Crónicas de un mundo en mutación


El cambio climático ya es una realidad que promete modificar profundamente nuestros paisajes, nuestra flora y nuestra fauna.
El pasado es una ventana que nos permite intuir cómo será ese futuro que os propongo descubrir.

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La constatación de que muchas especies o géneros que estuvieron presentes a finales del Terciario en Europa sobreviven hoy en otros continentes no es nueva. El descubrimiento de varios yacimientos con restos de plantas muy bien preservados llevaron ya los biólogos del siglo XIX a establecer una relación entre esas floras fósiles y las actuales floras de Norteamérica y del E de Asia. Al tratarse, además, para muchos, de especies y de géneros que ya se venían cultivando en distintos parques y jardines europeas, quedaron ya bien establecidas las identidades de muchas de esas plantas.



Zelkova ungeri Kovats, Upper Pliocene, Willershausen am Harz, Germany / The Fossil Forum



Los estudios y descubrimientos posteriores y la considerable aportación de la palinología nos dibujan la imagen de un continente europeo cuya vegetación aún no había sufrido en el Plioceno los peores efectos de las glaciaciones cuaternarias. La flora de nuestro continente era entonces infinitamente más rica e incluía buena parte de las familias y géneros hoy presentes en otras zonas templadas y cálidas del Hemisferio Norte. Ante la constatación de que nuestro clima está cambiando y nos está acercando cada día más a las condiciones de aquella época y ante el temor de que la escasa biodiversidad de nuestros bosques en algún momento se nos pueda volver en contra, surge naturalmente la tentación de traer de vuelta parte de esa flora para ir enriqueciendo nuestros bosques y de esa manera aumentar su resiliencia ante el cambio climático.



El género Liquidambar tuvo en el Terciario un área de repartición muy extensa. Hoy tan solo sobrevive, en Europa, en algunos puntos del S de Turquía y en la isla de Rodas.



Los que siguen regularmente este blog ya sabrán que la creación de uno o de varios bosques pliocénicos en la Península es un sueño que persigo desde hace bastante tiempo (Sueño pliocénico). Un sueño difícil de realizar, sin embargo, a tenor de las fuertes reticencias que despierta la idea de introducir especies exóticas en nuestro páis y el hecho de no haber nacido en el seno de alguna familia que poseyera algún terreno que se pudiese dedicar a estos menesteres. Pero un sueño que alimento presentando en este blog las distintas especies que convivían en nuestros bosques a finales del terciario. Quien sabe, igual a alguien le seduzca la idea y si mi blog puede servir, muy humildemente, para guiar los esfuerzos de alguna persona interesada en realizar un proyecto similar, ya habrá valido la pena perder el tiempo en escribirlo. Lo más parecido a lo que planteo, por ahora es el jardín del Príncipe de Aranjuez, que es ya una buena muestra de la diversidad de los bosques aluviales y de ribera del Plioceno (Taxodium, Platanus, Liquidambar, Carya).



Vista del Estanque de los Chinescos, en eñ Jardín del Príncipe de Aranjuez, con uno de los dos ahuehuetes gigantes que crecen en su orilla.



En otros países europeos la idea ya se está llevando a cabo en al menos dos localidades. La primera de ellas corresponde a un proyecto llevado a cabo por un grupo del Museo de Ipswich llamado "GeoSuffolk", que se dedica a "promover la comprensión y la apreciación del paisaje y la geología de Suffolk". A proximidad de uno de los mejores afloramientos del "Coralline Crag", un depósito de edad pliocénica, ese grupo está plantando en un terreno privado buena parte de las especies identificadas en el análisis palinológico de ese depósito sedimentario. Una descripción de ese bosque se puede leer en la página web del grupo dedicada a este proyecto (Pliocene Forest). De esa página tomo prestada la fotografía que muestro a continuación, en la que se puede ver el aspecto actual de ese pequeño bosque incipiente.



Otro proyecto similar surgió en circunstancias parecidas en la antigua RDA. En las minas de lignito a cielo abierto de la Baja Lusacia, en efecto, se encontraron numerosos fósiles de plantas del Mioceno que se conservaron en el antiguo Museo de la Naturaleza y el Medio Ambiente de Cottbus. La Asociación de Ciencias Naturales de la Baja Lusacia, en cooperación con Gartenschau GmbH Cottbus se ha propuesto reconstituir un bosque de aquella época en uno de los parques de la ciudad (Spreeauenpark), basándose en los fósiles encontrados en esos depósitos. Una breve descripción se puede leer en esta página de la propia asociación.



Los bosques pliocénicos que planteo crear aquí en España tendrían en realidad una doble finalidad. La primera es similar a la de los dos proyectos que hemos descrito y sería la de hacer descubrir al público interesado las especies vegetales que poblaban nuestra geografía a finales del Terciario (Plioceno). La segunda es la de establecer pequeños arboretos en los que se pueda estudiar el crecimiento de esas especies "paleoautóctonas" en condiciones climáticas cambiantes y que esos arboretos puedan servir, llegado el caso, de bancos de semillas si se demostrase que alguna de estas especies se pudiese utilizar a otra escala y con otros fines (como especie forestal). La diversidad de las condiciones climáticas de la Península invita, de todos modos, más bien a pensar en un proyecto llevado a cabo en distintas localidades y en distintos tipos de ecosistemas. O sea, establecer una pequeña red de arboretos que refleje de alguna manera la diversidad de medios que ya existía en aquella época en nuestro país. Aunque esta idea de crear pequeños bosques pliocénicos va un paso más allá al "rescatar" especies y géneros hoy en día desaparecidos de nuestra geografía, en realidad se inscribe en la necesidad de tomar en cuenta el cambio climático en nuestra política forestal y la urgente necesidad de estudiar y testear cuales serán las especies y/o variedades mejor adapatadas a cada territoriio en un futuro no muy lejano.



El arboreto de Lourizán, además de su famoso parque, posee también terrenos en los que un proyecto conjunto de 4 países de la fachada atlántica se está llevando a cabo para conocer la respuesta y determinar las posibles especies a emplear en el futuro. / ARBORETO REINFFORCE



Aunque nunca han dejado de existir (ver ejemplo de Lourizán), creo que sería una sana idea la de rescatar esas plantaciones experimentales que hicieron los ingenieros forestales a partir del siglo XIX para testear las posibilidades de las distintas especies y variedades tanto indígenas como exóticas. Algunas de esas plantaciones se han convertido, con el tiempo, en arboretos. Otras quedaron más o menos abandonadas. Pero todas, creo yo, nos enseñaron algo acerca de esas especies. De no haber sido por la iniciativa de algún ingeniero forestal algo curioso (algunos dirían que loco), ¿ quién se atrevería a decir hoy que el Sistema Central tiene un clima ideal para acoger la secuoya gigante (Secuoyas en la Sierra de Guadarrama)? Cualquier iniciativa orientada a la preservación de nuestra riqueza biológica y a mitigar los efectos del cambio climático debería, creo yo, ser apoyada con valentía y con decisión. Este país y este continente necesitan del establecimiento de una tupida red de arboretos en los que las distintas especies (no solamente arbóreas, sea dicho de paso) puedan ir "moviéndose" hasta encontrar los lugares más favorables para cada una de ellas. Aunque la ciencia pura y dura tenga mucho que decir para orientar este tipo de proyectos, creo importante también que estos proyectos dejen la puerta abierta a la experimentación, con su parte de éxito y de fracaso. De esas experiencias se nutre la ciencia "empírica" y también el entusiasmo de quienes llevan a cabo este tipo de proyectos sin escatimar medios y tiempo.

Grosso modo, estas son las especies "paleoautóctonas" que se podrían considerar en un tal proyecto (además de las nativas, por supuesto, que se pretende proteger aumentando la resiliencia de los actuales bosques gracias a la introducción de especies más termófilas):



Zonas pantanosas

Taxodium distichum, Glyptostrobus pensislis, Nyssa aquatica, Quercus palustris, Myrica, Sapotaceae

Se trata de un tipo de ecosistema que desapareció por completo del continente europeo durante las glaciaciones. Su ausencia actualmente se debe más a la imposibilidad que tenían esas especie para efectuar un regreso que a razones estríctamente climáticas, ya que una especie como el ciprés de los pantanos es perfectamente capaz de soportar temperaturas muy bajas en invierno.



Manglares

Avicennia

Las heladas ocasionales por debajo de -4 grados son aparentemente el factor limitante en la repartici´ón del mangle negro, que en Estados Unidos alcanza el norte de Florida. Es muy probable que las condiciones climáticas ya estén reunidas en muchos puntos del S de Europa para que regrese esa especie y este tipo de vegtación ().



Bosques de ribera y aluviales

Taxodium mucronatum, Carya illinoinensis, Nyssa chinensis, Pterocarya fraxinifolia, Platanus orientalis, Liquidambar orientalis, Symplocos sp.

Los bosques de ribera y aluviales eran infinitamente más ricos antes de las glaciaciones y muchas de esas especies lograron sobrevivir bastante tiempo antes de desaparecer total o parcialmente del continente europeo. En el delta del Emba (Mar Caspio, Kazajistán), muchos de esos géneros (Nyssa, Carya) alcanzaron el Holoceno. Platanus y Liquidambar lograron sobrevivir hasta nuestros día en el E de la Cuenca Mediterránea. A estas especies hay que añadir el hecho de que muchas especies de los bosques caducifolios de hoja ancha y mixtos a menudo encentran en estos bosques aluviales un refugio durante los periodos menos favorables.



Vegetación esclerófila o xerófila de zonas muy secas

Argania spinosa, Acacia sp., Prospis sp., Tetraclinis articulata, Cupressus atlantica

Durante buena parte del Mioceno y del Plioceno, el clima en muchas regiones de la Península fue mucho más seco que el actual. Se desarrolló en amplias zonas una vegetación tipo sabana e incluso subdesértica en las que muchas especies adaptadas al calor y a la sequía estuvieron presentes. Muy pocas lograron sobrevivir en el continente europeo pero tienen, claramente, un gran porvenir en él visto lo visto...



Bosques submediterráneos

Ostrya carpinifolia, Carpinus orientalis, Quercus cerris, Cupressus sempervirens, Ginkgo biloba, Platycladus orientalis

Comparados con sus equivalentes orientales, nuestros bosques submediterráneos han sufrido un claro empobrecimiento, dominando en ellos por lo general una única especie. La mayoría de esas especies tuvieron antes de las glaciaciones un área de distribución circunmediterránea. Se incluye en este grupo, tentativamente, dos especies como Ginkgo biloba y Platycladus orientalis, que tienen una relativa buena resistencia a la sequía.



Bosques caducifolios de hoja ancha y mixtos

Liriodendron tulipifera, Aesculus hippocastanum, Carya sp., Zelkova carpinifolia, Parrotia persica, Quercus castaneifolia, Cephalotaxus sp. Cyclocarya paliurus, Eucommia ulmoides, Ginkgo biloba, Torreya sp., Phellodendron sp., Alangium sp., Catalpa

El número de taxones en este tipo de bosques era elevadísmo a finales del Terciario.



Bosques perennifolios de hojas anchas y mixtos

Ocotea foetens, Persea indica, Sassafras sp., Quercus canariensis, Cinnamomum glanduloides, Trachycarpus fortunei, Keteleeria sp., Cephalotaxus fortunei, Cryptomeria japonica, Pseudotsuga sinensis, Cunninghamia sp., Calocedrus sp., Engelhardtis spicata, Altingia, Podocarpus

Este tipo de ecossitema está restringido actualmente a escasas localidades y, claro está, a las islas macaronésicas. Este tipo de bosque podría hacer su aparición en cuotas bajas en buena parte de la fachada atlántica y a lo largo de los Pirineos. El primer síntoma de su aparición es la naturalización en algunas regiones (N de Italia y S de SUiza) de especies de hojas lauroides.



Bosques mixtos de coníferas (zonas montañosas)

Cedrus atlantica, Abies pinsapo, Tsuga sp., Cathaya argyrophylla, Sciadopitys verticillata, Picea sp., Larix decidua, Sequoiadendron giganteum, Sequoia sempervirens, Pseudotsuga menziesii



Hace un par de años, el alcalde de un municipio de La Coruña (Teo) solicitó a la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural la inclusión de todas las especies de eucalipto en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, así como quien pide una lubina en la pescadería. Nada nuevo bajo el sol. De la misma manera lograron SEO Birdlife y Ecologistas en Acción incluir al arrui (Ammotragus lervia) en ese mismo catálogo, desencadenando una vergonzosa masacre que probablemente traerá consecuencias jurídicas para España, al incumplirse todas las leyes internacionales que protegen esa especie. A título de comparación, basta con decir que en Alemania está prohibido cazar al ñandú (¿ Qué hace un ave como tú en un lugar como éste ?), por estar protegido por esas mismas leyes internacionales que nosostros nos pasamos por el forro. Las comparaciones son odiosas, me diréis. Sobre todo para los que quedamos mal, añadiría yo...



Frutos capsulares de Eucalyptus globulus, fotografiados en el Parque del Retiro (Madrid) tras la caída de unas ramas debido a una tormenta.



¿Son pues los eucaliptos unas temibles especies invasoras o estamos nuevamente haciendo el ridículo obviando las evidencias de campo y la opinión de los especialistas? El poder de los grupos ecologistas ha alcanzado tal grado en España que sus opiniones pesan hoy mucho más que la opinión de los propios científicos. Que se lo digan sino al señor Cassinello, nuestro máximo especialista en arruis, al que nadie hizo caso a la hora de decidir si la inclusión del arrui en el catálogo español de especies invasoras se justificaba de alguna manera. ¿No estará pasando de nuevo lo mismo con los eucaliptos? Por el momento tanto el gobierno como los distintos gobiernos regionales se han opuesto rotundamente a que se incluyan las distintas especies de eucaliptos en ese catálogo pero el caso está ahora mismo en los tribunales, que no es precisamente el lugar más indicado para dirimir esta cuestión, creo yo...

¿Qué es una especie invasora?

Declarar que una especie es invasora, a día de hoy, supone que se cumplan tres requisitos:

1) La especie llegó a nuestro territorio de la mano del hombre y no estuvo presente en nuestro territorio en tiempos históricos.

2) La especie muestra una clara tendencia a expandirse de forma natural.

3) La especie supone un peligro para las especies autóctonas con las que compite.

De estos 3 puntos, en realidad tan solo se cumple el primero en el caso de los eucaliptos:

1) La especie llegó a nuestro territorio de la mano del hombre y no estuvo presente en nuestro territorio en tiempos históricos: los eucaliptos, en efecto, son originarios de Australia y no estuvieron presentes en Europa en tiempos históricos.

2) La especie muestra una clara tendencia a expandirse de forma natural: ¿Es eso cierto en el caso de los eucaliptos? ¿Se puede comparar la situación del eucalipto con la del olmo de Siberia, por ejemplo, que crece espontáneamente por doquier gracias a la dispersión por el viento de sus semillas? Se acusa al eucalipto de ocupar vastas extensiones de territorio pero su propagación se debe en realidad a que el hombre lo ha plantado. Fuera de las áreas en las que estas especies se cultivan, es excesivamente raro ver eucaliptos nacer a cierta distancia de las plantaciones realizadas por el hombre.

3) La especie supone un peligro para las especies autóctonas con las que compite; Se acusa repetidamente a los eucaliptos de competir con las especies autóctonas de Quercus. Ahora bien, que yo sepa, ninguna de esas especies está en peligro de extinción y que yo sepa el eucalipto no está invadiendo espontáneamente y masivamente los bosques autóctonos en ninguna región. Muy al contrario, como puede verse en eucaliptales maduros, es el bosque autóctono el que se inmiscuye poca a poco en las plantaciones de eucaliptos.

En base a todo esto, la declaración de las especies de eucaliptos como invasoras claramente no se sostiene. Si no lo es el olmo de Siberia, que prolifera por doquier y se hibrida con el olmo común, que está prácticamente condenado a desaparecer, difícilmente se podría considerar como tales a los eucaliptos, ausentes de buena parte del territorio e incapaces de colonizar por sí mismos territorios alejados. Y por tiempo no será, ya que llevamos más de siglo y medio conviviendo con ellos.

Comparando lo incomparable

El empeño en demostrar los impactos negativos del eucalipto ha llevado algunas personas a hacer comparaciones arriesgadas, por no decir odiosas. En un estudio reciente publicado por la Universidad de Santiago de Compostela [1], los autores compararon la biodiversidad de varias plantaciones puras de eucalipto de entre 16 y 25 años con la de varios restos aislados del robledal atlántico, cuya edad, lógicamente debía ser mucho mayor. El resultado del estudio no tiene nada de sorprendente: la diversidad de aves y de plantas es sensiblemente superior en los viejos robledales. ¿Demuestra esto que el eucalipto es deletéreo para la biodiversidad? Otros gallos cantarían, supongo, si hubiesen comparado la biodiversidad de esos bosques con la de un eucaliptal maduro como el del Souto da Retorta (El bosque imposible). Como todos las árboles, los eucaliptos también envejecen y mueren, proporcionando entonces oportunidades a muchas especies lógicamente ausentes en plantaciones jóvenes. Es de esperar que tales artículos y tales tipos de comparaciones no sean las que sirven de base argumental a aquellos que acusan al eucalipto de ser una especie de monstruo vegetal. Como mínimo se requiere seriedad a la hora de "juzgar" los impactos positivos o negativos de una especie.





Afán productivista

Creo que no se ha repetido las suficientes veces algo que me parece fundamental y que debería quedar grabado en las mentes de todos: el problema no es el eucalipto en sí, por mucho que algunos intenten demonizarlo, sino lo que se hace con él. A la hora de valorar las actuaciones llevadas a cabo en los montes en los que se han plantado eucaliptos, no hay que perder de vista que el eucalipto es, en la inmensa mayoría de los casos, un cultivo del que los propietarios de montes esperan un máximo rendimiento. Su afán es ganar dinero y nada más. Consecuencia de ello, los eucaliptos se han plantado con unas densidades que poco tienen que ver con las de un bosque natural. Se hubiesen realizado estas plantaciones en las mismas condiciones con algún tipo de especie autóctona, el resultado probablemente hubiese sido el mismo (sotobosque muy empobrecido, alto consumo de agua, etc).



El eucalipto (Eucalyptus globulus) se ha plantado masivamente en toda la fachada atlántica de la Península Ibérica con fines esencialmente productivistas. / Fotografía: José Antonio Gil Martínez / Licencia: CC BY



Abandono del campo

Aunque el eucalipto es un árbol de rápido crecimiento que puede ser recolectado tras un periodo de espera relativamente breve, muchos eucaliptales han quedado totalmente abandonados a su suerte y se han convertido en auténticas bombas de relojería. Al no cuidar de ellos sus dueños y al crecer bajo los eucaliptos un abundante sotobosque (otra paradoja difícil de explicar si consideramos que tienen razón los que afirman que el eucalipto mata las demás especies), se convierten esas plantaciones descuidadas en auténticas teas muy susceptibles de inflamarse. Es importante notar aquí que en las plantaciones de eucaliptos cuidadosamente entretenidas, el riesgo de incendio es muy bajo. La manera en que se plantean esas plantaciones desempeña pues un papel fundamental en el devenir de los montes en los que se desarrollan esas actuaciones.

Obviando las evidencias

La tentativa de los grupos ecologistas de declarar los eucaliptos como especies exóticas invasoras se basa en creencias y temores que no han resultado tener mucho fundamento. Les aconsejo, para hacerse una idea de ello, que lean la tésis de José Miguel Alonso Boo, en la que se rebaten 10 de los grandes mitos acerca del eucalipto (2). Uno de los argumentos más repetidos en contra de los eucaliptos es el de su alelopatía que supuestamente impediría la instalación de cualquier planta bajo un eucalipto. Un estudio reciente [3] ha demostrado que la supuesta alelopatía de Eucalyptus globulus no influía para nada en el crecimiento de 6 especies de plantas nativas relevantes de California (una de ellas un Quercus). No hacía falta irse muy lejos, sin embargo, para llegar a la misma conclusión. Quien haya visitado el Souto da Retorta sabrá que los eucaliptos y el bosque autóctono conviven sin ningún tipo de conflicto aparente. Ya lo comentábamos antes, la mayoría de las plantaciones de eucaliptos son jóvenes y muy densas y eso condiciona mucho la respuesta de la vegetación autóctona.



The picture, incidentally, shows Pacific Reed Grass – a native plant – growing under eucalyptus. It’s often found growing under eucalyptus because the water precipitated from the fog provides its preferred growing conditions.



Sin embargo, allá donde existen grupos de eucaliptos de cierta edad, cambia por completo la percepción que tenemos de ellos. Llama particularmente la atención, por ejemplo, que algunas especies de picos ya establezcan sus nido en viejos eucaliptos. El caso más sonado, sin embargo, es el de las rapaces, que hacen un uso masivo y casi exclusivo de los viejos eucaliptos para establecer sus nidos (4). Tanto es así que en alguna regiones como la isla de Cortegada (Cortegada, ¿ paraíso perdido o nuevo edén ?) se vieron obligados a suspender sus planes de erradicación de los eucaliptos. Queramos o no, los eucaliptos ya forman parte de la red de interacciones de nuestros ecosistemas y puede que su total eliminación traiga más inconvenientes que reales ventajas.



Nido de picamederos negro en un eucalipto en Cantabria (Picamaderos negro criando en eucalipto).



Un aliado ante el cambio climático

Las previsiones más optimistas de los climatólogos tablan ya con una subida de la tempertaura media global de más de 2 grados (Obstinados en hallar la cuadratura del círculo). Las más realistas sitúan el alza de la temperatura media global alrededor de 4 grados. Esto significa en la Península Ibérica una subida de la temperatura media de entre 8 y 12 grados. Esto significa que a finales de siglo, buena parte de la Península Ibérica gozará de un clima que podemos sin lugar a dudas calificar de subtropical. A nadie se le escapa, ante tales previsiones, que son pocas las especies adaptadas a tales condiciones. Las frondosas de nuestros bosques norteños probablemente no vayan a aguantar tal subida de temperatura. Pero sí sabemos, en cambio, que una especie como el eucalipto (Eucalyptus globulus), ampliamente cultivada en zonas de clima subtropical como el S de Brasil, lo va a aguantar sin problemas.



This work generated 20 million Gigabytes (20 Petabytes) of data after 500 million hours of calculation by French supercomputers. 20 centres for climate modelisation are involved worldwide in this 6th edition of Coupled model intercomparison project (CIMP6). CIMP aims at understanding better past, present and future climate changes induced by natural and/or human forcing. Global results from this 6th CMIP will be given in the IPCC report in 2020/2021.



Renunciar al eucalipto y apostarlo todo por unas especies que el cambio climático condena a migrar hacia zonas más favorables parece una decisión muy arriesgada que tan solo los grupos ecologistas que niegan la realidad del cambio climático son capaces de tomar (Negacionismo verde). Yo, muy al contrario de lo que se afirma acerca del eucalipto, veo a esa especie como una oportunidad. Es, a día de hoy, la especie que más posibilidades tiene de aguantar las consecuencias del cambio climático y, como tal, podría desempeñar un papel clave para aumentar la resiliencia del bosque atlántico, al servir de cobijo a las demás especies, retrasando así su desaparición de amplias zonas. Otros prefieren confiar en la supuesta "resiliencia" del bosque autóctono pero me temo que el futuro nos tiene reservado malas sorpresas y que algún día una mortandad masiva de robles nos dejará, de nuevo, sin bosques.



Allá donde algunos ven un terreno "deseucaliptizado" y listo para ser repoblado con especies autóctonas yo veo un terreno desarbolado y expuesto a la erosión. ¿No se hubiesen podido dejar unos cuantos eucaliptos para proteger el suelo y los pequeños plantones de robles? Sin esa protección, es probable que el bosque autóctono tarde mucho más en desrrollarse. Con un enemigo como el cambio climático pisándonos los talones, puede que algún día nos arrepintamos de no haber sido más pragmáticos y menos puristas... / Fotografía: La Voz de Galicia



Los eucaliptos son una oportunidad. Pueden ayudarnos a salvar nuestros bosques autóctonos mitigando los peores efectos del cambio climático. Pensar que recuperaremos nuestros bosques autóctonos simplemente "deseucaliptizando" nuestros montes es una idea absurda y supone echar a perder unas décadas cruciales que con el cambio climático probablemente acabaremos echando mucho de menos. A todos los deseucaliptizadores lanzo un reto: haced lo que queráis en un monte pero en el vecino, en vez de eliminar todos los eucaliptos, haced simplemente un aclareo y plantad árboles autóctonos entre los eucaliptos que permanezcan. ¿En cual de los dos montes se recuperará antes el bosque autóctono? ¿Y cuál de esos montes resistirá mejor los efectos del calentamiento global si la temperatura sigue subiendo irremediablemente? Una vocecita interior me dice a mí que posiblemente los robles plantados en esos terrenos desnudos ni tan siquiera alcancen la edad adulta...



[1] Santiago Bas López , José Guitián Rivera & Mar Sobral (2018) / Biodiversidad en plantaciones de eucalipto y en robledales del sur de Galicia: plantas y aves / Nova Acta Científica Compostelana (Bioloxía), 25: 71-81
[2] José Miguel Alonso Boo (2012) / La mala prensa del eucalipto / Tésis presentada en la Universidad de Vigo / Director de tésis: Enrique Valero Gutiérrez del Olmo
[3] Kristen Marie Nelson (2016) / Evaluating the Myth of Allelopathy in California Blue Gum Plantations / A Thesis presented to the Faculty of California Polytechnic State University, San Luis Obispo
[4] Martínez-Hesterkamp S, Rebollo S, Pérez-Camacho L, García-Salgado G, Fernández-Pereira JM (2018) Assessing the ability of novel ecosystems to support animal wildlife through analysis of diurnal raptor territoriality. PLoS ONE 13(10): e0205799. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0205799



Actualización 05/05/2020

Os copio aquí el enlace a un artículo de la web CANARIAS ACTUALIDAD, que ilustra perfectamente lo que planteo en este artículo.



El Cabildo de Gran Canaria sustituye 305 eucaliptos por laurisilva

Lo interesante de esta iniciativa es que toma exactamente la vía opuesta a la de las brigadas deseucaliptizadoras de Galicia, al preservar parte de los eucaliptos para evitar la erosión del suelo y hacer sombra a los arbolitos de laurisilva que se van a plantar en este lugar. Actuando de esta manera mucho más pragmática, se convierte al eucalipto en nuestro mejor aliado para la recuperación del bosque autóctono sin caer en la tentación del todo o nada, que en algunos lugares de Galicia, con el cambio climático, puede que finalmente acabe siendo un muy mal cálculo. Como mínimo, se trata de un retroceso que se tardará décadas en compensar. Si es que, como ya hemos dicho, el cambio climático lo permite. Puede que al final lo que se obtenga sea un bonito bosque de acacias...

Se acaba la enésima cumbre del clima y un sentimiento de pesimismo me invade al constatar el enorme foso que separa la realidad de los hechos de los bellos discursos que los políticos suelen pronunciar en ellas. Se podría pensar que los ecologistas y demás "activistas del clima" son más conscientes de la realidad pero como ya tuve ocasión de contar en un reciente artículo (Negacionismo verde), esos colectivos distan mucho de haber realmente interiorizado el mensaje de los climatólogos. A poco que uno empiece a hablar de las consecuencias que tendrá el cambio climático y de lo que esto implica en la gestión del medio ambiente, aflora de repente ese "negacionismo verde" al que me refería en aquél artículo...





Evolución del consumo energético mundial según la AAPG (American Association of Petroleum Geologists). Como se puede ver, carbón, petróleo y gas siguen siendo con mucha diferencia las principales fuentes de energía y su consumo no ha dejado de aumentar. la escala vertical corresponde a millones de toneladas equivalentes de petróleo.



El gráfico que se muestra aquí nos muestra lo alejados que estamos del objetivo de alcanzar un mundo "descarbonizado". No solamente los hidrocarburos (carbón, petróleo y gas) siguen siendo nuestra principal fuente de energía, sino que su consumo no ha parado de crecer. El artículo del que he tomado prestado este gráfico no se anda por las ramas: la AAPG prevé que en 2040, los hidrocarburos deberían representar aún cerca del 80% de las fuentes de energías utilizadas. Comparad esas previsiones con los bellos discursos de algunos políticos, que hablan de cero emisiones de CO2 en fechas más cercanas y os daréis inmediatamente cuenta que algo no cuadra. Mi sensación es que los políticos pecan de optimistas. A ver como reemplazas de golpe (o casi de golpe) ese 80% de energías fósiles. Más teniendo en cuenta que muchos de los países más contaminantes no tienen ni la tecnología ni los medios económicos para asumir ese gran reto tecnológico.





This work generated 20 million Gigabytes (20 Petabytes) of data after 500 million hours of calculation by French supercomputers. 20 centres for climate modelisation are involved worldwide in this 6th edition of Coupled model intercomparison project (CIMP6). CIMP aims at understanding better past, present and future climate changes induced by natural and/or human forcing. Global results from this 6th CMIP will be given in the IPCC report in 2020/2021.



Consecuencia del incremento continuo del nivel de CO2 en la atmósfera, la temperatura media global seguirá subiendo. Hasta qué nivel lo hará dependerá, evidentemente, de las medidas que tomemos para limitar las emisiones de CO2. El modelo más reciente calculado (6th edition of Coupled model intercomparison project), sin embargo, no invita precisamente al optimismo. Ese modelo muestra que incluso si lográramos empezar a disminuir el consumo de hidrocarburos a partir de 2020 (curva verde), la temperatura media se estabilizaría alrededor de un valor que supera el famoso límite de 2 grados que los climatólogos aconsejan no superar. Y como hemos visto anteriormente, es absolutamente imposible que ese escenario optimista se realice. Siendo realistas y no demasiado pesimistas (la curva rosa muestra la evolución de la temperatura si no hiciéramos absolutamente nada), lo más probable es que la temperatura siga un camino intermedio (curvas de color marrón y malva), lo que nos lleva a un incremento de 4 a 5 grados.





Evolución de la temperatura media durante el terciario.



4 a 5 grados más que en los tiempos "pre-industriales" es, como ya vimos en otro artículo, el nivel de temperatura a comienzos del Plioceno. Hay que destacar aquí que ese nivel de temperatura se alcanzó con un nivel de CO2 similar o a penas superior al actual y es por lo tanto posible pensar que los modelos subestimen algo el alza de temperatura que cabe esperar. Este es, a todas luces, el escenario más probable y cualquier proyecto y decisión que se tome hoy debería tenerlo en cuenta. Ignorarlo o decir que "aún hay muchas incertidumbres" puede llevarnos a tomar decisiones muy desacertadas. Y aquí es donde vuelvo a hablaros de ecología y de gestión medioambiental. Porque una subida de 4 a 5 grados de la temperatura media global, en la Península Ibérica significa un aumento 2 a 3 veces superior. En Madrid, donde las temperaturas han subido casi el triple que a nivel mundial, estaríamos hablando de una subida de la temperatura media anual a final de siglo de entre 12 y 15 grados. Esto corresponde a una subida potencial de los pisos de vegetación de al menos 1200 metros. Creo que no hace falta ser un genio para entender que si esto se realiza (y es el escenario más probable), cabe esperar cambios drásticos en la repartición de los seres vivos que pueblan la Península. Ante un tal panorama, siento mucho tener que decirlo tan claramente, me entra la risa floja cuando escucho o leo a personas que recomiendan plantar únicamente árboles provenientes del mismo lugar por ser "los mejor adaptados a las condiciones del lugar". En realidad, sí, lo eran hace 50 años, antes de que se iniciase ese rápido y gran incremento de temperatura que se marca por igual por todo el planeta...



Emili J. Martínez @Lo_Gandalf 11. feb. Mere #Arboleda #singular "Pinsapar de #Orcajo". Un singularidad forestal en #Aragón.



A estas alturas del siglo XXI y sabiendo ya con meridiana claridad lo que nos espera, cabe preguntarse porqué aún no se diseñado un plan urgente para plantar pinsapos (Abies pinsapo) en las sierras del centro y del norte de la Península. Si algo inesperado y grave ocurriera en los dos núcleos andaluces de esa especie, podríamos hablar prácticamente de la extinción de esa especie. Afortunadamente, a un ingeniero forestal inteligente se le ocurrió plantar pinsapos en el Sistema Ibérico (Orcajo, Zaragoza) y ya tenemos un pequeño núcleo de población más al norte, aunque en condiciones muy particulares. Esta especie se debería plantar en muchos otros sitios si pretendemos salvarla de la extinción. Y lo siento mucho por aquellos que piensan que el pinsapo es una especie exótica en su región. En tiempos en los que los grandes biomas podrían desplazarse más de 1000 kilómetros hacia el norte, considerar exótica una especie que crece unos cuantos cientos de kilómetros más al sur es de necios.

El mismo tipo de razonamiento aplica para otras muchas especies. No se entiende, por ejemplo, que un proyecto Life se gaste un dineral en mantener el araar (Tetraclinis articulata) en las colinas que rodean Cartagena habiendo ya tantísimas evidencias de que esa especie crece mucho mejor en otras regiones (la Comunidad Valenciana en particular). ¿Qué sentido tiene querer mantener a toda costa una población que tal vez esté condenada por el cambio climático? Y no hablemos ya de aquellas regiones en las que, simple y llanamente, no hay especies autóctonas adaptadas al clima del futuro. Existen alternativas pero se trata de especies "exóticas". ¿Antes el desierto a que se instale cualquier especie exótica? Ya sé que es muy español aquello de "Viva la Muerte" pero que le vamos a hacer, a mí me gustan los árboles y prefiero ver acacias, algarrobos, cipreses del Atlas y arganes (por no citar especies aún más exóticas pero no menos bienvenidas) cubrir nuestro montes antes que verlos convertidos en desierto.



Lamentablemente, parece que los ecologistas en este país aún siguen empeñados en hallar la cuadratura del círculo, convencidos de que nuestros ecosistemas son resilientes y que nuestras maravillosas especies autóctonas serán capaces de adaptarse a los cambios venideros. Me temo, una vez más, que eso es hacer poco caso de lo que sabemos del pasado. Si algo nos ha aprendido la paleobotánica es precisamente lo contrario: las especies huyeron ante los glaciares y recorrieron miles de kilómetros hasta encontrar lugares que les fueran favorables. Creer que por algún milagro las especies de nuestra flora serán ahora capaces de adaptarse en poco más de un siglo, cuando no lo hicieron en cientos de miles de años es, creo yo, otra manifestación de ese negacionismo verde que tanto me asusta de cara al futuro.

En este ya bastante extenso repaso de las especies paleoautóctonas de nuestro continente, nos hemos encontrado con muchas especies con un área de distribución actual muy reducida, como el ginkgo o la eucommia por ejemplo. Algunas de ellas muy raramente cultivadas en nuestro país, como el ahuehuete o incluso totalmente desconocidas, como Glyptostrobus. Hoy hablaremos de una especie que es, en cambio, muy frecuente. Tan frecuente que es incluso, en algunos países de Europa central, una de las especies más abundante en sus bosques. Como tal, a nadie le extrañará que haya sido considerada por los conservacionistas como una de la principales especies exóticas invasoras del continente. Aunque, como veremos, cabe matizar bastante esa afirmación. Estamos hablando aquí de la falsa acacia o robinia (Robinia pseudoaucacia), un árbol originario de Norteamérica que se introdujo en Europa ya en el siglo XVII y que se plantó extensamente y masivamente casi desde su introducción. El nombre "robinia" que lleva este árbol es un homenaje a Jean Robin, botánico del rey Henry IV que lo introdujo en Paris ya en 1600. Algunos de los ejemplares plantados en aquella época aún sobreviven pero no gozan ya de muy buena salud, habiendo alcanzado ya el límite de su esperanza de vida. El supuesto carácter invasor de esta especie hay que ponerlo en perspectiva teniendo en cuenta tanto los esfuerzos del hombre por expandir su rango como al largo tiempo que lleva ya establecida en nuestro continente (4 siglos ni más ni menos).





Hoy en día la robinia tiene un área de distribución muy amplia en Europa, tal como demuestra el mapa que aquí reproducimos, en el que se muestran tan solo los puntos en los que supera el 25% del arbolado. De forma dispersa está presente absolutamente por doquier, incluso en los países escandinavos así como en toda la zona mediterránea. Las regiones de transición entre el clima mediterráneo y el clima oceánico parecen, sin embargo ser aquellas en las que esta especie tiene el mayor éxito. Tal como hemos comentado antes, la robinia ha sido catalogada como invasora pero el grado de aceptación de este árbol es tal en muchos países que la erradicación de una especie tan deseada es, ya tan solo por consideraciones estrictamente "utilitarias" un sinsentido. Y es que esta especie proporciona una larga lista de servicios que ninguna otra especie es capaz de igualar: se trata de una especie maderable que produce una madera de muy buena calidad, es una planta forrajera muy importante, su néctar sostiene una importante industria melífera y, por su capacidad de fijar nitrógeno, es una importantísima recuperadora de suelos alterados. A ver quien da más en zonas deforestadas con suelos empobrecidos. Su eliminación es, a todas luces, imposible.






La robinia tiene en común con otras muchas especies consideradas invasoras el ser una especie colonizadora propia de los primeros estadios de desarrollo del bosque. Su proliferación, en muchísimos casos, tan solo marca una etapa en el desarrollo del bosque y son ya muchos los ejemplos en Europa de "bosques" de robinia en los que esta especie está mostrando ahora claros signos de retroceso, cediendo ante la presión de las especies ombrófilas del bosque, más exigentes. Tal como apunta un estudio llevado a cabo en el norte de Italia (2), la mejor manera de "luchar" contra la robinia es no hacer nada y dejar que las demás especies poco a poco se vayan imponiendo. Realmente no hacía falta ningún doctorado para llegar a esa conclusión. Tras tantos años cediendo ante la presión de los conservacionistas y de los adalides de la biología de las invasiones, los biólogos más pragmático ahora se ven obligados a reafirmar cosas que sabemos desde siempre acerca de las sucesiones biológicas. Que una especie colonizadora como la robinia "prolifere" en terrenos yermos no es una invasión. Es lo esperable en la sucesión biológica que conduce hacia la formación de un auténtico bosque. Que se mantenga durante un tiempo tampoco es nada anormal. Es simplemente el reflejo de que esas sucesiones se desarrollan a una escala de tiempo que no es la de una vida humana. Afortunadamente, la robinia lleva ya siglos establecida en nuestro continente y son ya muy claras las evidencias de que lo que los biólogos cuentan desde siempre acerca de las sucesiones biológicas se está cumpliendo a rajatabla con la robinia y con toda seguridad lo hará con otras especies similares como al ailanto o el olmo de Siberia. Es tan solo una cuestión de tiempo. Coger atajos no necesariamente conduce a donde uno piensa...


RobiniaFamilia: FabaceaeOrden: Fabales

Árboles caducifolios, espinosos, con indumento seríceo-piloso laxo en los órganos jóvenes. Tallos alternos, los jóvenes con costillas longitudinales agudas. Hojas alternas, pulvinuladas, estipuladas, pecioladas, imparipinnadas; estípulas libres entre sí, no soldadas al pecíolo, herbáceas y caducas o espinosas y persistentes; folíolos estipelados, sin pulvínulos, peciolulados, enteros. Inflorescencias axilares, en racimos péndulos, con numerosas flores. Flores olorosas, con néctar, pediceladas, con una bráctea caduca. Cáliz campanulado, con dos dientes superiores que forman un labio bidentado, 2 laterales y 1 inferior, con el tubo mucho más largo que los dientes. Corola con todos los pétalos diferenciados en limbo y uña, soldados al tálamo floral, decidua; estandarte ovado, casi del tamaño de las alas y quilla; alas obtusas, auriculadas en la base, sin rugosidades o invaginaciones; quilla falcada, aguda en el ápice, auriculada en la base del limbo, sin invaginaciones. Androceo diadelfo, con el estambre vexilar libre en la base, con frecuencia soldado al resto de los estambres en casi toda la mitad inferior, en forma de tubo cerrado y oblicuo, bifenestrado en la base a ambos lados del estambre vexilar, que alterna estambres con anteras basifijas con otros de anteras subdorsifijas; filamentos estaminales cilíndricos, glabros; anteras de subcilíndricas a ovoideas, amarillas, glabras. Ovario estipitado, con numerosos rudimentos seminales biseriados; estilo cilíndrico, claramente diferenciado del ovario en su base, fuertemente curvado cerca de la base; estigma húmedo, terminal, hemisférico. Fruto cortamente estipitado, comprimido, dehiscente, con 1-18 semillas. Semillas reniformes, lisas, sin estrofíolo. x = 10, 11.

Descripción:  Flora Iberica




Dudé bastante tiempo, antes de escribir este artículo, en qué serie iba a publicar este artículo. Muchos artículos, en efecto, insisten en la gran dificultad que presenta un grupo como las leguminosas a la hora de identificar sus restos fósiles pero sí que parece, en cambio, que su madera es bastante característica y parece que ha sido identificada con cierto grado de certeza en varios depósitos europeos, fundamentalmente miocenos (1). Otra paleoautóctona más pues...




Aunque la robinia es un árbol poco longevo, algunos individuos excepcionales aún testimonian de la época de su introducción, como éste de los jardines de Kew (Inglatera).



Tal como decíamos anteriormente, la robinia se considera una especie exótica invasora en algunos países europeos. En España, por ahora aún queda relegada al anexo II de la lista de especies exóticas invasoras. Es decir, el listado de especies exóticas con potencial invasor. Parece difícil de creer, sin embargo, que los europeos vayan a renunciar a poder hacer uso de una especie tan valiosa y tan versátil. Renunciar a los valiosísimos servicios que presta esta especie equivaldría un poco a tirarse una bala en el pie. Más aún en una época de grandes cambios en la que las especies colonizadoras probablemente vayan a desempeñar un papel muy importante en el futuro. Estas especies, en efecto, deberían verse favorecidas por la masiva mortandad de las especies que aún hoy prevalecen en nuestros bosques pero que tienen que lidiar con condiciones cada vez más desfavorables en su actual área de distribiución...



(1) Selmeier A. (2001) / Silicified Miocene woods from the North Bohemian Basin (Czech Republic) and from Kuzuluk, district Adapazari (Turkey) / Mitt. Bayer. Staatsslg. Paläont. hist. Geol., Vol.41, pp. 111-144
(2) Renzo Motta1, Paola Nola, Roberta Berretti (2009) / The rise and fall of the black locust (Robinia pseudoacacia L.) in the “Siro Negri” Forest Reserve (Lombardy, Italy): lessons learned and future uncertainties / Ann. For. Sci., Vol. 66, 41



A consecuencia de las glaciaciones cuaternarias, algunas familias de plantas tan solo están hoy representadas en el continente europeo por especies herbáceas o subarbustivas que no son muy representativas de la diversidad de esas familias a nivel mundial. Para un europeo, cuesta por ejemplo imaginar que una familia como las Violáceas esté representada en las regiones tropicales por auténticos árboles. En la Península Ibérica, el único género de esa familia presente de forma natural (Viola) está mayoritariamente representado por especies herbáceas anuales o perennes, siendo una notable excepción una especie como Viola arborescens, cuyos tallos lignificados pueden alcanzar los 2 metros de altura.

Las consecuencias de las glaciaciones, sin embargo no fueron tan extremas en otras regiones y no es raro, hoy en día, ver aparecer en nuestros parques y jardines especies leñosas que nos cuesta relacionar con familias que, a priori, nos son bastante familiares. Estas sorprendentes especies exóticas son una invitación a viajar en el pasado y a tratar de imaginar como eran las especies más primitivas de esas familias. El género que hoy estudiamos es, creo yo, un buen ejemplo de ello, por mucho que nunca haya estado presente en el continente europeo.




Flor de Myoporum laetum, Real Jardín Botánico de Madrid



Originario de Oceanía y del Pacífico, el género Myoporum pertenece a una familia (Scrophulariaceae) que en su actual delimitación tan solo consta de unos pocos géneros autóctonos en nuestra flora (Scrophularia, Verbascum, Lindernia). Las especies holoparásitas o hemiparásitas que se incluían antiguamente en esta familia tienen en realidad más afinidades con los llantenes, en cuya familia (Plantaginaceae) han sido reubicadas a consecuencia de los estudios filogenéticos. La mayoría de las especies de este género es originaria de Australia, donde es probable que se originara. A partir de ese continente, colonizó muchas islas del Pacífico que poseen casi todas su especie endémica de Myoporum (Nueva Zelanda, Norfolk, Rarotonga, Nueva Caledonia, Vanuatu, Stokes, Tubuai, Bonín (Japón) y Hawai. Alcanzó las Islas Hawai en un episodio de dispersión a larga distancia aparentemente muy antiguo (70 Ma), donde sufrió un proceso de especiación que dio lugar a las especies actualmente presentes en esas islas (3 especies).


MyoporumFamilia: ScrophulariaceaeOrden: Lamiales

Árboles o arbustos perennifolios, generalmente glabros, a veces con pelos glandulíferos. Hojas alternas, raramente opuestas, enteras, dentadas o serradas, sésiles o pecioladas. Flores solitarias o en cimas axilares. Cáliz con los sépalos libres o soldados. Corola acampanada o subbilabiada, con tubo corto, con 5 lóbulos ± patentes. Estambres 4, raramente 5; anteras reniformes, con 2 tecas. Ovario con 2-4 lóculos, con 1(2) rudimentos seminales por lóculo. Fruto carnoso o casi no y, en este último caso, ± lateralmente comprimido. Semillas ovoides.

Descripción:  Flora Iberica




La especie que se cultiva con mayor frecuencia en la Península Ibérica es Myoporum laetum que es originaria de las zonas costeras del norte de Nueva Zelanda (ver mapa). Se utiliza a menudo para formar setos en las regiones más cálidas de la Península, en sustitución del aligustre. También se ha utilizado extensamente en las medianas de las carreteras. Se ha naturalizado en buena parte de las zonas costeras de la Península, fundamentalmente en bordes de cultivos y de caminos. Su aparición en sistemas dunares, sin embargo, le ha valido ser catalogada como especie invasora.




La otra especie naturalizada en la Península Iberica es Myoporum insulare, originaria de la costa sur de Australia y que ha encontrado en nuestras costas condiciones muy similares a las de su región de origen, que también tiene un clima de tipo mediterráneo. Se trata de una especie con una tolerancia a la sal muy elevada y hojas carnosas, ambos caracteres muy típicos de muchas especies establecidas en estos tipos de ecosistemas costeros.




Hojas y frutos de Myoporum insulare.



Myoporum tenuifolium, originaria de Nueva Caledonia, se ha citado como naturalizada en la isla de La Palma (Canarias) y en las Azores pero lo cierto es que no he encontrado información reciente sobre su presencia como naturalizada en esas islas. Su nombre se viene arrastrando de un listado de especies a otro pero no está nada claro que sobreviva actualmente fuera de los jardines. Otra especie también cultivada en España es Myoporum parvifolium, que es un arbusto prostrado que se utiliza en jardinería como cobertora de jardin seco.




Myoporum parvifolium mostrando su típico aspecto tapizante (Botanic Gardens, Sydney) / Fotografía: Tony Rodd / Licencia: CC BY-NC-SA



La consideración como invasoras de estas especies del género Myoporum se debe, fundamentalmente, a su facilidad para crecer en sistemas dunares, ya que no muestran por ahora un inquietante incremento de sus poblaciones. Cabe preguntarse, de todos modos, quien tiene la culpa de la mala preservación de nuestras zonas costeras. Si existiesen tramos de costa bien preservados, es probable que no daríamos tantísima importancia a la presencia de muchas especies exóticas (algunas establecidas desde hace mucho tiempo). Me da a veces la impresión de que malgastamos nuestros recursos centrándonos más en perseguir las especies exóticas que intentando recuperar esos ecosistemas en zonas que hemos degradado, que resulta ser un trabajo mucho más ingrato que el de colgarse medallas por haber "erradicado" alguna especie invasora...

Muchos de los géneros y especies que hemos tratado hasta ahora en esta serie de artículos dedicada a las paleoautóctonas son táxones más bien exigentes en agua y serían los que se podían observar durante el Neógeno (Mioceno y Plioceno) principalmente en la mitad norte de la Península Ibérica o en las zonas de relieves. En el sur de la Península, en cambio, con frecuencia prevalecía la aridez y los paisajes estaban dominados por una vegetación abierta o semi-abierta en la que predominaban especies muy resistentes a la sequía que hoy en día tan solo están presentes en África y Asia.




Inflorescencia de Prosopis pallida / Fotografía: Dick Culbert.



El género Prosopis que examinamos hoy consta de aproximadamente 45 especies distribuidas por las zonas secas de las regiones tropicales y subtropicales de ambos hemisferios y desempeña un extraordinario papel ecológico en todas esas zonas. Teniendo, además, los árboles que pertenecen a este género un sinfín de usos, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que se trata de unas especies de una extraordinaria importancia para las poblaciones asentada en esas zonas. Los principales usos de las distintas especies de Prosopis vienen resumidas en la siguiente figura (1):





Tal como han demostrado los estudios filogenéticos llevados a cabo sobre este género (2) y a pesar de que el género presente un máximo de diversidad en el continente americano, el origen del mismo ha de buscarse en el Viejo Mundo, siendo Prosopis cineraria, una especie que se encuentra en estado natural desde Medio Oriente hasta el norte de la India, la especie más "primitiva". O mejor dicho, la que se separa más pronto del tronco común. Del Viejo Mundo, este género pasó a América donde se diferenció rápidamente debido a la progresiva aridificación del mismo. La diversificación que se observa en América es relativamente reciente y buena parte de esas especies se hibridan fácilmente.



Distribución de las principales especies del género Prosopis.



Estando tan cercanas las poblaciones más alejadas de Prosopis (Mediterráneo oriental), no resulta demasiado sorprendente su presencia en el Mediterráneo occidental antes de las glaciaciones, durante los periodos mas secos y más cálidos. Es casi segura la presencia de Prosopis farcta o de su antecesor directo, al que se han atribuido los pólenes encontrados y no es descartable que también estuviese presente alguna otra especie como Prosopis cineraria, cuya área de distribución alcanza el Mar Rojo por el oeste.


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Teniendo en cuenta la total ausencia de ese género en la Península Ibérica y la práctica total ausencia de especies arbóreas adaptadas a las condiciones de sequía que aguantan las especies de este género (el araar - Tetraclinis articulata - es una de las pocas especies autóctonas que aguanta ese tipo de condiciones), la incorporación de alguna especie de este género a nuestra flora me parecería una muy buena noticia si pretendemos evitar que la mitad sur de la Península se convierta en un vasto desierto sin árboles. Los estudios de paleobotánica nos describen paisajes de sabanas y de bosques secos en los que este género y otros tipos de árboles como las acacias desempeñaron un papel muy importante. Estas especies desaparecieron por completo de la Península Ibérica y está en nuestras manos el permitir que regresen. La alternativa sería un paisaje totalmente desarbolado que ya se puede observar en amplias zonas del SE y que a pesar de su originalidad florística no es suficiente para frenar los procesos de desertificación que sufrimos.




Bosques dominados por Prosopis pallida (Algarrobo), en el Santuario Forestal de Pomac, Región de Lambayeque, norte del Perú. / Fotografía: The Huarango and Algarrobo forests of coastal Peru: rays of hope



A menudo me dicen, en los foros en los que me muevo, que estoy obsesionado con plantar árboles y que si el cambio climático llegara a hacer desaparecer las especies que crecen actualmente en el sur de la Península, deberíamos aceptar la idea de no tener árboles antes que aceptar la instalación de especies exóticas. Este argumento muestra claramente los límites de la ideología conservacionista: ante un cambio tan importante como el que está ocurriendo, los conservacionistas prefieren que se instale el desierto antes que aceptar la idea de que especies mejor adaptadas a las nuevas condiciones se instalen y tomen el relevo de la actual vegetación. Ya me los imagino explicando a la gente del campo, en Andalucía y en Extremadura, que esto no tiene remedio sabiendo que existen especies tan resistentes a la sequía como los "algarrobos" (ese es el nombre que se da popularmente en América Latina a las especies del género prosopis), con una multitud de usos que podrían en gran parte compensar la desaparición de una especie como la encina...




El algarrobo de Pueyrredón (Argentina), cuya edad ronda los 350 años / Fotografía: Patricio Pidal (La Nación)



Hasta el momento de escribir este artículo, “Prosopis” tan solo era para mí el nombre de un género que había llegado a leer en algunos artículos de paleobotánica. Hoy me doy cuenta que se trata de un grupo de árboles que desempeña un papel extraordinariamente importante en las zonas secas tropicales y subtropicales. Ignorar ese potencial y no hacer caso del pasado sería, creo yo, un monumental error. Intentaré, en las próximas semanas, conseguir semillas de alguna especie que se adapte bien al clima mediterráneo y es probable que acabaré plantando algunos ejemplares en el pequeño descampado en el que experimento. No me cabe la menor duda de que a los conejos les va a encantar...


ProsopisFamilia: FabaceaeOrden: Fabales

Árboles o arbustos inermes o espinosos, espinas axilares o estípulas espinosas. Hojas bipinnadas, pinnas 1-2 pares, foliolos pocos o numerosos por pares; estípulas pequeñas o ausentes. Glándulas peciolares o yugales pequeñas o inconspicuas. Inflorescencia axilar, en espigas cilíndricas o cabezuelas globosas. Flores 5-meras. Cáliz cortamente dentado. Pétalos soldados por debajo de la mitad. Estambres 10, libres, anteras con o sin glándula caduca. Ovario sésil o estipitado, óvulos numerosos. Fruto linear, grueso y comprimido, recto o falcado, indehiscente, mesocarpio esponjoso. Semillas ovadas, comprimidas.

Descripción:  Flora of Pakistan




Aunque lo más lógico, desde un punto de vista filogenético, sería recurrir a las especies más próximas a las que pudieron vivir en la Península, el caso es que los ensayos realizados (1) han mostrado que algunas especies tienen una muy pobre supervivencia y crecimiento fuera de sus respectivas áreas de distribución nativas (caso de P. africana, P. cineraria, P. pubescens y P. tamarugo). Afortunadamente, parece que se llevaron a cabo ensayos con distintas especies de árboles adaptados a la sequía en la provincia de Almería a finales de los 80 y esos ensayos mostraron que especies como P. chilensis y P. velutina no solamente eran capaces de sobrevivir, sino que tenían potencial para naturalizarse. Lamentablemente, esa misma constatación parece que llevó más tarde los instigadores del ensayo a eliminar por completo los ejemplares plantados, cediendo a las advertencias de los biólogos invasionistas (3). Lo más probable, pues, es que recurra a alguna de esas especies o a Prosopis alba, que tiene una vasta área de distribución en Sudamérica y es en teoría capaz de aguantar el clima del centro de la Península.



(1) Pasiecznik N.M., Harris P.J.C. & Smith S.J. (2004) / Identifying Tropical Prosopis Species: A Field Guide / HDRA, Coventry, UK
(2) Catalano S.A. et al. (2008) / Molecular phylogeny and diversification history of Prosopis (Fabaceae: Mimosoideae) / Biological Journal of the Linnean Society, Vol. 93, pp. 621–640
(3) Pasiecznik N. & Eugenio Peñalvo L. (2016) / 25 year results o a dryland tree trial, and an invasive risk assessment of introduced species / Zonas Áridas, Vol. 16(1), pp. 52-71



El anuncio por parte del ayuntamiento de Madrid de un plan de erradicación de la cotorra argentina ha sido ampliamente difundido por la prensa durante los últimos días (Madrid eliminará la mayoría de las 12.000 cotorras invasoras que amenazan el ecosistema de la ciudad). Ese plan surge en respuesta al aumento de las poblaciones de esta ave, que ha encontrado en el ámbito urbano unas óptimas condiciones de supervivencia. Al tratarse de un ave bastante ruidosa, el ayuntamiento responde sobre todo a las quejas de algunos vecinos, molestos por la presencia de ruidosas colonias a proximidad de sus casas. Si se hubiese tratado de una especie autóctona protegida o poco frecuente, el ayuntamiento hubiese tenido que tomar costosas medidas de traslado pero, al tratarse de una especie exótica, la solución era mucho más sencilla: se podía erradicar sin ningún tipo de justificación si quedaba demostrado que se trata de una especie exótica invasora.



La cotorra argentina es el único psitácido que construye nidos.



Considerar que una especie exótica es "invasora" no es tan fácil como parece. Por definición, se considera que una especie exótica es invasora si sus poblaciones aumentan de forma incontrolada y, sobre todo, si su presencia pone en peligro la supervivencia de alguna especie autóctona. Este tipo de definición encierra un peligro: a menudo el carácter invasor de una especie se establece en base a suposiciones o a afirmaciones no demostradas, mentiras piadosas que se van propagando de publicación en publicación, no fundamentadas en ningún tipo de estudio científico. Vale la pena, creo yo, examinar qué argumentos se esgrimen en contra de la cotorra argentina y compararlos con lo que se sabe de la biología de este ave muy mal conocida en realidad. Tras buscar información en internet acerca de los que sabemos de las cotorras, me he encontrado con que la información más fehaciente y contrastada es la que aporta el informe realizado por el ayuntamiento de Zaragoza (1) para llevar a cabo su propio programa de exterminio de las cotorras argentinas (aniquiladas en esa ciudad). Veamos a continuación de qué se acusa a las cotorras...

Acusación 1: se comen el alimento de otras especies

Este argumento a mí siempre me ha parecido muy poco convincente, sobre todo tras observar cómo las cotorras son capaces de sacar provecho de recursos totalmente ignorados por otras especies. Es época de castañas de Indias en el parque del Retiro y si decidiérais daros un paseo por este parque, es muy probable que observéis la misma escena que tuve la oportunidad de fotografiar hace unos años: las cotorras comiéndose las castañas, haciendo uso de las extraordinarias herramientas que son sus patas y su pico, que les permiten hacer lo que ninguna otra especie presente en nuestro país es capaz de hacer. Del mismo modo, tuve la suerte de poder presenciar como las cotorras de mi barrio abrían los conos de las tuyas orientales para comerse sus semillas. Una escena que se repite año tras año, para gozo y disfrute de las palomas torcaces y de los gorriones, que cuando eso ocurre buscan en la hierba al pie de los árboles las semillas que se les escapan a las cotorras. Veamos qué dice el informe zaragozano acerca de su alimentación:

"La alimentación de esta especie es básicamente granívora. Come principalmente semillas diversas que encuentra tanto en espacios urbanos como en zonas periféricas, donde abundan cultivos y especies silvestres. Completa su dieta con flores, brotes tiernos y frutos diversos. Su gran adaptabilidad a todo tipo de alimento, en las distintas estaciones del año, es uno de sus principales aliados para su expansión. En Zaragoza son los gálbulos de ciprés los más codiciados, junto con el fruto de la melia (Melia azedarach). Frutos de palmera, flores de olmo, flores de arbustos urbanos, rastrojos de maíz, flores en praderas de césped, etc., conforman el sustento suficiente para este pequeño loro."

Leyendo esto esto dan ganas de decir que la cotorra argentina es una especie exótica que se alimenta fundamentalmente de plantas exóticas. O sea, que desde un punto de vista esencialmente trófico, podemos afirmar que por ahora la cotorra argentina ocupa un nicho vacío en nuestros "ecosistemas", si es que se pueden considerar realmente como ecosistemas nuestros parques, jardines y avenidas. En realidad, no mentiría diciendo que nuestras ciudades están diseñadas para un ave como la cotorra.




Los dedos prensiles de los loros les confiere una clara ventaja a la hora de comer frutos como las castañas de Indias, muy abundantes en el Parque del Retiro. Parque del Retiro Madrid.



Acusación 2: expulsan a las demás especies

Se acusa a menudo a las cotorras de ser agresivas y mucho más fuertes que los "pobres" gorriones, que supuestamente estarían contribuyendo a extinguir. Ese argumento es realmente endemoniado, al intentar los que lo hacen relacionar dos hechos independientes que nada tienen que ver el uno con el otro. Uno es la expansión de la cotorra, que como hemos visto en el punto anterior, tiene a disposición unos recursos casi infinitos en nuestras ciudades. El otro es la desaparición de los gorriones, que se está observando en casi toda Europa, en zonas en las que no hay cotorras, y cuya explicación mucho tiene que ver con el carácter aséptico de nuestras ciudades y con la alta contaminación de las mismas. Los gorriones ya no encuentran en nuestras ciudades el alimento que les permitía convivir con nosotros en el pasado. Al contrario, nuestros parques y jardines son un auténtico vergel para las cotorras. Esa es la única relación que veo yo entre ambas cosas. En cuanto a la convivencia con las demás especies, me parece interesante lo que cuenta el informe:

" Durante las tareas de gestión, en estos once años no hemos observado enfrentamientos directos con otras aves, salvo pequeñas peleas con urracas y grajillas por la ocupación de los nidos."

"En el caso de las urracas, es la cotorra argentina quien le roba el nido una vez abandonado, y en el caso de la grajilla son éstas quienes persiguen a las cotorras allí donde instalen una nueva colonia, para ocupar algunas de las cámaras de nidificación construidas por los loros. No es difícil ver un nido con varias cámaras utilizadas por grajillas y cotorras en armonía (cada especie en una cámara). La ocupación de los nidos de cotorra por paloma bravía (Columba livia), paloma torcaz (Palumbus columbus), o tórtola turca (Streptopelia decaocto) también ha sido observada, si bien de forma muy escasa o casi testimonial, lo que permite suponer que ocupan de forma oportunista alguna cámara carente de interés para la colonia."

"La ocupación de las paredes de los nidos de cigüeña común se salda con una tolerancia absoluta por parte de la cigüeña blanca. En este tipo de nidos, similares a los que construyen las cotorras en las palmeras, se observa la presencia como dormidero y nidificación de un elevado número de gorriones comunes (Passer domésticus)."

"La alimentación conjunta sobre las praderas de césped se torna pacífica entre diferentes especies. Estorninos (Turdus sp.), tórtolas turcas, palomas, y otras aves comparten el mismo espacio sin problemas."

La utilización de los nidos de cotorra argentina por otras especies no es un hecho aislado. En un estudio reciente (2) se realizaron diferentes campañas de muestreo en zonas rurales y urbanas de siete países entre 2013 y 2020 y del total de 2.595 nidos de cotorra argentina que se monitorizaron, se registraron 2.690 nidos de 42 especies inquilinas diferentes (en su mayoría aves que nidifican en cavidade). Nos preocupa que desaparezcan los gorriones y lo mejor que se nos ocurre hacer para ayudarle es destruir los nidos que utiliza como dormitorio y aniquilar la especie que construye esos nidos...

Acusación 3: transmiten enfermedades a las demás aves y al hombre

Seamos sinceros: ¿ os parece este un argumento de recibo ? Como si las cotorras fuesen las únicas aves susceptibles de sufrir y de transmitir algún tipo de enfermedad. Este argumento, francamente, me parece bochornoso y me recuerda demasiado algunos argumentos que se esgrimían en un pasado no muy lejano en contra de algunas minorías a las que se acusó sin pruebas de haber traído la peste y otras enfermedades terribles. Además, no veo yo que ningún tipo de estadística venga a refrendar esta acusación. hasta tal punto que en el informe zaragozano, se ven obligados a hacer uso del condicional a la hora de hablar de ello:

"Otro potencial riesgo para la población sería la transmisión de alguna enfermedad contagiosa, como es la psitacosis. Zaragoza, en el año 2008, mantuvo en cuarentena una tienda especializada en la venta de animales de un centro comercial por un brote de esta enfermedad."

El único caso del que hay constancia es el de una tienda de animales. Sobra cualquier tipo de comentario, creo yo...




No han hecho falta miles de años de "coevolución" para que la cotorra argentina (Myopsitta monachus), originaria del S de Sudamérica, entendiera que los conos de la tuya oriental (Platycladus orientalis), originaria de Asia, encierran unas ricas semillas...



Pues bien, tras este pequeño repaso de las acusaciones vertidas en contra de las cotorras argentinas, y tras considerar las observaciones hechas tanto en Zaragoza (informe) como aquí en Madrid (observaciones personales), os repito la pregunta: ¿ es la cotorra argentina una especie exótica invasora ? Cualquier persona decente se vería obligada a decir que no, creo yo. La cotorra argentina es una especie exótica en plena expansión que por ahora no ha demostrado tener un carácter invasor. Su erradicación y control, por lo tanto, responden a criterios puramente subjetivos cuya valoración no me corresponde a mí llevar a cabo. No tengo nada en contra de que se controlen las poblaciones de cotorras por razones como el ruido que provocan o el peligro que pueden suponer sus enormes nidos pero acusar a esa especie de ser invasora sin ninguna base creíble para justificar su aniquilación es una auténtica vergüenza para cualquier naturalista que se precie. Yo, en todo caso, no me subiré a ese tren...



(1) Alberto Esteban (2016) / Control de la especie cotorra argentina (Myiopsitta monachus) en Zaragoza. Periodo 2006-2016. / Informe de la Unidad de Agentes de Medio Ambiente de Zaragoza. Descargar aquí.
(2) Hernández-Brito, D.; Carrete, M.; Blanco, G.; Romero-Vidal, P.; Senar, J.C.; Mori, E.; White, T.H., Jr.; Luna, Á.; Tella, J.L. The Role of Monk Parakeets as Nest-Site Facilitators in Their Native and Invaded Areas. Biology 2021, 10, 683. https://doi.org/10.3390/biology10070683.



Desde hace unos años estoy aprovechando la presencia de un pequeño descampado en mi barrio para llevar a cabo una serie de pequeños experimentos con la intención de comprobar si algunas especies de las que hablo a menudo en este blog (las famosas especies "paleoautóctonas") son capaces de adaptarse a nuestro clima. También he intentado plantar algunas especies comúnmente cultivadas en nuestro litoral para ver si es cierto aquello de que no son capaces de sobrevivir a la dureza de los inviernos de la meseta. Estos experimentos han sido ya objeto de un artículo en este blog (Primer año plantando árboles) y a menudo doy noticias de ello en mi página de Facebook. Una iniciativa que llevo a cabo con el entusiasmo de un principiante (cosa que soy, en realidad, a pesar de mi edad) y de la que espero aprender cosas útiles de cara a la realización de algún proyecto mucho más ambicioso. Siendo todas las especies que planto muy poco frecuentes en España o en el centro de la Península y siendo el lugar escogido un descampado urbano en el que abundan los residuos de todo tipo, no tuve nunca ningún tipo de problema de conciencia a la hora de plantar árboles en él. Hasta este fin de semana, no me había planteado yo que plantar árboles en un descampado pudiese ser algo perjudicial o punible. Pero, tal como demuestra el siguiente comentario, parece que a algunas personas les molesta que alguien se tome la molestia de plantar árboles:

¿Eres consciente de que plantas en el medio natural especies catalogadas como invasoras aloctonas en el Atlas del Ministerio y que lo publicitas, fotografías e incluso documentas? Que puede ser constitutivo de delito Medioambiental? Es una interesante vía a explorar si no cesas en tu empeño de alterar los ecosistemas de forma consciente y voluntaria.




Considerar como "invasora" o "potencial invasora" cualquier especie exótica es un recurso al que recurren a menudo los biólogos que se dedican al estudio de las especies invasoras para disuadirnos de cultivar cualquier especie exótica, aduciendo al muy manido "principio de precaución" que nadie sabría muy bien cómo definir. Esta fotografía muestra el que hasta ahora era el único ahuehuete existente en la ciudad de Madrid. Al menos mientras sobreviva el que he plantado en mi barrio, que de momento tiene muy buena pinta.



Este comentario, una clara amenaza al estilo mafioso, me viene al pelo para hablaros de la sorprendente deriva que parecen haber emprendido muchos conservacionistas hacia posiciones que me parecen hoy en día indefendibles desde un punto de vista meramente científico. Una deriva propiciada, en primer lugar, por el vocabulario que utilizan los adalides de la biología de las invasiones, que tiene muy poco de científico y que propicia peligrosos amalgamas de conceptos. Como probablemente sabréis, la biología de las invasiones nace con la publicación en 1958 del libro de Charles Elton "The Ecology of Invasions by Animals and Plants". Publicado en plena guerra fría, en una década marcada por el estreno de películas como La guerra de los mundos, la utilización de un vocabulario con connotaciones fuertemente negativas para referirse a las especies exóticas en vías de expansión ha marcado toda la historia de esa disciplina, que desde el principio se ha enfocado exclusivamente en estudiar los impactos negativos de esas especies, sin interesarse para nada en el encaje que podían tener esas especies en los procesos naturales y en los ecosistemas en los que irrumpen, en particular en las series de vegetación. Tal como han demostrado varios estudios a los que ya hicimos referencia en otro artículo de este blog (Plantas invasoras de hoy y de ayer), a menudo se califican de "invasoras" especies que simplemente son oportunistas o colonizadoras y que más tarde acabarían siendo sustituidas por especies más exigentes.




El arrui tan solo debe a la presión ejercida por los cazadores el no haber sido completamente exterminado, tras haber sido incluido en la lista nacional de especies exóticas en contra del criterio emitido por los biólogos que han estudiado esta especie y que mejor la conocen.



Si la biología de las invasiones no ha tenido un impacto demasiado importante en la biología como ciencia, sí que ha influenciado en cambio de manera decisiva la ideología del movimiento ecologista. Hasta tal punto que sus postulados tienen hoy en día un peso mucho mayor que el de los propios científicos a la hora de legislar. Ya denuncié en este blog la injusta persecución que se llevó a cabo contra el arrui (El porvenir truncado del arrui), desoyendo la opinión de los especialistas que lo habían estudiado. La biología de las invasiones es, hoy por hoy en España, lo más parecido a una religión y quien se atreve a contradecirlos se expone a ser triturado en las redes sociales. El comentario que he recibido este fin de semana es un buen ejemplo de ello y abundan los ejemplos como el del arrui que demuestran que los prejuicios pueden más que las evidencias. Cuando escuché que existían en Galicia brigadas "deseucaliptizadoras" que se dedicaban a arrancar todos los eucaliptos para restablecer el bosque autóctono, no pude sino lamentar la extraordinaria pérdida de tiempo que supone partir desde cero en una situación como la actual, en la que el tiempo apremia. No les hubiese costado nada organizar antes una pequeña excursión al Souto da Retorta para convencerse de que la presencia de los eucaliptos no está reñida con la recuperación del bosque autóctono (El bosque imposible).




Allá donde algunos ven un terreno "deseucaliptizado" y listo para ser repoblado con especies autóctonas yo veo un terreno desarbolado y expuesto a la erosión. ¿No se hubiesen podido dejar unos cuantos eucaliptos para proteger el suelo y los pequeños plantones de robles? Sin esa protección, es probable que el bosque autóctono tarde mucho más en desrrollarse. Con un enemigo como el cambio climático pisándonos los talones, puede que algún día nos arrepintamos de no haber sido más pragmáticos y menos puristas... / Fotografía: La Voz de Galicia



El conservacionismo mal entendido y llevado hasta sus últimas consecuencias nos impide hoy reaccionar con rapidez ante un fenómeno como el cambio climático. La última expresión de ese conservacionismo, la "biología de las invasiones", se ha impuesto en nuestro país y en buena parte de nuestras sociedades como una especie de verdad monolítica que muy pocas personas osan cuestionar abiertamente. Los que se han arriesgado a hacerlo, como David Theorodopoulos hace ya casi 17 años, recibieron palos por todos lados. Ese biólogo norteamericano, sin embargo, no hacía otra cosa que decir que era ridículo diferenciar entre especies indígenas y exóticas y dedicarse a perseguir las supuestas especies invasoras. Para ilustrarlo, ese autor a menudo da como ejemplo en sus conferencias los numerosos y sorprendentes cambios observados en las faunas en los últimos milenios. Uno de esos ejemplos es el caballo, nacido en Norteamérica y desaparecido de ese continente hace apenas 7'000 años. Hoy en día es considerado una especie invasora en Norteamérica. El mismo razonamiento aplica a otras muchas especies muy controvertidas, como el ailanto por ejemplo, que tuvo una distribución holártica en el Terciario, antes de ser eliminada de buena parte de su área por las glaciaciones cuaternarias. Los conservacionistas le machacaron acusándole, entre otras cosas, de dar ejemplos muy generales que no venían a cuento. El cambio climático, sin embargo, le está dando toda la razón y demostrando que esa visión cortoplacista y fixista que rige nuestras políticas medioambientales no tiene ningún futuro. ¿De qué nos sirve plantar pinsapos exclusivamente en su reducidísima área de ditribución actual corriendo esta especie el peligro de desaparecer por completo de esa área?




¿Aceptarán algún día los ecologistas la idea de que para salvar a una especie como el pinsapo es necesario plantarlo ya en otras sierras mucho más al norte? / Fotografía: Vista del pinsapar desde el Jardín BotánicoTorre del Vinagre, en la Sierra de Grazalema / Autor: Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio



Los que se dedican a establecer listas de especies exóticas y a decidir si son o no especies invasoras han perdido de vista la escala de los cambios a los que nos enfrentamos. Si ya de por sí resulta ridículo considerar exóticas algunas especies en base a fronteras y límites establecidos por el hombre, hacerlo en un mundo en el que los movimientos de especies y de ecosistemas prometen alcanzar una escala mucho mayor que la de los propios territorios estudiados por esos biólogos, da una idea de lo fútil que resulta tal esfuerzo. Creo que no es inútil recordar de nuevo que el cambio climático no es una realidad futura. Ayer estuve viendo el programa "El Objetivo" en la Sexta y me llamó mucho la atención un mensaje sobreimpreso que decía que de aquí a finales de siglo se esperaba en España una subida de la temperatura de unos 3 grados desde los tiempos preindustriales. Error garrafal que deja entender que el cambio climático es cosa del futuro. La realidad es que la temperatura media en España ya ha subido 3 grados desde los tiempos preindustriales (E pur si riscalda) y que los 3 grados a los que se refieren son en realidad 3 grados adicionales que vienen a sumarse a los 3 que ya han subido. O sea, que a finales de siglo la temperatura media en muchas regiones habrá subido como mínimo 6 grados desde los tiempos preindustriales. Eso es enorme y equivale, grosso modo, a una subida de los pisos de vegetación de casi 1000 metros.



Ramilla de un jóven ejemplar de Torreya taxifolia plantado en Waynesville, Carolina del Norte (EE.UU.), fuera de su área de repartición "natural", en la que la especie se está poco a poco extinguiendo. Gracias a los esfurzos de los Torrey Guardians, la especie se está expandiendo más al norte, hacia zonas que le son mucho más favorables. / Fotografía: Connie Barlow



El cambio climático claramente no entraba en los planes de los biólogos que estudiaban las invasiones biológicas cuando desarrollaron los fundamentos teóricos de su "ciencia". El cambio climático hace hoy tambalearse todas las “verdades” de los conservacionistas, que se ven obligados a incurrir en contradicciones cada vez más insostenibles con tal de no admitir que los ecosistemas que intentan preservar van a sufrir cambios muy importantes. Se da pues la paradoja de que muchos ecologistas se están convirtiendo en negacionistas del cambio climático por no estar dispuestos a aceptar todo lo que implica. Muchos conservacionistas, sin embargo, son conscientes de la realidad del cambio climático y afirman, en un intento de reconciliar sus ideas con una realidad innegable, que nuestros ecosistemas son resilientes y serán perfectamente capaces de "encajar" los efectos del cambio climático. Su argumento principal es que ya lo hicieron en el pasado y que lo seguirán haciendo en el futuro, sin caer en la cuenta de que las condiciones hacia las que vamos son absolutamente inéditas (Rumbo al Plioceno). Por mucho que hablemos de cambio climático en los medios de comunicación, me temo que mientras no seamos capaces de convencer los ecologistas de que van a tener que aceptar las consecuencias del cambio climático y salir de esa especie de negacionismo verde en el que muchos incurren, no lograremos avanzar y empezar a tomar medidas realmente útiles de cara al futuro. El cambio climático, claramente, está rehabilitando la idea de David Theorodopoulos de que la biología de las invasiones es una pseudociencia cuyos fundamentos teóricos no aguantan los embistes de la realidad.
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SOBRE EL AUTOR

Geólogo de formación, nacido en Suiza pero establecido en España desde hace más de 20 años, trabajo actualmente en el sector de la informática (soporte). Eso no me ha impedido mantener vivo mi interés por los temas medioambientales, el cambio climático en particular, cuyas consecuencias intento anticipar buscando respuestas en ese pasado no tan lejano hacia el que parece que estamos empeñados en querer volver.

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