Cedro de "La Francesa", en la región de Béjar (Salamanca). Se trata sin lugar a dudas de uno de los cedros del Atlas más imponentes de toda la Península Ibérica, en una región en la que esta especie probablemente aún estaba presente en el Holoceno.
Ls glaciaciones del Cuaternario fueron una auténtica catástrofe para la biodiversidad del continente europeo y su flora arbórea se empobreció enormemente durante este periodo. Los cedros, tan comunes hoy en día en nuestros parques y jardines, pertenecen a un género que fue uno de los últimos en desaparecer de la zona continental del continente europeo. Una única especie, relictual, logró sobrevivir en la isla de Chipre (Cedrus brevifolia), siendo esa especie el último representante de este género en Europa.
Origen y expansión
Confinado hoy en día en las montañas del Norte de África, el sur de Turquía y Oriente Próximo y el Himalaya, el origen de este género ha de buscarse en Asia oriental, tal como demuestran los estudios filogenéticos llevados a cabo (1) y las evidencias fósiles. A partir de allí se extendió hacia occidente, diferenciándose en primer lugar el cedro del Himalaya. Tras colonizar todo el sur del continente europeo, se diferenciaron una población oriental de la que nacerían el cedro del Líbano y el cedro de Chipre y una población occidental que probablemente alcanza el norte de África á través de la Península Ibérica cuando estuvo cerrado el Estrecho de Gibraltar en el Mioceno Superior (Messiniense).
Es interesante resaltar que la diferenciación del cedro en distintas especies, fruto del aislamiento de distintas poblaciones, no impide hoy el cruce de las distintas especies, lo que difculta a menudo la identificación de los individuos plantados en nuestros parques, que pueden ser fruto del cruce de varias de estas especies. Este proceso de diferenciación parece ser bastante antiguo en cualquier caso, anterior a las glaciaciones. A finales del Plioceno el cedro (sensu lato) estaba presente en todos los relieves del sur del continente, desde la Península Ibérica hasta el Cáucaso.
Regresión y posibles refugios
El cedro ya era, a finales del Terciario, un árbol de media altitud que convivía en muchos lugares con coníferas hoy desaparecidas como Tsuga y Cathaya. Estas especies se refugiaron, durante las glaciaciones, en las penínsulas del sur del continente europeo. Se admite comúnmente su presencia en la Península Itálica y en el norte de la Península Ibérica hasta el Pleistoceno medio. La presencia de polen de cedro en sedimentos más recientes se suele atribuir, en cambio, a aportes eólicos desde el norte de África. El estudio detallado de algunos diagramas polínicos recientes sugiere sin embargo que el cedro podría haber estado presente en la Península hasta fechas mucho más recientes.
Diagrama polínico del yacimiento de Cuerpo de Hombre (Sierra de Gredos). Nótese en particular el declive simultáneo del pino y del cedro en el momento en que irrumpe el hombre.
Un estudio reciente realizado sobre sedimentos post-glaciales de la Sierra de Gredos [2] desvela la presencia más o menos continua del cedro en uno de los perfiles analizados, que se explica difícilmente por un aporte eólico desde el norte de África. El diagrama polínico de ese perfil (Cuerpo de Hombre) muestra que la aparición del cedro coincide siempre con periodos en los que la cobertura arbórea alcanza un máximo, tal como queda reflejado por la curva del pino. La desaparición del cedro, por otra parte, coincide con la desaparición del pino en el momento en que los bosques de esta región fueron talados y que estas tierras cambiaron por completo de uso. Una aparición más aleatoria del cedro hubiese sido más compatible con un aporte eólico. El argumento más convincente a favor de un origen local de ese polen, sin embargo, es su total ausencia en los demás perfiles estudiados en esta misma región. Parece en efecto muy improbable que tras un viaje de varios cientos de kilómetros, el polen del cedro aparezca "concentrado" en un único perfil. Quien haya vivido algún episodio de "calima" sabe perfectamente que cuando eso ocurre, la arena del desierto cubre indiscriminadamente vastas extensiones.
Una estación de esquí de los Pirineos un día de calima el pasado mes de abril (2018) / Fotografía: https://twitter.com/hashtag/lluviadebarro
Una situación muy parecida se observa en otras regiones. En Andalucía, por ejemplo, el polen de cedro aparece en cantidades significativas en los sedimentos de la cueva del Bajondillo (Torremolinos), donde tiene una presencia continua en el diagrama polínico justo tras acabarse el último periodo glacial, coincidiendo con la irrupción del pinsapo [3]. Aquí tampoco parece que sea esto fruto de una simple coincidencia. Pero de igual manera es la total ausencia del cedro en los sedimentos de misma época de la cueva de Gorham (Gibraltar), apenas 60 km más al oeste, lo que resulta más llamativo en el contexto de unos aportes eólicos. Cabe destacar que el cedro sí que está presente en ese mismo yacimiento en sedimentos más antiguoes (Pleistoceno Superior).
Diagrama polínico de la Cueva del Bajondillo (Torremolinos). Nótese el desarrollo simultáneo deAbies, Betula y Cedrus a finales de la última glaciación.
Esa heterogeneidad de la presencia del cedro en los sedimentos del Peistoceno Superior y del Holoceno se explica mucho más fácilmente por la presencia de pequeñas poblaciones relictuales de cedro en la Península Ibérica. Su desaparición, tal como demuestra el ejemplo de la Sierra de Gredos, habría sido muy reciente y el hombre tiene aparentemente una clara responsabilidad de que la especie no haya sobrevivido hasta nuestros días. Esto tan solo quedará definitivamente demostrado el día en que se encuentren macrorrestos del Holoceno atribuibles a esa especie. Por ahora tan solo es una sospecha pero los indicios apuntan claramente a que sí estuvo presente. Por ahora, que yo sepa, nadie ha explicado la ausencia del cedro en todos los yacimientos contemporáneos y vecinos de aquellos en los que su presencia sí que ha sido puesta de manifiesto.
Cedrus | Familia: Pinaceae | Orden: Pinales | |
Árboles perennifolios, de tronco grueso y ramificación irregularmente verticilada; con macro y braquiblastos. Hojas aciculares, rígidas, dispuestas principalmente en fascículos en el ápice de los braquiblastos. Conos masculinos solitarios en el centro de los fascículos de hojas. Estróbilos erectos, grandes (mayores de 4,5 cm), de maduración bi o trienal, ± en forma de barril (doliiformes) u ovoides, con escamas caducas al madurar, las tectrices diminutas e inclusas, las seminíferas subtriangulares, con semillas aladas.. Descripción: eFlorss |
Un brillante porvenir
El cambio climático representa, para el cedro del Atlas, a la vez una grave amenaza y una oportunidad extraordinaria. La subida de las temperaturas, en efecto, ha llevado ya al límite las poblaciones de África del Norte situadas a menor altitud. La explotación ilegal y el sobrepastoreo constituyen también amenazas muy serias en su área de origen y el futuro de la especie en el norte de África es bastante incierto. Afortunadamente, los ingenieros forestales franceses de inmediato se dieron cuenta del potencial que podía tener esta especie en la región mediterránea y la especie fue plantada en Francia prácticamente desde que fue descubierta (por los europeos). Los bosques de cedros del Luberon y del Mont Ventoux demuestran hoy hasta qué punto está perfectamente adaptada esta especie al clima de tipo submediterráneo que es, precisamente, uno de los tipos de clima que más verá su área extenderse hacia el norte de aquí a finales de siglo, conviirtiendo esta especie en una de las más prometedoras de cara al futuro.
Bosque de cedros en el macizo del Petit Lubéron (Francia), donde cubre unas 207 ha. tan solo en el territorio de la pequeña localidad de Lacoste. La plantación de cedros en ese macizo que estaba totalmente "pelado" en el siglo XIX ha sido un éxito rotundo, convirtiéndose su bosque de cedros en uno de los grandes atractivos de esa región. Fotografía: Oficina de Turismo de Lacoste
Paradójicamente, esta especie no despertó en España el mismo interés que en Francia y tan solo ha sido plantada a muy pequeña escala (El cedro del Atlas en la Península Ibbérica). La actual evolución del clima debería sin embargo llevar nuestras autoridades a interesarse más por este árbol que fue, antes de caer víctima de las glaciaciones y de la sobrexplotación , una de las especies más importantes de nuestras montañas. La calidad de su madera, su relativa resistencia a la sequía y su baja inflamabilidad son, en cualquier caso, argumentos de peso que abogan a su favor...
(1) Qiao C-Y. Et al. (2007) / Phylogeny and Biogeography of Cedrus (Pinaceae) Inferred from Sequences of Seven Paternal Chloroplast and Maternal Mitochondrial DNA Regions / Annals of Botany, Vol. 100. pp. 573–580, | ||
(2) Ruiz-Zapata1 M.B. et al. (2011) / Dinámica de la vegetación durante el Holoceno en la Sierra de Gredos (Sistema Central Español) / Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. Sec. Geol., Vol. 105 (1-4), pp. 109-123 | ||
(3) López-Sáez JA, López-García P, Cortés Sánchez M. 2007. Paleovegetación del Cuaternario reciente: Estudio arqueopalinológico. En: Cortés Sánchez M. (Ed), Cueva Bajondillo (Torremolinos). Secuencia cronocultural y paleoambiental del Cuaternario reciente en la Bahía de Málaga. Centro de Ediciones de la Dipu- tación de Málaga, Junta de Andalucía, Universidad de Málaga, Fundación Cueva de Nerja y Fundación Obra Social de Unicaja, Málaga, pp 139-156 | ||
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