el ailanto estropea las mieles dándoles un sabor desagradable. Parece, viendo como lo describen los productores italianos de miel de ailanto, que la realidad es algo diferente: produced in the month of may, this is a honey with real personality, creamy. golden color with amber highlights. to the palate it brings precise sensations of moscato grapes and peach syrup, lychee stands out most distinctly, followed by an umami finish reminiscent of fresh mushrooms. tree of heaven or ailanthus, named for its height, reached in just a few years of rapid growth, considered invasive, it nevertheless has an undeniable oriental beauty and charm all its own. Como a menudo ocurre, todo depende del punto de vista de quien describe. / Imágenes: Mieli Thun.



¿ Es realmente el ailanto una especie invasora ? Lo cierto es que antes de ni tan siquiera formular esa pregunta, uno tendría que contestar un sinfín de otras preguntas. ¿ Acaso no hemos creado las condiciones para que esta especie colonizadora encuentre aquí las condiciones ideales para su desarrollo ? ¿ Acaso no está el cambio climático favoreciendo la propagación de esta y de otras muchas especies ? Sería honesto contestar a esas preguntas antes de acusar ninguna especie de ser una invasora. Al fin y al cabo, nosotros hemos creado las condiciones para que esas especies exóticas se instalen y prosperen. Plantar especies autóctonas en regiones en las que prosperan esas especies alóctonas no va a solucionar el problema de fondo, que es el pésimo estado en que hemos dejado todo. Puede que nos dé buena conciencia pero realmente no arregla gran cosa. Aceptemos pues de una vez por todas que las especies que están triunfando aportan algo positivo. Aprendamos a vivir con ellas y a aprovechar lo mejor que nos pueden dar. Conocerlas es el primer paso para aprender a convivir con ellas. Erradicarlas, en cualquier caso, sería dar un enorme paso hacia atrás. SI mañana cortásemos todos los olmos y ailantos que han crecido por doquier, estoy convencidísimo que los echaríamos muchísimo de menos, ya sea por convertir en auténticos secarrales terrenos que hoy son casi bosques, como por lo numerosos problemas de estabilidad que causaría eliminar de taludes y bordes de caminos unos árboles que llevan años fijando y estabilizando el terreno.



[1] Sarah L. Corbett and Steven R. Manchester1 (2004) / Phytogeography and fossil history of Ailanthus (Simaroubaceae) / Int. J. Plant Sci., Vol. 165(4), pp. 671–690.
[2] Shiu Ying Hu (1979) / Ailanthus / Arnoldia, Vol. 39, No. 2, pp. 29-50
(3) Fotiadis G. & Kyriazopoulos A. P. (2011) / The behaviour of Ailanthus altissima weed and its effects on natural ecosystems /  Journal of Environmental Biology 32(6):801-6
(4) Brandner R. & Schickhofer G. (2010) / Tree-of-Heaven (Ailanthus altissima): Enormous and wide potential neglected by the Western civilisation / World Conference on Timber Engineering 2010 (PDF)





Drupas de Ehretia dicksonii, Real Jardín Botánico de Madrid



Crece en el Real Jardín Botánico de Madrid un curioso arbolito originario de Asia Oriental cuyas hojas me recuerdan mucho, tanto por su forma como por su tamaño, las del barbadejo (Viburnum lantana). Ese parecido es, sin embargo, tan solo superficial, al pertenecer este arbolito a una familia (Ehretiaceae) en realidad emparentada con la familia de las Boraginaceae. Esta familia, junto con las Cordiaceae, constituye en el orden de las Boraginales un clado esencialmente leñoso cuyo origen se remonta como mínimo al Eoceno [1].




Inflorescencia de Ehretia dicksonii, Real Jardín Botánico de Madrid



El género Ehretia está constituido por unas 50 especies, distribuidas principalmente por el Viejo Mundo (África y S de Asia) pero también con 3 especies en Norteamérica y el Caribe. Creo que a estas alturas nadie se sorprenderá ya de que este género estuviese también presente en Europa antes de las glaciaciones. Este género esencialmente entomófilo no ha dejado, sin embargo, ningún rastro en el registro polínico pero fósiles de sus frutos han sido encontrados en varios yacimientos europeos datados del Eoceno al Plioceno.





Como se puede ver en el mapa, en el Plioceno y el Pleistoceno tan solo se han encontrado fósiles de este género en el norte de Italia. Es probable, viendo la diversidad actual del género y el amplio espectro de ecosistemas que ocupa (desde zonas inundadas, donde crece Ehretia aquatica, a zonas áridas pasando por las selvas tropicales), que estuviese representado en Europa por varias especies. Son demasiados escasos los restos encontrados, sin embargo, como para hacerse una idea de la repartición que tuvo antes de las glaciaciones.


EhretiaFamilia: EhretiaceaeOrden: Boraginales

Árboles o arbustos glabros. Hojas pecioladas, alternas, enteras o de margen aserrado. Inflorescencias bracteadas, corimbosas o paniculadas-cimosas. Cáliz 5-lobados. Corola de color blanco o amarillo pálido, tubular o tubular-campanulada, raramente infundibuliforme, 5-lobada, de tubo corto; lóbulos patentes o reflejos. Estambres 5, por lo general exertos; anteras ovadas a oblongas o lineares. Ovario ovoideo, bilocular, cada lóculo con 2 óvulos. Estilo terminal, hendido en 2; estigmas 2, capitados o alargados. Drupas de color amarillo, anaranjado o rojo pálido, subglobosas, glabras, endocarpo dividido en la madurez en 2 pirenos de 2 semillas o 4 pirenos de 1 semilla.

Descripción:  eFlorss




Se trata, aparentemente, de un género excepcionalmente cultivado en la Península Ibérica. De hecho, el ejemplar del Real Jardín Botánico es el único de esa especie del que he encontrado alguna referencia al redactar este artículo. Otras especies de este género, sin embargo, podrían tener muchísimo interés en nuestro país por su gran resistencia a la sequía, como pueden ser las 3 especies americanas. La anacua (Ehertia anacua), en particular, es un pequeño árbol del norte de México y del S de Texas que aguanta muy bien el calor y la sequía y que se podría cultivar sin demasiados problemas en aquellas zonas en las que no hace demasiado frío. Otra especie americana (Ehretia tinifolia) que se puede encontrar de manera excepcional en nuestro país (existe una cita en Benidorm) lleva en Cuba el curioso nombre de "roble prieto". Curioso uso de la palabra, cuyo origen desconozco. La tercera especie (Ehretia latifolia) aparentemente se cultiva en el Jardín Botánico de Valencia.




Hojas de Ehretia anacua, Travis Co, Texas, EE.UU.



[1] Gottschling M. et al. (2014) / Molecular delimitations in the Ehretiaceae (Boraginales) / Molecular Phylogenetics and Evolution, Vol. 72, pp. 1–6



Como bien sabrán los que siguen regularmente este blog o su correspondiente página de Facebook, nací y me crié en un país (Suiza) que aplica desde hace muchísimos años una política forestal muy estricta que permite asegurar la perennidad de aquellos otros servicios que cumple el bosque en un país con una orografía traicionera y una imperiosa necesidad de proteger sus recursos hídricos, el auténtico "oro líquido" de aquél país centroeuropeo. Suiza sufrió, durante el siglo XIX, algunas catástrofes terribles a consecuencia de la mala gestión de sus bosques. La tala indiscriminada de algunos bosques dejaron desprotegidos algunos pueblos que acabaron sepultados por avalanchas o por desprendimientos. Para evitar la repetición de tales catástrofes, las autoridades federales adoptaron en muchos bosques, desde principios del siglo XX, un modelo de gestión mucho más razonable, cuyo concepto nació a finales del siglo XIX en el cantón de Neuchâtel.




Bosque ajardinado en el Grand Risoud (Cantón de Vaud, Suiza). / Fotografía: Andreas Zingg (WSL)



Hasta aquél entonces, el modo de gestión de los bosques era el mismo que se sigue aplicando en otras muchas regiones europeas - Francia en particular - y consistía en dividir el bosque en parcelas que se talaban al alcanzar los árboles un tamaño dado. En ese modelo, las parcelas solían ser monoespecíficas y se talaban por completo. En 1880, un jovencísimo inspector forestal fue nombrado en el cantón de Neuchâtel y revolucionó por completo la gestión forestal de los bosques en aquél cantón, desarrollando el modelo que los suizos llaman hoy "futaie jardinée" que podríamos traducir como "bosque ajardinado". En ese modelo, se renuncia por completo a esa rotación y a talar por completo las parcelas. La idea fundamental del bosque ajardinado es la de crear un bosque irregular y mixto con árboles de distintas edades y tamaños, permitiendo que la estructura de esos bosques asegure una producción regular y continua de bienes y de servicios. En tales bosques los plantones nacidos espontáneamente y los jóvenes árboles conviven con árboles maduros.





El hecho de que árboles maduros y jóvenes convivan en una estructura forestal heterogénea permite que la luz del sol llegue a los estratos inferiores, favoreciendo la continua regeneración del bosque, que no necesita del hombre para auto perpetuarse. Los árboles más grandes, por otro lado, disponen de más espacio y de más recursos para desarrollarse, alcanzando productividades más importantes que en bosques monosespecíficos y homogéneos en los que tienen que competir con individuos de su misma especie y tamaño por los mismos recursos. Cada año los forestales cortan parte de los árboles maduros, intentando mantener constante en el bosque la proporción de individuos de cada edad. Desde ese punto de vista, lo extraordinario de un bosque ajardinado es que presenta casi siempre el mismo aspecto año tras año. Aunque no todos los bosque suizos se gestionen siguiendo ese modelo (los bosques ajardinados representan, de hecho, tan solo el 10% de los bosques suizos), los que se gestionan de esa manera desde ya más de un siglo son un modelo por el que algunos países vecinos también han apostado. Este tipo de bosque presenta sobre todo un particular interés en aquellas regiones en las que prima el papel protector o recreativo del bosque, cuya continuidad se quiere asegurar.




Lorenzo Pellegrini "auscultando" un árbol en el valle de Joux (cantón de Vaud) para saber si éste valdría para la fabricación de instrumentos musicales. La dilatada experiencia de este selvicultor fue objeto, hace unos años de un reportaje de la televisión suiza que es un auténtico poema y en el que se explica perfectamente, además, la filosofía de este modo de gestión forestal.



El bosque ajardinado es, claramente, lo más parecido a un bosque primario, en el que la heterogeneidad del bosque no se debe a la acción del hombre, sino a factores naturales como la muerte y caída de los individuos más viejos, las tempestades, los incendios forestales y la acción de la megafauna, lamentablemente desaparecida del continente europeo en amplias zonas. Ese modelo de explotación del bosque es, intuitivamente, el más aconsejable, ya que permite mantener el papel protector del bosque además de asegurar una producción constante de madera de calidad. Este modelo de explotación no es exclusivo del país alpino. De hecho, una silvicultura muy próxima a ese modelo se viene practicando en muchas regiones montañosas, tanto de Europa Central como de otras regiones de Europa, muchísimas veces sin ni tan siquiera ser planeado, entendiendo intuitivamente los habitantes de esas regiones la importancia desempeñada por el bosque en zonas muy expuestas a la furia de los elementos. Incluso aquí en España tenemos explotaciones forestales llevadas a cabo siguiendo un modelo muy parecido. Podríamos citar como ejemplo el pinar de Valsaín, aunque difiere ese bosque de los bosques centro-europeos por el predominio del pino, tal vez artificialmente favorecido por el hombre por muy natural que su presencia sea en el Sistema Central.


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Excursión didactica por el pinar de Valsaín organizada por el Centro de Educación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente / Fotografía: Desnivel.com



Dedicaba hace unos meses un artículo al bosque del Souto da Retorta, en el que el eucalipto convive aparentemente sin problemas con el bosque autóctono y me entristece un poco pensar lo mal que se han hecho las cosas en muchos puntos del norte, donde se ha plantado el eucalipto de forma masiva, siguiendo un modelo de explotación totalmente obsoleto. El bosque de Chavín nos demuestra que existen otros caminos y que tenemos mucho que aprender de la experiencia suiza, que nos demuestra que bien gestionados, la productividad no está reñida con una gestión inteligente del bosque. Incluso si algunas de las especies cultivadas son exóticas. Este modelo de gestión forestal se ha aplicado, fundamentalmente, en zonas montañosas de Europa Central, pero no había despertado demasiado interés fuera de esas zonas (fue incluso considerado con cierto desdén). Con la problemática del cambio climático y la necesidad de incrementar la resiliencia de los bosques, parece sin embargo que cada día más voces se alzan en favor de modelos de gestión como éste, mucho más cercanos al de un bosque natural...

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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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