La franja costera del Sureste de la Península Ibérica es la región más árida de la Península y de toda Europa si se excluyen algunas regiones situadas al N del Mar Caspio. Convergen en realidad en esta región dos fenómenos que a menudo se confunden: el de desertización, que tiene causas climáticas, y el de desertificación, que tiene causas antrópicas. El SE de la Península es una zona que ha sido explotada por el hombre desde muy antiguo, desarrollándose en esta región una de las culturas / civilizaciones más tempranas del Mediterráneo occidental: la cultura del Argar. Los procesos de deforestación y de erosión de unos terrenos por otra parte muy sensibles a la acción del agua y del viento (sedimentos terrígenos que rellenan las cuencas formadas entre los relieves de las Cordilleras Béticas) empezaron pues muy temprano en esta región.
Se aprecia muy bien en esta fotografía la yuxtaposición de zonas más o menos cubiertas de vegetación y de zonas muy erosionadas (cárcavas), mostrando que el fenómeno predominante en este paisaje es la desertificación. "Desierto" de Tabernas. / Fotografía: Roy Luck / Licencia: CC BY
Desde un punto de vista climático, el SE de la Península ha sido siempre una región árida en la que predominaba el clima de tipo BSk, estepario frío. En algunas áreas lítorales el clima podía ser incluso de tipo BSh (estepario cálido) o BWh y BWk (climas desértico frío y cálido). Las áreas ocupadas por el clima BSh se han expandido considerablemente durante las últimas décadas, ocupando ya casi todo el litoral de las provincias de Almería, Murcia y Alicante y adentrándose tierra adentro en alguna zonas. Las áreas de clima desértico cálido (BWh) ocupan ya todo el oeste del litoral murciano y la región del Cabo de Gata.
Mapa climático de la región estudiada mostrando la repartición de los climas según la clasificación de Köppen-Geiger.
El clima árido del SE español ha propiciado que en esta región sobrevivan o lleguen especies de ámbito norteafricano que a menudo solo están presentes en Europa en esta región. En el mundo vegetal, es el caso por ejemplo del araar (Tetraclinis articulata), la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus), el cornical (Periploca angustifolia), el arto (Maytenus senegalensis) o los chumberillos de lobo (Caralluma europaea y Caralluma munbyana).
Tetraclinis articulata. Bosquecillo de repoblación en el Parque Natural de Calblanque (Cartagena, España). / Fotografía: Nanosanchez / Dominio Público
La aridez del SE español viene de lejos, tal como demuestra el estudio faunístico realizado sobre las faunas descubiertas en los sedimentos de principios del Plioceno descubiertas en el Puerto de la Cadena (Piñero P.et al., 2017). En este yacimiento, las asociaciones de pequeños mamíferos indican la existencia de condiciones secas y abiertas. La permanencia en el SE de la Península en aquella época de especies como los gerbillos, tan propios de ecosistemas áridos, llama en particular muchísimo la atención. En medio de estos paisajes áridos existían sin embargo zonas ribereñas mucho más verdes, que conocemos mucho mejor que las zonas áridas por preservarse muchísimo mejor sus restos. Este mosaico de ecosistemas propició que vivieran en esta región especies como el macaco (Macaca sp.), el cánido Eucyon monticinensis, similar al actual chacal, el mastodonte Anancus arvernensis, una especie de équido del género Hipparion, dos especie de rinocerontes del género Dihoplus , dos especies de gacelas (Gazella aff.), el giráfido de cuello corto Sivatherium cf. hendeyi,, cérvidos indeterminados y alguna especie de bóvido del género Parabos. además de cocodrilos y tortugas gigantes.
Los gerbillos son pequeños roedores propios de zonas abiertas y áridas. En la fotografía la especie actual Dipodillus campestris, originaria del N de África. / Fotografía: Micktherocktapper / Licencia: CC BY-SA
En el litoral mediterráneo, por otra parte, se ha documentado en cuevas de Almazora la presencia a finales del Plioceno de ricos manglares constituidos por mangles rojos (Rhizophora sp.) y mangles negros (Avicennia), asociados a una rica fauna y flora cuyo estudio no ha concluido pero de la que se puede ver ya un pequeño muestrario en esta publicación del Faro de Bédar: Cuevas del Almanzora: un manglar de 2,5 millones de años".
Hoja fósil de mangle negro (Avicennia sp.), Cuevas de Almazora / Fuente: El Faro de Bédar.
La principal consecuencia del actual cambio climático para la región es que el aumento de las temperaturas supondrá un aumento de la evapotranspiración que irá incrementando aún más la aridez y disminuyendo el caudal de los ríos debido a la menor disponibilidad de agua de escorrentía. A esto hay que añadir un alargamiento de los periodos de sequía y una clara tendencia a la concentración de las lluvias en episodios muy violentos (DANAs) que ocurren principalmente en otoño. La primavera es la estación que se vería más afectada teniendo esto, claro está, un impacto considerable sobre los cultivos en una región que depende ya en gran medida de aportes exteriores. Las tensiones por un recurso tan vital como el agua van a agudizarse aún más y resolver el problema al que se enfrenta la agricultura en todo el SE de la Península es uno de los mayores desafíos al que nos enfrentamos en el conjunto de España, ya que la activdad económica de esta región depende en gran medida de trasvases provenientes de otras regiones ellas mismas sometidas a los mismos imperativos climáticos. ¿Se podrá sustentar en el futuro el mismo nivel de actividad económica en una región que dispone cada vez menos de agua? El recurso masivo a la desalinización y un uso muy razonado de este recurso son las únicas dos vías posibles para mantener una actividad que evite que esta región pierda fuelle y acabe despoblándose.
Cambio del área potencial de distribución de la encina (Quercus ilex) respecto a la actualidad (arriba izquierda) con una estimación de calentamiento de 1,5 °C (arriba derecha), 2°C (abajo izquierda) y 2,5 °C (abajo derecha) partiendo de niveles preindustriales. La zona azul representa el área de distribución potencialmente adecuada pero que no está ocupada debido a las limitaciones de dispersión (Mauri et al.2022).
El cambio que hemos de esperar en los paisajes del SE y de buena parte de la mitad S de la Península queda muy bien reflejado en el mapa que muestra la distribución potencial de la encina en Europa. Tal como se puede ver, con un calentamiento global de 2,5 grados, la encina desaparecería casi de todo el S de la Península. Los encinares cederían su lugar a fomaciones mucho más termófilas que hoy en día solo están presentes en las zonas más bajas de la costa mediterránea (piso termo-mediterráneo). En el SE significa que este tipo de vegetación quedaría probablemnte relegado a las zonas montañosas del interior expandiéndose considerablemente las áreas ocupadas por matorrales y estepas adaptados a la sequía.
Vegetación de matorrales y estepas típicas de las zonas costeras del Parque Regional Calnegre y Cabo Cope. / Fotografía: Anthercas
El S y SE de la Península han visto en las últimas décadas la instalación de cada vez más especies de aves de origen africano. Las que llevan más tiempo estableciadas son la Golondrina Daurica, observada por primera vez en españa en 1921 y cuya población creció notablemente entre los años 50 y 80, el Camachuelo Trompetero, cuyas primeras observaciones en España datan de finales de los años 60 y principios de los 70 en Almería, donde se estableció como invernante y luego comenzó a nidificar y el Elanio Azul que se establece a finales de los años 1970 y principios de los 1980. Más recientemente se le han añadido especies como el Bulbul Naranjero, el busardo Moro, el Vencejo Moro, el Vencejo Cafre y el Corredor Sahariano. También parecen con más frecuencia especies como el Buitre de Rüppell o el buitre moteado. Las aves son el grupo biológico que más rápidamente reacciona a los cambios climáticos. Otros grupos como los mamíferos y los reptiles migran mucho más lentamente y solo lo pueden hacer en la asencia de obstáculos, naturales o de origen humano. El éxito y expansión de una especie como el arrui en el SE de la Península parecen absolutamente lógicos cuando se contempla en el contexto del cambio climático.
El camachelo trompetero se ha ido expandiendo progresivamente en el SE de la Península y los modelos prevén que se expanda por amplias zonas de la Península Ibérica, según vayan extendiéndose las zonas áridas en las que vive. La fotografía muestra camachelos fotografiados en la región del Cabo de Gata. / Fotografía: renkilema / Licencia: CC BY-NC
El funesto destino del arrui, al que se incluyó en el listado nacional de especies exóticas a petición de algunas asociaciones de protección de la naturaleza (entre ellas SEO, que lleva años documentando la expansión de las especies africanas en la Península Ibérica) demuestra claramente a mis ojos que nuestra sociedad aún no ha asimilado la idea de que el cambio climático ha llegado para quedarse y que va a provocar cambios profundos en nuestros ecosistemas. La introducción de especies norteafricanas en el SE de la Península parece sin embargo bastante lógica teniendo en cuenta que buena parte de la fauna actualmente presente desaparecerá progresivamente de esta zona. Defendía en otro artículo de este blog la inroducción de gacelas en el S de España, pero podríamos imaginar la presencia de otras muchas especies adaptadas a los climas desérticos. ¿Camellos y gacelas vagando libremente por los desiertos de España? Yo creo que si no nos permitimos soñar un poco, este país se acabará conviertiendo en un auténtico desierto totalmente abiótico que nos habremos ganado a pulso...




