Bosques ajardinados
Como bien sabrán los que siguen regularmente este blog o su correspondiente página de Facebook, nací y me crié en un país (Suiza) que aplica desde hace muchísimos años una política forestal muy estricta que permite asegurar la perennidad de aquellos otros servicios que cumple el bosque en un país con una orografía traicionera y una imperiosa necesidad de proteger sus recursos hídricos, el auténtico "oro líquido" de aquél país centroeuropeo. Suiza sufrió, durante el siglo XIX, algunas catástrofes terribles a consecuencia de la mala gestión de sus bosques. La tala indiscriminada de algunos bosques dejaron desprotegidos algunos pueblos que acabaron sepultados por avalanchas o por desprendimientos. Para evitar la repetición de tales catástrofes, las autoridades federales adoptaron en muchos bosques, desde principios del siglo XX, un modelo de gestión mucho más razonable, cuyo concepto nació a finales del siglo XIX en el cantón de Neuchâtel.
Bosque ajardinado en el Grand Risoud (Cantón de Vaud, Suiza). / Fotografía: Andreas Zingg (WSL)
Hasta aquél entonces, el modo de gestión de los bosques era el mismo que se sigue aplicando en otras muchas regiones europeas - Francia en particular - y consistía en dividir el bosque en parcelas que se talaban al alcanzar los árboles un tamaño dado. En ese modelo, las parcelas solían ser monoespecíficas y se talaban por completo. En 1880, un jovencísimo inspector forestal fue nombrado en el cantón de Neuchâtel y revolucionó por completo la gestión forestal de los bosques en aquél cantón, desarrollando el modelo que los suizos llaman hoy "futaie jardinée" que podríamos traducir como "bosque ajardinado". En ese modelo, se renuncia por completo a esa rotación y a talar por completo las parcelas. La idea fundamental del bosque ajardinado es la de crear un bosque irregular y mixto con árboles de distintas edades y tamaños, permitiendo que la estructura de esos bosques asegure una producción regular y continua de bienes y de servicios. En tales bosques los plantones nacidos espontáneamente y los jóvenes árboles conviven con árboles maduros.
El hecho de que árboles maduros y jóvenes convivan en una estructura forestal heterogénea permite que la luz del sol llegue a los estratos inferiores, favoreciendo la continua regeneración del bosque, que no necesita del hombre para auto perpetuarse. Los árboles más grandes, por otro lado, disponen de más espacio y de más recursos para desarrollarse, alcanzando productividades más importantes que en bosques monosespecíficos y homogéneos en los que tienen que competir con individuos de su misma especie y tamaño por los mismos recursos. Cada año los forestales cortan parte de los árboles maduros, intentando mantener constante en el bosque la proporción de individuos de cada edad. Desde ese punto de vista, lo extraordinario de un bosque ajardinado es que presenta casi siempre el mismo aspecto año tras año. Aunque no todos los bosque suizos se gestionen siguiendo ese modelo (los bosques ajardinados representan, de hecho, tan solo el 10% de los bosques suizos), los que se gestionan de esa manera desde ya más de un siglo son un modelo por el que algunos países vecinos también han apostado. Este tipo de bosque presenta sobre todo un particular interés en aquellas regiones en las que prima el papel protector o recreativo del bosque, cuya continuidad se quiere asegurar.
Lorenzo Pellegrini "auscultando" un árbol en el valle de Joux (cantón de Vaud) para saber si éste valdría para la fabricación de instrumentos musicales. La dilatada experiencia de este selvicultor fue objeto, hace unos años de un reportaje de la televisión suiza que es un auténtico poema y en el que se explica perfectamente, además, la filosofía de este modo de gestión forestal.
El bosque ajardinado es, claramente, lo más parecido a un bosque primario, en el que la heterogeneidad del bosque no se debe a la acción del hombre, sino a factores naturales como la muerte y caída de los individuos más viejos, las tempestades, los incendios forestales y la acción de la megafauna, lamentablemente desaparecida del continente europeo en amplias zonas. Ese modelo de explotación del bosque es, intuitivamente, el más aconsejable, ya que permite mantener el papel protector del bosque además de asegurar una producción constante de madera de calidad. Este modelo de explotación no es exclusivo del país alpino. De hecho, una silvicultura muy próxima a ese modelo se viene practicando en muchas regiones montañosas, tanto de Europa Central como de otras regiones de Europa, muchísimas veces sin ni tan siquiera ser planeado, entendiendo intuitivamente los habitantes de esas regiones la importancia desempeñada por el bosque en zonas muy expuestas a la furia de los elementos. Incluso aquí en España tenemos explotaciones forestales llevadas a cabo siguiendo un modelo muy parecido. Podríamos citar como ejemplo el pinar de Valsaín, aunque difiere ese bosque de los bosques centro-europeos por el predominio del pino, tal vez artificialmente favorecido por el hombre por muy natural que su presencia sea en el Sistema Central.
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Excursión didactica por el pinar de Valsaín organizada por el Centro de Educación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente / Fotografía: Desnivel.com
Dedicaba hace unos meses un artículo al bosque del Souto da Retorta, en el que el eucalipto convive aparentemente sin problemas con el bosque autóctono y me entristece un poco pensar lo mal que se han hecho las cosas en muchos puntos del norte, donde se ha plantado el eucalipto de forma masiva, siguiendo un modelo de explotación totalmente obsoleto. El bosque de Chavín nos demuestra que existen otros caminos y que tenemos mucho que aprender de la experiencia suiza, que nos demuestra que bien gestionados, la productividad no está reñida con una gestión inteligente del bosque. Incluso si algunas de las especies cultivadas son exóticas. Este modelo de gestión forestal se ha aplicado, fundamentalmente, en zonas montañosas de Europa Central, pero no había despertado demasiado interés fuera de esas zonas (fue incluso considerado con cierto desdén). Con la problemática del cambio climático y la necesidad de incrementar la resiliencia de los bosques, parece sin embargo que cada día más voces se alzan en favor de modelos de gestión como éste, mucho más cercanos al de un bosque natural...
Bosque ajardinado en el Grand Risoud (Cantón de Vaud, Suiza). / Fotografía: Andreas Zingg (WSL)
Hasta aquél entonces, el modo de gestión de los bosques era el mismo que se sigue aplicando en otras muchas regiones europeas - Francia en particular - y consistía en dividir el bosque en parcelas que se talaban al alcanzar los árboles un tamaño dado. En ese modelo, las parcelas solían ser monoespecíficas y se talaban por completo. En 1880, un jovencísimo inspector forestal fue nombrado en el cantón de Neuchâtel y revolucionó por completo la gestión forestal de los bosques en aquél cantón, desarrollando el modelo que los suizos llaman hoy "futaie jardinée" que podríamos traducir como "bosque ajardinado". En ese modelo, se renuncia por completo a esa rotación y a talar por completo las parcelas. La idea fundamental del bosque ajardinado es la de crear un bosque irregular y mixto con árboles de distintas edades y tamaños, permitiendo que la estructura de esos bosques asegure una producción regular y continua de bienes y de servicios. En tales bosques los plantones nacidos espontáneamente y los jóvenes árboles conviven con árboles maduros.
El hecho de que árboles maduros y jóvenes convivan en una estructura forestal heterogénea permite que la luz del sol llegue a los estratos inferiores, favoreciendo la continua regeneración del bosque, que no necesita del hombre para auto perpetuarse. Los árboles más grandes, por otro lado, disponen de más espacio y de más recursos para desarrollarse, alcanzando productividades más importantes que en bosques monosespecíficos y homogéneos en los que tienen que competir con individuos de su misma especie y tamaño por los mismos recursos. Cada año los forestales cortan parte de los árboles maduros, intentando mantener constante en el bosque la proporción de individuos de cada edad. Desde ese punto de vista, lo extraordinario de un bosque ajardinado es que presenta casi siempre el mismo aspecto año tras año. Aunque no todos los bosque suizos se gestionen siguiendo ese modelo (los bosques ajardinados representan, de hecho, tan solo el 10% de los bosques suizos), los que se gestionan de esa manera desde ya más de un siglo son un modelo por el que algunos países vecinos también han apostado. Este tipo de bosque presenta sobre todo un particular interés en aquellas regiones en las que prima el papel protector o recreativo del bosque, cuya continuidad se quiere asegurar.
Lorenzo Pellegrini "auscultando" un árbol en el valle de Joux (cantón de Vaud) para saber si éste valdría para la fabricación de instrumentos musicales. La dilatada experiencia de este selvicultor fue objeto, hace unos años de un reportaje de la televisión suiza que es un auténtico poema y en el que se explica perfectamente, además, la filosofía de este modo de gestión forestal.
El bosque ajardinado es, claramente, lo más parecido a un bosque primario, en el que la heterogeneidad del bosque no se debe a la acción del hombre, sino a factores naturales como la muerte y caída de los individuos más viejos, las tempestades, los incendios forestales y la acción de la megafauna, lamentablemente desaparecida del continente europeo en amplias zonas. Ese modelo de explotación del bosque es, intuitivamente, el más aconsejable, ya que permite mantener el papel protector del bosque además de asegurar una producción constante de madera de calidad. Este modelo de explotación no es exclusivo del país alpino. De hecho, una silvicultura muy próxima a ese modelo se viene practicando en muchas regiones montañosas, tanto de Europa Central como de otras regiones de Europa, muchísimas veces sin ni tan siquiera ser planeado, entendiendo intuitivamente los habitantes de esas regiones la importancia desempeñada por el bosque en zonas muy expuestas a la furia de los elementos. Incluso aquí en España tenemos explotaciones forestales llevadas a cabo siguiendo un modelo muy parecido. Podríamos citar como ejemplo el pinar de Valsaín, aunque difiere ese bosque de los bosques centro-europeos por el predominio del pino, tal vez artificialmente favorecido por el hombre por muy natural que su presencia sea en el Sistema Central.
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Excursión didactica por el pinar de Valsaín organizada por el Centro de Educación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente / Fotografía: Desnivel.com
Dedicaba hace unos meses un artículo al bosque del Souto da Retorta, en el que el eucalipto convive aparentemente sin problemas con el bosque autóctono y me entristece un poco pensar lo mal que se han hecho las cosas en muchos puntos del norte, donde se ha plantado el eucalipto de forma masiva, siguiendo un modelo de explotación totalmente obsoleto. El bosque de Chavín nos demuestra que existen otros caminos y que tenemos mucho que aprender de la experiencia suiza, que nos demuestra que bien gestionados, la productividad no está reñida con una gestión inteligente del bosque. Incluso si algunas de las especies cultivadas son exóticas. Este modelo de gestión forestal se ha aplicado, fundamentalmente, en zonas montañosas de Europa Central, pero no había despertado demasiado interés fuera de esas zonas (fue incluso considerado con cierto desdén). Con la problemática del cambio climático y la necesidad de incrementar la resiliencia de los bosques, parece sin embargo que cada día más voces se alzan en favor de modelos de gestión como éste, mucho más cercanos al de un bosque natural...
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