Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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Desde que me enteré de la intención de Francis Hallé de reconstituir un bosque de llanura primario en algún lugar de Europa occidental, no he parado de pensar en los múltiples obstáculos y dificultades a los que un tal proyecto va a tener que enfrentarse. La idea, en sí, es sencillísima: dejar que una superficie cuidadosamente escogida evolucione libremente sin ningún tipo de intervención hasta que en ese lugar vuelva a formarse un bosque primario. El proyecto está planeado para durar siglos, que son los que la naturaleza necesita para reconstituir un bosque primario. Es evidente que la naturaleza no tiene prisa y a poco que la dejemos trabajar, sabemos que tarde o temprano logrará alcanzar ese grado de madurez que muy pocos bosques de Europa tienen en la actualidad. Puede que existan pequeños bosques que casi se podrían calificar de primarios, pero sus dimensiones reducidas hacen que suela faltar gran parte de la fauna asociada a ese tipo de bosques y que sufran muchos impactos indirectos desde las áreas adyacentes. Se suele considerar al bosque de Bialowieza (Polonia) como el último gran bosque primario de Europa y me parece que ese ejemplo nos sirve perfectamente para examinar algunos de los peligros que acechan ese proyecto de bosque primario en los años y siglos venideros.




En las zonas templadas, la gran acumulación de madera muerta en el sotobosque es una de la principales carcterísticas de los bosques primarios, como aún es el caso en el bosque de Bialowieza.


La falta de sensibilidad ecológica de muchos gobiernos es, creo yo, el primer peligro al que se enfrenta un tal proyecto. Los recientes acontecimientos ocurridos en Europa Oriental lo ilustran perfectamente. El bosque de Bialowieza, en la frontera de Polonia y de Bielorusia, debería ser considerado por todos casi como un espacio sagrado en el que el hombre no debería de intervenir de ninguna manera. Pero eso no impidió que el gobierno polaco autorizara hace unos años la explotación maderera en las zonas periféricas del parque (teóricamente protegidas), argumentando que lo hacía para contener los daños causados por una plaga de escarabajos y para luchar contra el riesgo de incendios forestales. Bien es cierto que tras los veranos de 2018 y de 2019 muchos bosques de Europa Central se vieron diezmados y se sacó con mayor urgencia toda la madera que se pudo al mercado. Pero actuar con la misma urgencia y el mismo afán de ganar dinero en una zona protegida como es Bialowieza demuestra que el gobierno polaco sigue considerando que esos bosques son un bien económico al que no está dispuesto a renunciar de ninguna manera. Dejar que esa madera se pudra y sea devuelta al suelo del bosque es algo inimaginable para aquellas personas que consideran que somos los amos de la naturaleza (con el beneplácito de Dios) y que podemos/debemos explotar absolutamente todo lo que se pueda. Se trata del mismo tipo de razonamiento que aplica Jair Bolsonaro en Brasil, donde esa falta de verguënza a la hora de diezmar la naturaleza virgen se intenta camuflar agitando la bandera del más rancio nacionalismo que se pueda imaginar (la Amazonia es nuestra y aquí mandamos nosotros).




La explotación del bosque de Bialowieza se ha parado momentáneamente gracias a la fuerte resitencia ciudadana que se han encontrado el gobierno polaco.


A ese primer golpe del gobierno polaco se añadió luego la decisión de Bielorusia, marca occidental del soñado imperio ruso de Putin, de traer refugiados sirios desde Siria (en avión) y de agolparlos en muy malas condiciones en la frontera polaca para presionar a la Unión Europea. Visto con la perspectiva del tiempo, uno se pregunta si esa decisión no era ya parte de un plan diseñado por el señor Putin para tensar las relaciones entre Rusia y la Comunidad Europea en las vísiperas de una guerra que seguramente llevaba meses o años urdiéndose. La presencia de miles de refugiados en una zona que es teóricamente un parque nacional o regional estictamente protegido tiene y tendrá en el futuro un impacto considerable sobre la fauna, ahora mucho más estresada por la presencia de hordas de personas necesitadas. Para los lobos, sobre todo, esta presencia reforzada del hombre es un gravísimo problema. La construcción de una valla metálica infranqueable por las personas y por la fauna que atraviesa todo el parque a lo largo de la frontera impide completamente los movimientos de la gran fauna, teniendo eso consecuencias imprevisibles a largo plazo. Va, en cualquier caso, completamente en contra de la idea de un espacio natural libre de la impronta del hombre. De hecho, sería algo suficientemente grave como para que la UNESCO se plantee retirar a Bielowieza el status de reserva de la biosfera que aún tiene.




La construcción de una enorme verja fronteriza entre Polonia y Bielorusia tendrá un impacto considerable sobre la reserva al abrir una enorme zanja de terreno y al impedir el paso de la fauna. / Fotografía: Environmental Justice Atlas


Para acabar con esta triste lista de peligros y de impactos, no nos olvidemos tampoco de los terribles efectos que puede tener una guerra sobre un bosque, primario o no. De los bosques del E de Francia en los que se desarrollaron algunas de las batallas más terribles de la primera guerra mundial no quedó absolutamente nada (ver fotografía a continuación). Y no vayáis a pensar que las cosas mejoraron mucho más adelante. Nadie ha olvidado las infaustas consecuencias del agente naranja y del napalm vertidos en cantidades industriales por Estados Unidos sobre los bosques de Vietnam y sus habitantes. Unos bosques, sea dicho de paso, de una extraordinaria biodiversidad, en uno de los grandes refugios de la última glaciación y en el que cada año se descubren nuevas especies. Nunca sabremos, lamentablemente, cuantas especies desaparecieron en aquellos crueles bombardeos. Si el hombre ya es un peligro para la naturaleza en tiempos normales, al creerse muchas personas con derecho de vida o de muerte sobre cualquier ser vivo, la cosa no suele mejorar cuando porta uniforme y se ve obligado a dejar de pensar por sí mismo...





Estos peligros pueden parecer poco probables en un proyecto como el que plantea Francis Hallé, pero no hemos de olvidar que en 8 siglos, lamentablemente, puede pasar de todo... El simple hecho de que cosas como éstas estén ocurriendo en el último gran bosque primario de Europa nos debería poner sobre aviso y no deberíamos confiar demasiado en lo que pueda ocurrir en el futuro. Está claro que cuanto más integrada y unida esté políticamente Europa (e incluyo a Rusia en mi deseo de que Europa hable de una sola voz), menos probabilidades habrá de que tales aberraciones vuelvan a reproducirse en el futuro. Suficientes dificultades hay ya a escala local como para tener que preocuparse por cuestiones geoestratégicas...

De las numerosas incertidumbres que rodean aún este proyecto, quisiera yo resaltar dos temas de los que no se ha hablado mucho y que van de la mano: el cambio climático y sus efectos y la llegada de especies exóticas. Leyendo la descripción del proyecto tal como la expone Francis Hallé en su manifiesto, da la sensación de que el equipo encabezado por el botánico francés aún piensa que la especies actuales son lo suficientemente resilientes, gracias a la multitud de genomas que porta cada árbol, para dar cuenta del cambio climático. Sin embargo, me temo que ese optimismo no cuadra demasiado con las previsiones de los climatólogos, que nos dicen que la subida de las temperaturas podría ser casi tan importante como la que nos sacó de la última glaciación. Ante cambios tan drásticos en el pasado, las especies arbóreas no se adpataron, sino que migraron hasta encontrar lugares mejor adaptados.



A la ¡zquierda: escenarios de evolución de la temperatura media globan dependiendo del nivel de consumo de hidrocarburos que tendremos. A la derecha evolución de la temperatura media global desde la última glaciación.


En cuanto a las especies exóticas, defendiendo este proyecto una estricta no intervención del hombre en el espacio considerado, no deberían éstas ser objeto de ningua campaña de erradicación previa. Eso sugiere, en todo caso, la descripción de la sucesión de especies que imagina Francis Hallé a largo plazo hasta alcanzar el bosque primario su plena madurez a partir de un suelo "desnudo":

1) vegetación herbácea seguida de pequeñas plantas leñosas como zarzas, saúcos y árboles mariposa (Buddleja)
2) árboles pioneros -pinos, abedules, álamos, falsas acacias y ailantos- que formarán un primer bosque secundario.
3) árboles post-pioneros, fresno, arce y olmo, que tardarán en crecer y formar un segundo bosque secundario
4) llegada de los árboles del bosque primario, tejo, haya y roble, que crecerán hasta alcanzar su tamaño máximo, cerrando la canopea.

Especies como la falsa acacia y el ailanto desempeñan en este planteamiento su papel como especies colonizadoras. El factor tiempo, completamente ignorado en todos los estudios sobre especies invasoras, se tiene por fin en cuenta gracias a que el proyecto se concibe a largo plazo. Efectivamente, la falsa acacia y el ailanto pueden "proliferar" en un momento dado, pero esto es sólo temporal y estos árboles acabarán dando paso a especies más exigentes una vez que hayan cumplido su función.

Si los pronósticos más pesimistas se llegan a cumplir y que finalmente las temperaturas suben lo suficiente para que un clima subtropical húmedo prevalezca en buena parte de Europa central, tengo mis dudas de que se pueda aplicar de forma tan estricta el principio de no intervención, al tener probablemente que recurrir muchos países europeos a la migración asistida para que poco a poco vayan instalándose en nuestros bosques especies mejor adaptadas al clima que será el de finales de este siglo (tipo "Cfa" de la clasificación climática de Köppen).

¿Es pues una utopía este proyecto? Lo es, creo yo, en cuanto a la dificultad de que en 8 siglos nadie tenga la tentación de "rentabilizar" los esfuerzos de la naturaleza. Pero marca definitivamente un antes y un después al despertar el entusiasmo de mucha gente. Así que ojalá sea posible llevarlo a cabo, aunque me parece a mí que la frontera franco alemana tiene todas las de llevarse el gato al agua. Eso sí, nadie ha prohibido copiar el ejemplo y yo sigo empeñado en crear algún día un pequeño bosque pliocénico, a una escala mucho más reducida, eso sí, con la intención de despertar el interés por esas especie que yo califico de "paleoautóctonas" y que algún día necesitaremos. El futuro dirá...
Ya comentaba en otro artículo de este blog la existencia de algunas pequeñas repoblaciones experimentales de secuoyas rojas (Sequoia sempervivrens) en el norte de España. Estas repoblaciones no han pasado de ser meros ensayos aunque, curiosamente, el éxito rotundo de estos ensayos acabara conviertiéndolas en toda una atracción turística, despertando la curiosidad de mucha gente la presencia de tan emblemáticos árboles. No cabe decir lo mismo de los ingenieros forestales, ya que salvo estos ensayos, su uso no se ha popularizado en nuestro país. Una de estas plantaciones (Poio), de hecho, no fue ni tan siquiera un ensayo, sino que fue un regalo del gobierno americano para conmemorar el 500 aniversario del descubrimiento de América por Colón. Sea como fuere, estos ensayos demostraron al menos dos cosas: primeramente que el clima de la vertiente atlántica de la Península era ideal para la secuoya roja y, segundamente, que las secuoyas poseían una extraordinaria capacidad de rebrote tras los incendios, habiendo sobrevivido una de esas plantaciones (secuoyas de Buchabade) a una ola de incendios que llevó a considerarla desaparecida durante muchos años.




Bosque costero de secuoyas rojas en el Redwood National Park, California. Nótese la importancia en estos bosques de las nieblas. / Autor: Michael Schweppe / Licencia: CC BY-SA


El término "secuoya" se utliliza en español para designar varias especies pertenecientes a géneros muy próximos (Sequoia, Sequoiadendron & Metasequoia). Nos limitaremos a hablar aquí del género Sequoia, cuya única especie vive hoy en los bósques húmedos y templados de la costa pacífica de América del Norte. La secuoya roja alcanza su mayor desarrollo en las llanuras aluviales de la Cadena Costera del Pacífico, principalmente en California, en un clima mediterráneo con veranos cálidos en el que se producen nieblas estivales. El género es pues bastante exigente en humedad, aunque requiere de suelos bien drenados y de calor estival para desarrollarse plenamente. En la actualidad, son relativamente pocas las zonas que reúnen tales características: fundamentalmente las fachadas occidentales de las dos grandes masas continentales del Hemisferio Norte y las zonas más lluviosas de otras regiones de clima templado o templado-cálido.





Osvald Heer fue el primero en asignar correctamente al género Sequoia los fósiles de este género encontrados en los sedimentos Miocenos de Suiza. Flora Helvetiae, 1855.


La identificación de los distintos géneros de Sequoioideae en base al material fósil es árduo y requiere del estudio tanto de las ramillas como de los frutos. El único estudio de las ramillas y mucho menos de restos fragmentarios, no permite muchas veces determinar la identidad de los restos fósiles ni tan siquiera a nivel genérico. La culpa de ello la tiene la gran variabilidad en la forma de las hojas que puede haber en una misma especie. Tal como se muestra en la figura a continuación, en Sequoia sempervirens pueden ser claramente aciculares (condiciones de humedad favorables) o escuamiformes y aleznadas (condiciones de sequía) similares a las de Sequoiadendron. El simple hecho de que los botánicos hayan tardado 85 años en separar ambos géneros actuales uno de otro da una clara idea de la dificultad que puede presentar el ejercicio de identificar los distintos géneros estudiando restos fósiles. Muchas de las observaciones reportadas en el mapa que reproducimos más abajo podrían en realidad no corresponder necesariamente al género Sequoia.






El género Sequoia tuvo una amplísima área de distribución por buena parte del Hemisferio Norte. En Europa se han encontrado fósiles de secuoya en muchos países. Tal como muestra el mapa de repartición durante el Neógeno, este género estuvo presente en prácticamente todo el continente antes de las glaciaciones (con todas las reservas en cuanto a identificación que evocábamos antes). Su área de distribución cubría en realidad todo el Hemisferio Norte, habiéndose encontrado restos de este género tanto en el norte de Asia como en toda Norteamérica. Los glaciares y los cambios climáticos provocaron la desaparición de casi todas las secuoyas, excepto en el oeste de Norteamérica, donde la orientación de las grande cadenas montañosas y el clima templado de la costa permitió su supervivencia.





Distribución en Europa del género "Sequoia" durante el Neógeno.


Este mapa nos muestra también lo que ya hemos constatado con otros muchos géneros: el repliegue en la región mediterránea según iban endureciéndose las condiciones climáticas debido a las glaciaciones. En el Pleistoceo Inferior (Gelasiense), aún está presente en algunas regiones de Europa Central durante los periodos interglaciares. En el Calabriense, en cambio, ya tan solo está presente en la región más estríctamente mediterránea (S de Francia y Península Itálica). Parece haber sobrevivido hasta fechas muy recientes (Tarantiense) en el refugio de la Cólquida (Georgia), sucumbiendo a las últimas glaciaciones, que fueron las más intensas. En base al estudio de la distribución de sus restos fósiles, podríamos distinguir dos grandes tipos de situaciones en las que este género estuvo presente en Europa. La primera se corresponde a bosques mesófilos zonales bien irrigados y bien drenados, tal como sugiere la reconstrucción de los ecosistemas en Gûvem (Turquía):



Reconstrucción de la vegetación de la región de Güvem en el Mioceno (Denk et al., 2017).


En otros lugares, su presencia parece más bien estar asociada a zonas de transición azonales entre los bosques marcadamente higrófilos, como podían ser los pantanos dominados por especies como Taxodium y Glyptrostrobus y los bosques mesófilos en los que dominaban angiospermas caducifolias y/o perennifolias y en los que tal vez también puede haber estado presente la secuoya, tal como hemos visto en el ejemplo anterior. La figura que mostramos más abajo es la reconsrucción propuesta por Teodoridis para los yacimientos de la cuenca de Zittau (República Checa):




Reconstrucción de la vegetación de la cuenca de Zittau en el Mioceno (Teodoridis, 2003).


¿Qué futuro puede llegar a tener la secuoya en Europa? Al tratarse de la conífera con el mayor crecimiento en climas templados (hasta 30 m3 por hectárea y año), ha llamado evidentemente la atención de los ingenieros forestales de muchos países. La ausencia de grandes plantaciones en países como Francia o España se explica, sin embargo por su relativa sensibilidad a las heladas. Esta especie requiere otoños suaves con una llegada gradual de las heladas, ya que esa estación es la de mayor crecimiento. Las plántulas nacidas de semilla, por otra parte, son muy sensibles a los primeros fríos. Esto explica que por ahora se haya testeado fundamentalmente en países de la fachada atlántica pero que no se haya plantado con más asiduidad. El alargamiento de la primavera y del otoño como consecuencia del calentamiento global debería claramente favorecer la expansión de su cultivo de aquí a finales de siglo, haciendo posible su cultivo en circunstancias mucho más parecidas a las del terciario .

Sequoia Familia: Cupressaceae Orden: Pinales

Árboles gigantes, de hoja perenne. Ramas teretes, con evidentes constricciones de crecimiento anual. Hojas alternas, casi siempre dispuestas en 2 filas. Hojas adultas lineares o linear-lanceoladas a deltadas, generalmente aplanadas, divergentes a fuertemente adpresas; glándulas abaxiales ausentes. Conos masculinos con 6-12 esporófilos, cada esporófilo con 2-6 sacos polínicos. Conos femeninos de maduración anual, oblongos a globosos; escamas persistentes, 15--30, valvadas, ± peltadas, gruesas y leñosas. Semillas 2-7 por escama, lenticulares, con 2 alas estrechas; cotiledones 2(4). x = 11.




La presencia de las secuoyas en la Península no se limita tan solo a la secuoya roja. También se cultiva desde muy antiguo, prácticamente desde su descubrimiento, la secoya gigante. Originaria del piso oromediterráneo de las montañas de California, se ha plantado en nuestro país en condiciones muy similares (Sistema Central, Sierras Béticas), habiéndose acomodado perfectamente esta especie en el piso ocupado aquí principalmente por el pino albar (Pinus sylvestris). Tal como comentaba en el artículo dedicado a la pequeña población presente en la sierra de Guadarrama, se trata probablemente del único lugar en el mundo en el que se haya posiblemente naturalizado.






(1) Denk T. et al. (2017) / The early Miocene flora of Güvem (Central Anatolia, Turkey): a window into early Neogene vegetation and environments in the Eastern Mediterranean / Acta Palaeobotanica, Vol. 57(2), pp. 237–338
(2) Teodoridis V. (2003) / Early Miocene carpological material from the Czech part of the Zittau Basin / Acta Palaeobot., Vol. 43(1), pp. 9–49
(3) eFloras (2008). Published on the Internet http://www.efloras.org [accessed 25 April 2022]*' Missouri Botanical Garden, St. Louis, MO & Harvard University Herbaria, Cambridge, MA. (descripción del género)




Frutos y hojas de Zanthoxylum asiaticum, India / Fotografía: eFlora of India


Hoy volvemos a hablar de una familia muy diversificada y abundante en las zonas tropicales y subtropicales, de la que ya estudiamos aquí un género que estuvo presente en Europa antes de las glaciaciones (Phellodendron). Esa diversidad también se traslada al registro fósil de nuestro continente, habiéndose descrito en los yacimientos del Terciario de Europa distintos géneros pertenecientes a la familia de las Rutáceas: Ruta, Citrus, Phellodendron, Toddalia, Fagaropsis, Zanthoxylum. Hoy nos centraremos en el género Toddalia, del que tan solo sobrevive una única especie hoy en día (Toddalia asiatica), que tiene una amplia área de distribución afro-asiática.



Mapa de distribución de Zanthoxylum asiaticum (Mutinda et al., 2022).


Un estudio reciente (Mutinda et al., 2022), en el que se ha realizado un muestreo de plantas de esta especie originarias de distintos puntos de su área de distribución y en el que se han examinado las relaciones de este género con otros géneros próximos de las Rutáceas, ha demostrado que en realidad esta especie debe ser considerada como un integrante más del género Zanthoxylum, pasándose a llamar esa especie Zanthoxylum asiaticum (L.) Appelhans, Groppo & J. Wen. El árbol filogenético resultante de ese estudio sugiere también que la especie es muy probablemente originaria de Asia y que se habría expandido por África tardíamente.



Árbol filogenético de las Rutáceas (Mutinda et al., 2022).


Esto nos demuestra una vez más que algunos caracteres que han servido en el pasado para distinguir taxones unos de otros pueden pueden no tener tanto significado como el que le dieron los botánicos "clásicos". La distinción entre los géneros Zanthoxylum y Toddalia se basaba en dos criterios morfológicos que no resultan ser tan importantes. El primero de ellos es la concrescencia de los frutos. En el género Zanthoxylum, el gineceo , 1-5-loculado, está constituido por carpelos separados o soldados en la base; siendo los frutos folículos separados o soldados en la base. En Toddalia, en cambio, los carpelos se han soldado por completo y el fruto es drupáceo. Las hojas en Toddalia son trifolioladas pero pueden tener más folíolos en Zanthoxylum. Ambos caracteres, aunque muy vistosos y aparentes, no justifican sin embargo el mantenimiento del género Toddalia.


"Toddalia" Familia: Rutaceae Orden: Sapindales

Arbustos (normalmente rastreros) o plantas trepadoras leñosas, dioicos, normalmente con espinas. Hojas alternas, 3-foliadas (ocasionalmente hojas 1 o 2-folioladas). Inflorescencias terminales y/o axilares, paniculadas, racemosas o umbeliformes. Sépalos 4 o 5(o 6), soldados en la base o hasta ± la mitad de su longitud. Pétalos 4 o 5(6), valvados o estrechamente imbricados en el capullo. Estambres 4 o 5(6), libres, rudimentarios en las flores femeninas. Disco pulvinado. Gineceo 4-7 locular, sincarpo, rudimentario en las flores masculinas; óvulos 2 por lóculo; estigma sésil o casi. Fruto una baya drupácea con 4-7 lóculos; exocarpo carnoso; mesocarpo indiferenciado; endocarpo cartilaginoso. Semillas de color marrón a negro, reniformes, de opacas a brillantes; revestimiento de la semilla con una gruesa capa interna de esclerénquima negro denso rodeada por una capa externa de tejido parenquimatoso compacto; endospermo copioso; embrión curvado; cotiledones elípticos, aplanados; hipocótilo superior.




El mapa de distribución en el Neógeno sugiere que este clado (¿especie?) tuvo una amplia repartición por todo el continente europeo hasta el Plioceno. Con la intensificación de los episodios glaciares a principios del Quaternario, su área parece haberse restringido a las zonas más cálidas de la cuenca mediterránea, tal como ocurriera con numerosos géneros. Del Pleistoceno Inferior tan solo se han hallado restos en Italia (ver mapa).



Distribución en Europa del género "Toddalia" durante el Neógeno.


La especie se utiliza tradicionalmente como forraje para las cabras y como seto en las comunidades Maasai y Kipsigis. Sin embargo, el uso más importante de Zanthoxylum asiaticaum es el medicinal. Su fruto se utiliza tradicionalmente para tratar la malaria y la tos; las raíces para tratar la indigestión y la gripe y las hojas para las enfermedades pulmonares y el reumatismo. También se utiliza para tratar los dolores nasales y bronquiales, el dolor de estómago, las mordeduras de serpiente y en rituales. Toda la planta tiene propiedades medicinales, en particular la raíz. En las últimas décadas se ha descubierto que los componentes químicos de Z. asiaticum son principalmente cumarinas y alcaloides.




FLores femeninas. / Fotografía: LiChieh Pan / Licencia: CC BY-NC-SA 2.0


La repartición pretérita de esta "especie" me lleva naturalmente a preguntarme si su cultivo sería hoy posible en alguna región del continente. Haciendo una pequeña búsqueda en internet, no parece sin embargo que esta especie se esté cultivando en ningún jardín botánico europeo, necesitando esta planta un clima auténticamente tropical y cierto grado de humedad. Las Islas Canarias y Madeira serían tal vez lugares apropiados para esta especie, aunque no he encontrado ningún indicio de su cultivo en esas islas.



(1) Mutinda, E.S. et al. (2022) / Comparative Genomics, Phylogenetics, Biogeography, and Effects of Climate Change on Toddalia asiatica (L.) Lam. (Rutaceae) from Africa and Asia. / Plants, Vol. 11, 231. https://doi.org/10.3390/plants11020231.


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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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