La espada de Damocles (9): Pirineos
Nacidos de la colisión de la microplaca ibérica, que había quedado aislada en el Mar Tethys a consecuencia de la dislocación de la Pangea, con la placa continental europea, los Pirineos son a la vez punto de unión y punto de separación entre la Península Ibérica y el resto del continente europeo. Desde un punto de vista florístico, presenta muchas afinidades con otras cadenas de montañas como los Alpes, con la que enlaza a través de una serie de relieves intermedios que han facilitado la migración de muchas especies durante los periodos fríos del Cuaternario. Encontramos así en los Pirineos muchas especies de ámbito centro y norte europeo que no se encuentran más al sur en las sierras de la región mediterránea. Entre los árboles y arbustos, es el caso por ejemplo del abeto (Abies alba), el pino negro (Pinus uncinata), el rododendro (Rhododendron ferrugineum), la gayuba negra (Arctostaphylos alpina) , etc.
Bosque de abetos en el entorno del Estany de Ratera, en el Parque Nacional de Aigüestortes. / Autor: Javier Sanchez Portero / Licencia: CC BY-SA
Los pisos de vegetación que los botánicos reconocen en los Pirineos son pues bastante similares a los de esas montañas:
La gran diferencia respeto al resto de europa es la ausencia en la vertiente sur de un auténtico piso colino, ya que a baja altitud aparece una vegetación típicamente mediterránea dominada por la encina. En el piso subalpino, el pino negro ocupa el lugar que en otras cadenas de montañas ocupan especies como la pícea (Picea abies), el alerce (Larix decidua y el pino cembro (Pinus cembra) que, sea dicho de paso, se aclimatan muy fácilmente en los Pirineos.
El glaciar de la Maladeta en 2006. / Autor: Pablo Moratinos / Licencia: CC BY-SA
Los Pirineos presentan la particularidad, con respecto a otras sierras de la Península, de ser el último lugar de la Península en el que aún hay glaciares. Casi tendríamos que utilizar el pasado para hablar de ello vista la velociodad a la que están derritiéndose. Las previsiones, en efecto, apuntan a que podrían desaparecer en muy pocas décadas. Los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, son los último reductos de los climas fríos sin estación seca en la Península Ibérica, de tipo Dfb (con verano templado) o Dfc (con verano fresco) según la calsificación climática de Köppen.
Los climas actuales según la clasificación de Köppen en la región pirenaica (mapa y datos de AEMET).
Tal como se puede ver en el mapa del calentamiento en la Península Ibérica (ver el articulo de esta serie dedicado a Galicia), éste ha sido muy heterogéneo en los Pirineos, a imagen de esta cadena montañosa en la que existen un sinfín de microclimas determinados por la existencia de altas cumbres y de profundos valles con una orientación muy variable. De cara al futuro, esta heterogeneidad es probablemente una buena noticia, significando que por mucho que suban las temperaturas, probablemente sigan existiendo a finales de siglo pequeños enclaves en los que la vegetación actual podrá refugiarse. Pero no debemos perder de vista que a escala regional, la subida de las temperaturas medias va a significar una disminución de la cobertura nival durante buena parte del año y un acortamiento de los periodos de frío.
Salix herbaceae, especie típica de zonas innivadas durante muchos meses. Angoustrine-Villeneuve-des-Escaldes, Pirineo francés. / Autor: tkoffel / Licencia: CC BY
Para especies adaptadas a vivir en zonas de neveros o sobre suelos crioturbados, por ejemplo, puede suponer una considerable disminución de su actual área de distribución o su total extinción llegado el caso. Ese calentamiento supondrá, en efecto, una importante subida de los pisos de vegetación, que podría alcanzar el kilómetro en los escenarios menos favorables. Creo que no hace falta ser ingeniero para deducir que los efectos sobre los ecosistemas actuales serán muy importantes. Salvo en pequeños enclaves muy delimitados, la vegetación cambiará por completo en buena parte de los Pirineos. Haced el ejercicio mental de subir entre 500 y 1000 metros los pisos que se describen en la figura que muestra los pisos bioclimáticos en los Pirineos y os asustará el resultado.
Los climas en 2100 siguiendo una curva de calentgamiento intermedia.
El mapa climático actual muestra la existencia de una estrecha zona de transición entre los climas típicamente montanos y el clima mediterráneo en la que el clima es de tipo Cfa (clima templado sin estación seca y veranos calurosos). Ese tipo de clima está muy poco extendido hoy en día en Europa (S de los Alpes, Balcanes, N de Turquía, Cáucaso) pero sería, según los modelos climáticos, el predomiinante en toda Europa central y buena parte de la región pirenaica a finales de siglo. En zonas de Cataluña con este tipo de clima sobrevive hoy en día el quejigo andaluz, una reliquia terciaria que podría verse beneficiada por el actual cambio climático. Muchas otras especies provenientes de regiones con un clima semejante podrían claramente verse favorecidas si vinieran a escaparse de los parques y jardines en los que están presentes o si decidiéramos traerlas de vuelta desde regiones del planeta donde sobrevivieron a las glaciaciones.
Algunos elementos de la flora del Mioceno en la Cerdanya: Daphnogene sp., Buxus pliocenica, Parrotia pristina, Cercidiphyllum sp., Populus tremulaefolia, Zelkova zelkovifolia, Q. hispanica, Fagus gussonii, Carya serrifolia. / Tosal A. et al. (2021)
No ha ocurrido aún en esa franja sur de los Pirineos un fenómenos de naturalización de especies provenientes de climas de tipo Cfa tan extenso como el que se observa el norte de Italia y el Ticino (Suiza), pero no sería una sorpresa que las mismas especies que se han naturalizado allá o especies muy similares también lo hicieran poco a poco en el norte de España. Especies como el laurel, la palmera de Fortune -muy utilizada en jardinería-, el aligustre japonés, el alcanforero y un largo etcétera de especies exóticas probablemente encontrarán en un futuro próximo condiciones ideales para expandirse por toda esta región. Y no menciono aquí las especies paleoautóctonas, algunas de las cuales muestro en la figura anterior, cuyo regreso me parecería lógico pero que no se cultivan muy a menudo en nuestro país (zelkova del Cáucaso, pterocaria del Cáucaso, pacaneros, etc).
Pase lo que pase, los Pirineos seguramente conservarán buena parte de su actual biodiversidad gracias a la gran heterogeneidad de sus paisajes y a un cierto margen para migrar hacia las zonas más altas, aunque esto significará que muchas especies verán su área de ditribución muy reducida. Muchas, lamentablemente, desaparecerán pero puede que sobrevivan en otras regiones de Europa. Preocupa sobre todo el destino de algunos endemismos estrictamente pirenáicos que no tendrán muchas alternativas para mantenerse y que a no ser que se introduzcan en otras regiones situadas más al norte, podrían sobrevivir solo en las colecciones de algunos jardines botánicos.
Mapa de distribución real y potencial del haya (Fagus sylvatica) en la actualidad (izquierda) y en el horizonte 2100 en un escenario en el que se mantiene el consumo actual de hidrocarburos. Felicísimo et al. (2011).
Viendo los mapas de distribución potencial de muchas especies a finales de siglo, se evidencia el importante papel que desempeñarán los Pirineos y la vecina Cordillera Cantábrica como útimo refugio de muchas especies de ámbito euro-siberiano en la Península Ibérica. Una especie como el haya (ver mapa anterior) sobreviviría a finales de siglo en reducidos enclaves. Este aparente movimiento de muchas especies hacia el norte es en realidad absolutamente lógico puesto en contexto con el cambio climático. Un dato que muchas personas aún no han asimilado o se resisten a asimilar. ¿Cómo explicar sino el empeño de muchos en introducir bisontes cuando en realidad la evolución del clima favorece especies mucho mejor adaptadas a la aridez. El éxito (truncado) del arrui en el SE de la Península es bastante esclarecedor creo yo.



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